A las 6 de la mañana, tras desayunar, salimos de Castrojeriz para afrontar la fuerte subida al Teso de Mostelares, hito geográfico que nos lleva a descubrir el paisaje de Tierra de Campos, tambien conocido como "el granero de España". En un kilómetro y trescientos metros superamos un desnivel de 140 metros, lo que conlleva un 11% de pendiente media. El tiempo es fresco, bueno para caminar, aunque amenaza lluvia y hace un fuerte viento.

Desde lo alto, donde paro a tomar una cerveza, se divisa un reguero continuo de peregrinos que asciende con lentitud la pronunciada subida. Pronto me alcanzan Ángel y Primi, que no se detienen, pues ha comenzado a llover.

Dejamos atrás la bonita ermita de San Nicolás, junto al Puente Fitero, que ha sido maravillosamente rehabilitada como albergue por una asociación italiana, de Perugia, que mantiene el ancestral rito del lavado de pies. Muchos peregrinos se paran tanto para rezar, para poner el sello o simplemente para descansar.

A pocos metros de la ermita cruzamos el río Pisuerga por el Puente Fitero, abandonando la provincia de Burgos y entrando en la provincia de Palencia. Pasado el puente continuamos por una larga pista de tierra que nos conduce hasta Itero de la Vega.

Bajo la lluvia llegamos a Boadilla del Camino, donde vemos la Iglesia Gótica de Santa María y el Rollo Jurisdiccional. Nos hemos separado y andamos cada uno por nuestro lado.

El Rollo Jurisdicional se trata de una columna tallada en la que se celebraban juicios y se ejecutaban castigos.

Bajo una fuerte y continua lluvia, por largas pistas de tierra encharcada, conectamos con el Canal de Castilla, importante obra de ingeniería civil del siglo XVIII, que se utilizaba tanto para el transporte de mercancías como para distribuir agua de riego. Seguimos su camino de servicio y, a la altura de Frómista, cruzamos el canal por el paso de una esclusa.

El albergue "Estrella del Camino" nos resultó excelente. Todo muy amplio, limpio, bien cuidado, buenas duchas y todo muy tranquilo. Tiene una pequeña y original construcción en el precioso jardín para colocar las botas. Una vez acoplados salimos a dar una vuelta por el pueblo.

Aunque hace buen tiempo, no vemos mucha gente. Visitamos la Iglesia de San Pedro, que estaba cerrada, y la impresionante Iglesia de San Martín.

Tomamos unos chatos cerca del albergue y nos metemos a cenar en La Hostería de los Palmeros donde, como curiosidad, nos metemos una botellita de tempranillo de Raul Calvo. Primi, antes de regresar al albergue, pasa por una farmacia donde no le agrada mucho el peso que le responde la báscula. Poco después, nos vamos a dormir.