Asistentes: Masito y Ángel.
PLAN DEL VIAJE:
El viaje se planea tomando unos chatos la noche del
27 de Agosto, ya que el día 28 era el cumpleaños de Raquel, que estaba
en un campamento en la isla de Ons (Ría de Pontevedra) y Masito tenía
el capricho de ir a felicitarla, con lo que se llevaría una enorme
sorpresa, ya que ella no sabía nada.
En principio no sabíamos si nos íbamos a quedar una
noche o dos, pero lo que si teníamos claro es que el segundo motivo
del viaje era de darnos una mariscada.
Sin mas planes, quedamos en salir sobre las dos de la
madrugada del día 28 (viernes).
LUGARES VISITADOS:
Marín.
Municipio de la provincia de Pontevedra situado a 7
km. al SO de su capital, en la banda meridional de la ría de
Pontevedra, a 14 m de altitud, con 23.195 habitantes y 39,64 km².
Isla de Ons.
Pequeño islote situado a la entrada de la ría de
Pontevedra, ya en mar abierto, de unos 8 Km. de largo por 2 ó 3 de
ancho.
Pontevedra.
La ciudad de Pontevedra, capital de la provincia y de
las Rías Bajas, se encuentra en el noroeste de España a tan solo 40
kms de la frontera con Portugal, a 20 km. del aeropuerto de Vigo y a
50kms del aeropuerto de Santiago de Compostela.
F - 1: Mercadillo en una típica calle
pontevedresa
Pontevedra es la provincia de Galicia de más variado
paisaje y un centro turístico muy popular entre las gentes del resto
de la península, pero poco frecuentado por el turismo internacional.
La ciudad, de unos 70.000 habitantes, se encuentra en el estuario de
la ría de Pontevedra, está rodeada de colinas suaves, pobladas de
pinos y eucaliptos, con ríos cristalinos en los que se puede practicar
la pesca de trucha y salmón.
La Ría (ó fiordo) de Pontevedra tiene una longitud de
unos 30 Km. Hasta su desembocadura en el Océano Atlántico. Cuenta con
numerosas playas de arena fina en ambas riberas y está protegida por
los islas de Ons y Onceta, que, junto con las islas Cíes, forman un
parque natural de gran belleza.
F - 2 : Vista aérea de Pontevedra
El clima es típicamente subtropical, con abundantes
precipitaciones en invierno y un verano agradable con temperaturas
medias de 26°C.
Todo este entorno hace que Galicia sea un paraíso
para el desarrollo de actividades al aire libre y ocio: Mountain-bike,
trekking, pesca, caza, windsurf, vela, rafting, 4x4, hípica, buceo,
golf, etc.…
La gastronomía es conocida mundialmente por su gran
variedad y calidad tanto en sus pescados y mariscos como en las carnes
y verduras. Prueba de ello es la gran variedad y número de fiestas
gastronómicas que se celebran semanalmente durante todo el verano.
Típicos mariscos, sobre todo pulpo, calamares y productos de la Ría,
regados por los vinos de la comarca, en especial el exquisito
Albariño.
Patrimonio Artístico.
Su casco antiguo declarado Conjunto
Histórico-Artístico, atesora la riqueza monumental y la singularidad
urbanística de la ciudad. Sus calles típicas medievales, muchas de
ellas asoportaladas se abren en recónditas o blasonadas plazas en las
que conviven los pequeños comercios artesanales con el recuerdo
histórico de la ciudad.
F - 3: Puente de Randen sobre la ría de
Vigo
Vigo.
Situado en la banda meridional de la ría de Vigo, es
uno de los mejores puertos naturales del mundo, rodeado de altas
montañas que constituyen un mirador natural sobre la bahía. Cuenta con
276.573 habitantes sobre una extensión de 109,44 km². Es la ciudad de
mayor demografía de toda Galicia. Goza de un clima suave y templado en
todas las estaciones del año, alcanzando en los meses de verano las
temperaturas más altas de la comunidad autónoma.
EXPERIENCIAS DEL VIAJE:
Viernes, 28 de Agosto de 1992:
Sobre las 2 de la madrugada nos ponemos en ruta,
estando de acuerdo Masito y yo que la primera parte del viaje
conduciría él; cogimos la carretera de Sta. María de Nieva hasta
Arévalo y desde allí por la Autovía del Noroeste, que ya tenía buenos
tramos en uso hasta Benavente.
Continuamos por la nacional VI hasta Ponferrada,
donde hicimos una parada para tomar un café en un bar de
carretera.
Allí había un camionero al que preguntamos cual era
la mejor carretera para ir a Pontevedra y nos dijo que unos kilómetros
mas adelante tomásemos la desviación hacia O Barco de Valdeorras,
desde allí hasta Monforte de Lemos y continuásemos por Chantada y
Lalín, ya que la carretera estaba bastante bien en general y
encontraríamos mucho menos tráfico.
A partir de allí cogí yo el coche y nos pusimos
nuevamente en marcha intentando seguir la ruta que nos había marcado
el camionero.
Las carreteras por esa zona tienen bastantes curvas y
aunque efectivamente había poco tráfico no avanzábamos demasiado.
Masito estaba intentando dar una cabezada, pero se ve
que no podía y además, con tanta curva se le estaba poniendo mal
cuerpo, por lo que cuando estaba empezando a amanecer hicimos una
parada; un ratito tomando el aire y continuamos ruta, no se si
exactamente por donde nos dijo el camionero o si en algún cruce
tomamos otra carretera, pero al final "todos los caminos llevan a
Roma" y fuimos a parar a una carretera general a unos 20 ó 25 Km. de
Pontevedra.
En esta carretera había muchísimo tráfico, sobre todo
de camiones, por lo que ese tramo tardamos bastante tiempo en
recorrerlo, teniendo en cuenta, además, que de vez en cuando nos caía
un chaparrón.
Una vez en Pontevedra, sabíamos que teníamos que
llegar hasta Marín (8 ó 10 Km.) porque los barcos para la Isla de Ons
salían de allí; llegamos a Marín sobre las 10 de la mañana, nos
metimos en un bar a desayunar algo y a preguntar que donde se cogían
los barcos para la isla de Ons; una vez desayunados e informados, como
el día estaba lluvioso nos fuimos a comprar unos chubasqueros y la
tarta de cumpleaños de Raquel, que nos acoplaron en una caja de
fruta.
Con las "tareas" hechas nos fuimos en el coche hasta
el embarcadero, donde aparcamos y estuvimos un rato esperando a que
viniera el barco.
Subimos al barco, en el que había 3 ó 4 personas
además del piloto, a quien pedimos que nos colocara la tarta en la
cabina, ya que el día seguía amenazando lluvia y fuera se nos podía
mojar; también nos dijo que la mar estaba un poco picada y que la
travesía con un par de paradas que tenía que hacer en la ría, tardaría
cerca de una hora.
El barco no era tan pequeño, porque tenía por lo
menos unos 25 metros de largo y 5 ó 6 de ancho, en cubierta unas 10
filas de asientos con unas doce plazas cada fila y abajo otras tantas,
además de un montón de salvavidas. Algunos asientos de cubierta
estaban mojados y otros no, no sabíamos porque.
F - 4: En el puerto de Marín, cogiendo el barco a
la Isla de Ons
El barco se pone en marcha y se dirige al otro lado
de la ría, hacia un pueblo llamado Raxo, dejando a la derecha la isla
de Tambo y pasando entre los criaderos de mejillones; al llegar a
Raxo, no recuerdo bien si subió o bajó alguien o si lo que cogió fue
algo de carga, pero inmediatamente nos ponemos en marcha volviendo a
cruzar la ría en dirección a Bueu; a nuestra derecha quedaban los
pueblos de Sanjenjo y Portonovo y ya en mar abierto se divisaba la
isla de Ons; en ese tramo el vaivén del barco ya se notaba bastante y
cuando enfilamos la salida de la ría eso ya no era vaivén, sino que
era un temporal; el barco se movía para todos los lados, el oleaje
salpicaba la cubierta (por eso parte de los asientos estaban mojados)
y se hacía prácticamente imposible moverse porque en una nueva
sacudida nos íbamos al suelo o nos golpeábamos con los asientos;
intentamos bajar a la parte inferior, para por lo menos evitar los
remojones y comprobamos que era peor, porque además de los golpes
bajando la escalera se oían mucho mas los motores y parecía que al
barco se movía mas, por lo que nuevamente volvimos a cubierta y
agarrados a unas barras de hierro con una mano y a los asientos con la
otra, protegidos un poco por la cabina, terminamos la travesía, sin
mucha garantía por parte del piloto de que pudiese atracar, ya que el
único espigón de atraque que hay en la isla de Ons no está muy
resguardado del oleaje que digamos y un golpe de mar podía hacer que
el barco chocase contra el dique.
Por fin atracamos y salimos del barco con la tarta en
la caja de fruta; en frente había un pequeño local que pertenecía a
protección civil, guardacostas o algo parecido y donde preguntamos que
donde estaba el campamento. Nos indicaron el camino, a un par de
kilómetros de allí y nos dijeron que habían visto pasar a los chicos
por lo que suponían que estaban de marcha. Nos fuimos al único bar que
hay en la isla, muy cerca de donde estábamos y nos sentamos a comer
algo y tomar unas cañas; pedimos una ración de pulpo, pero Masito no
tenía cuerpo de pulpo ni de nada, porque el viajecito le había puesto
un revuelto de estómago de mucho cuidado. Por tanto, mientras yo
comía, el miraba. A continuación nos pusimos en marcha hacia el
campamento, por un camino en el que aparte de la media docena de casas
que estaban junto al bar, no había mas que alguna casuca suelta y
algunos hórreos; el día seguía cubierto, lloviendo a ratos y cuando
llegamos allí no había mas que un par de personas, que nos confirmaron
que efectivamente los acampados habían salido de marcha a la otra
punta de la isla y volverían sobre las 5 de la tarde. Echamos un
vistazo a las tiendas y a los alrededores y como estaba medio
lloviendo había una gran sensación de humedad.
Dejamos la tarta y regresamos nuevamente a la "zona
portuaria", ya que el resto de la isla son cuatro casas con sus
plantaciones de verdura y sus gallinas, unos cuantos árboles en la
parte alta y varios hórreos pequeños por el camino, aparentemente
abandonados. Nos metimos en el bar y nos ofrecieron de comida una
especie de caldo de verduras con garbanzos y algo mas de segundo
plato; comimos, tomamos café y salimos fuera ya que nos habían dicho
que a la vuelta de la marcha los chicos pasarían por allí. También
había rumores de que no se sabía si volvería el barco de la tarde,
según estaba la mar, por lo que nosotros especulando con la
posibilidad de que tuviésemos que quedarnos a dormir allí. Haciendo
tiempo, me di una vuelta por las rocas que hay junto al mar y al cabo
de un rato vemos venir por el camino a un grupo de chicas, entre ellas
Raquel, que al vernos se quedó de piedra; creo que su expresión fue
¡¡pero anda papá, que hacéis aquí!!; no se lo podía creer. Tras las
felicitaciones oportunas y explicaciones sobre la tarta que habíamos
dejado en el campamento, estuvimos un rato comentando las incidencias
del viaje, sin saber todavía si teníamos barco para el regreso a
Marín.
F - 5: Hórreo en la Isla de Ons (Ría de
Pontevedra)
Acompañamos un rato a Raquel y sus amigas de vuelta
al campamento y por fin vemos que se acerca un barco, y a medida que
se aproximaba al espigón de atraque casi ni se movía, haciendo las
maniobras correspondientes para no golpearse.
Montamos en el barco e iniciamos el regreso con la
mar poco mas o menos igual que por la mañana, por lo que aquello daba
unos meneos de mucho cuidado, al menos hasta la entrada de la ría; al
fondo se veía la playa de la Lanzada y otras menores en la costa de
Portonovo y Sanjenjo, por donde tímidamente asomaba un poco el
sol.
Por fin llegamos a Marín, pusimos pie a tierra y
comentamos ¡¡NOS HEMOS GANADO EL TÍTULO DE LOBOS DE MAR!!.
Cogimos el coche en dirección a Pontevedra con
intención de buscar un hotel y darnos un merecido homenaje; llegamos a
Pontevedra, preguntamos por allí acerca de un buen Hotel, nos enviaron
al centro de la ciudad, que por cierto había una plaza a la que creo
que dimos varias vueltas porque yo no me aclaraba con el coche y al
final acabamos en el Hotel "Rías Bajas".
Subimos a la habitación, nos atusamos y bajamos de
nuevo a preguntar que donde había un buen restaurante; nos indicaron
varios y aterrizamos en uno llamado "La Regenta", situado en la Avda.
de Vigo nº 2.
Bajamos unas escaleras y antes de entrar al comedor
tenían los pilones con el marisco vivo; entramos y estaban dos o tres
mesas cenando, pedimos la carta y tras una sopa de marisco para entrar
en calor y quitarnos los efectos de la humedad, nos pusimos en manos
del camarero, quien nos recomendó un surtido de marisco entre lo que
cabe destacar unos bogavantes a la plancha exquisitos, sin
menospreciar en absoluto el resto de la cena, pero el caso de los
bogavantes fue excepcional.
Tras los postres nos ofreció un orujo tostado, casero
y se sentó con nosotros a tomar una copa, porque las otras mesas ya
habían terminado y no quedaba nadie mas en el restaurante.
El primer sorbo de orujo ya nos indicó que tenía
muchos grados, porque se quedaba la garganta paralizada, pero el
segundo ya entraba algo mejor y como nos lo había servido en unas
copas como de vino, es decir, con bastante cabida, teníamos tarea por
delante.
Le preguntamos la posibilidad de comprar marisco y él
mismo se ofreció a proporcionárnoslo.
El orujo entraba cada vez mejor, la conversación era
amena y no teníamos ninguna prisa, porque ya habíamos cumplido con el
motivo principal del viaje, por lo que a medida que se nos vaciaban
las copas nos servía otras; le sugerimos que nos vendiera alguna
botella de orujo, lo cual ya no le hizo tanta gracia porque tenía muy
poco, ya que al parecer lo hacían ellos y como habíamos quedado en
volver al día siguiente para lo del marisco pensamos que en el lote
nos llevaríamos al menos una botella.
En resumen, que salimos del restaurante cerca de las
2 de la mañana con una buena "coloqueta"; la ciudad parece que estaba
desierta y pusimos directamente rumbo al hotel.
Sábado, 29 de Agosto de 1992:
Nos levantamos con un poco de carraspera y tras el
aseo y liquidación de cuentas con el Hotel nos fuimos a hacer algunas
compras. El día se presentaba lluvioso.
Masito tenía que comprar unos vaqueros negros que le
había encargado Raquel, por lo que entramos en una tienda de ropa y si
había la marca, no había la talla, el caso es que estuvimos allí un
buen rato de cháchara con la dueña mientras intentaba proporcionarnos
los pantalones.
Nos comentó que vivían en Sanjenjo y que habían
venido en alguna ocasión a Segovia ya que como eran gente de costa
desviaban sus vacaciones hacia el interior; aprovechamos la ocasión
para preguntarla que donde podíamos comprar buen marisco y aparte de
indicarnos un par de sitios en Sanjenjo, pero teníamos que
desplazarnos veintitantos kilómetros "gallegos", hizo unas llamadas y
nos puso en contacto con una marisquería de una tal María Luisa, que
era amiga suya y nos indicó que estaba en una especie de Centro
comercial llamado "A Barça".
La mujer se deshacía en amabilidades y Masito la dio
una tarjeta suya de concejal, por si alguna vez venían a Segovia y
necesitaban algo; además creo que quedó en enviarla un libro o algo
parecido.
Salimos de la tienda y nos fuimos hacia el centro
comercial, no sin antes dar una vuelta con el coche por Pontevedra,
porque como ya he dicho anteriormente el circular por esta ciudad se
me ponía difícil.
Atravesamos el puente sobre el río Lérez, que es el
que forma la ría de Pontevedra y justo al otro lado estaba el Centro
Comercial; entramos y enseguida encontramos la marisquería, donde por
cierto, la dueña no estaba porque había ido a la lonja a por el
marisco.
Nos tomamos unas cañas con unos mejillones al vapor
exquisitos y estando allí en la barra aparecen los Escudero; ya se
sabe lo que pasa, danos una ronda, danos otra, mas mejillones, unas
nécoras, etc.
Total, que llegó la tal María Luisa, y ese día no se
había dado bien la cosa y no trajo apenas género, por lo que decidimos
comprar unos bueyes de mar, unas nécoras y alguna otra cosa; como nos
parecía poco entramos en el mercado y compramos un par de kilos de
almejas, unas cuantos botellas de albariño y teniendo en cuenta la
hora que era, decidimos ir a comer al puerto de Vigo, que estaba a
unos 30 Km. por autopista, por lo que en menos de media hora podíamos
estar allí.
Nos pusimos en marcha y efectivamente, al cabo de un
rato estábamos sentados en una terraza en el puerto de Vigo,
dispuestos a darnos un segundo homenaje.
Había salido el sol y el olor de las planchas de
marisco abrían el apetito, por lo que como pasa en ocasiones, que "no
tenemos medida", pedimos una mariscada variada y exagerada.
Nos pusimos a la tarea y aunque estaba muy bueno, no
se si por falta de apetito debido a los mejillones o por el exceso, a
mi particularmente no me supo tan exquisita como la noche anterior. A
medida que íbamos comiendo yo le decía a Masito que la primera mitad
del viaje de vuelta tenía que conducir él, porque yo pensaba echarme
la siesta un rato en el coche.
Terminamos de comer sobre las 4 y media de la tarde y
pusimos rumbo a Segovia por la carretera de Orense; yo, efectivamente
me eché una buena siesta en el coche, porque de esta parte del viaje
tengo bastantes nebulosas, hasta que llagamos a la zona de la Portilla
de la Canda, donde vemos que el tráfico es muy lento e incluso en
ocasiones tenemos que parar.
Cuando llegamos a la Portilla del Padornelo, las
paradas se hacen mas frecuentes, de tal forma que me bajo del coche y
hago unos tramos de carretera a pie, ya que no se veía el fin de la
caravana; cuando Masito avanzaba con el coche me recogía, todo esto, a
menos de 15 ó 20 por hora; no obstante, a medida que íbamos subiendo
el puerto se notaba cada vez mas frío, de tal forma que en lo alto
creo recordar que el termómetro del coche marcada 1 grado. Masito me
dijo en algún momento que parece como si en algún punto se quisiera
bloquear la dirección del coche, pero no lo dimos mas importancia.
Total, que aguantando mecha y sin saber los motivos
de la caravana, llegamos hasta Puebla de Sanábria, donde parece que el
tráfico aligeraba un poco mas, y ya en el pueblo de Mombuey, de noche
cerrada, hicimos una parada para llamar a casa diciendo que estábamos
de viaje de vuelta.
Desde Mombuey cogí yo el coche hasta Segovia, sin
nada mas destacable que un buen chaparrón que nos cayó entre Arévalo y
Santa María de Nieva.
Nos presentamos en el bar las 3 BBB de la Plaza Mayor
de Segovia pasada la una de la mañana. |