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CAPÍTULO I: LOBOS DE MAR
VIAJE A LA ISLA DE ONS (RIA DE PONTEVEDRA). DEL 28 AL 29 DE AGOSTO DE 1992


Asistentes: Masito y Ángel.

PLAN DEL VIAJE:

El viaje se planea tomando unos chatos la noche del 27 de Agosto, ya que el día 28 era el cumpleaños de Raquel, que estaba en un campamento en la isla de Ons (Ría de Pontevedra) y Masito tenía el capricho de ir a felicitarla, con lo que se llevaría una enorme sorpresa, ya que ella no sabía nada.

En principio no sabíamos si nos íbamos a quedar una noche o dos, pero lo que si teníamos claro es que el segundo motivo del viaje era de darnos una mariscada.

Sin mas planes, quedamos en salir sobre las dos de la madrugada del día 28 (viernes).

LUGARES VISITADOS:

Marín.

Municipio de la provincia de Pontevedra situado a 7 km. al SO de su capital, en la banda meridional de la ría de Pontevedra, a 14 m de altitud, con 23.195 habitantes y 39,64 km².

Isla de Ons.

Pequeño islote situado a la entrada de la ría de Pontevedra, ya en mar abierto, de unos 8 Km. de largo por 2 ó 3 de ancho.

Pontevedra.

La ciudad de Pontevedra, capital de la provincia y de las Rías Bajas, se encuentra en el noroeste de España a tan solo 40 kms de la frontera con Portugal, a 20 km. del aeropuerto de Vigo y a 50kms del aeropuerto de Santiago de Compostela.

F - 1: Mercadillo en una típica calle pontevedresa

Pontevedra es la provincia de Galicia de más variado paisaje y un centro turístico muy popular entre las gentes del resto de la península, pero poco frecuentado por el turismo internacional. La ciudad, de unos 70.000 habitantes, se encuentra en el estuario de la ría de Pontevedra, está rodeada de colinas suaves, pobladas de pinos y eucaliptos, con ríos cristalinos en los que se puede practicar la pesca de trucha y salmón.

La Ría (ó fiordo) de Pontevedra tiene una longitud de unos 30 Km. Hasta su desembocadura en el Océano Atlántico. Cuenta con numerosas playas de arena fina en ambas riberas y está protegida por los islas de Ons y Onceta, que, junto con las islas Cíes, forman un parque natural de gran belleza.

F - 2 : Vista aérea de Pontevedra

El clima es típicamente subtropical, con abundantes precipitaciones en invierno y un verano agradable con temperaturas medias de 26°C.

Todo este entorno hace que Galicia sea un paraíso para el desarrollo de actividades al aire libre y ocio: Mountain-bike, trekking, pesca, caza, windsurf, vela, rafting, 4x4, hípica, buceo, golf, etc.…

La gastronomía es conocida mundialmente por su gran variedad y calidad tanto en sus pescados y mariscos como en las carnes y verduras. Prueba de ello es la gran variedad y número de fiestas gastronómicas que se celebran semanalmente durante todo el verano. Típicos mariscos, sobre todo pulpo, calamares y productos de la Ría, regados por los vinos de la comarca, en especial el exquisito Albariño.

Patrimonio Artístico.

Su casco antiguo declarado Conjunto Histórico-Artístico, atesora la riqueza monumental y la singularidad urbanística de la ciudad. Sus calles típicas medievales, muchas de ellas asoportaladas se abren en recónditas o blasonadas plazas en las que conviven los pequeños comercios artesanales con el recuerdo histórico de la ciudad.

F - 3: Puente de Randen sobre la ría de Vigo

Vigo.

Situado en la banda meridional de la ría de Vigo, es uno de los mejores puertos naturales del mundo, rodeado de altas montañas que constituyen un mirador natural sobre la bahía. Cuenta con 276.573 habitantes sobre una extensión de 109,44 km². Es la ciudad de mayor demografía de toda Galicia. Goza de un clima suave y templado en todas las estaciones del año, alcanzando en los meses de verano las temperaturas más altas de la comunidad autónoma.

EXPERIENCIAS DEL VIAJE:

Viernes, 28 de Agosto de 1992:

Sobre las 2 de la madrugada nos ponemos en ruta, estando de acuerdo Masito y yo que la primera parte del viaje conduciría él; cogimos la carretera de Sta. María de Nieva hasta Arévalo y desde allí por la Autovía del Noroeste, que ya tenía buenos tramos en uso hasta Benavente.

Continuamos por la nacional VI hasta Ponferrada, donde hicimos una parada para tomar un café en un bar de carretera.

Allí había un camionero al que preguntamos cual era la mejor carretera para ir a Pontevedra y nos dijo que unos kilómetros mas adelante tomásemos la desviación hacia O Barco de Valdeorras, desde allí hasta Monforte de Lemos y continuásemos por Chantada y Lalín, ya que la carretera estaba bastante bien en general y encontraríamos mucho menos tráfico.

A partir de allí cogí yo el coche y nos pusimos nuevamente en marcha intentando seguir la ruta que nos había marcado el camionero.

Las carreteras por esa zona tienen bastantes curvas y aunque efectivamente había poco tráfico no avanzábamos demasiado.

Masito estaba intentando dar una cabezada, pero se ve que no podía y además, con tanta curva se le estaba poniendo mal cuerpo, por lo que cuando estaba empezando a amanecer hicimos una parada; un ratito tomando el aire y continuamos ruta, no se si exactamente por donde nos dijo el camionero o si en algún cruce tomamos otra carretera, pero al final "todos los caminos llevan a Roma" y fuimos a parar a una carretera general a unos 20 ó 25 Km. de Pontevedra.

En esta carretera había muchísimo tráfico, sobre todo de camiones, por lo que ese tramo tardamos bastante tiempo en recorrerlo, teniendo en cuenta, además, que de vez en cuando nos caía un chaparrón.

Una vez en Pontevedra, sabíamos que teníamos que llegar hasta Marín (8 ó 10 Km.) porque los barcos para la Isla de Ons salían de allí; llegamos a Marín sobre las 10 de la mañana, nos metimos en un bar a desayunar algo y a preguntar que donde se cogían los barcos para la isla de Ons; una vez desayunados e informados, como el día estaba lluvioso nos fuimos a comprar unos chubasqueros y la tarta de cumpleaños de Raquel, que nos acoplaron en una caja de fruta.

Con las "tareas" hechas nos fuimos en el coche hasta el embarcadero, donde aparcamos y estuvimos un rato esperando a que viniera el barco.

Subimos al barco, en el que había 3 ó 4 personas además del piloto, a quien pedimos que nos colocara la tarta en la cabina, ya que el día seguía amenazando lluvia y fuera se nos podía mojar; también nos dijo que la mar estaba un poco picada y que la travesía con un par de paradas que tenía que hacer en la ría, tardaría cerca de una hora.

El barco no era tan pequeño, porque tenía por lo menos unos 25 metros de largo y 5 ó 6 de ancho, en cubierta unas 10 filas de asientos con unas doce plazas cada fila y abajo otras tantas, además de un montón de salvavidas. Algunos asientos de cubierta estaban mojados y otros no, no sabíamos porque.

F - 4: En el puerto de Marín, cogiendo el barco a la Isla de Ons

El barco se pone en marcha y se dirige al otro lado de la ría, hacia un pueblo llamado Raxo, dejando a la derecha la isla de Tambo y pasando entre los criaderos de mejillones; al llegar a Raxo, no recuerdo bien si subió o bajó alguien o si lo que cogió fue algo de carga, pero inmediatamente nos ponemos en marcha volviendo a cruzar la ría en dirección a Bueu; a nuestra derecha quedaban los pueblos de Sanjenjo y Portonovo y ya en mar abierto se divisaba la isla de Ons; en ese tramo el vaivén del barco ya se notaba bastante y cuando enfilamos la salida de la ría eso ya no era vaivén, sino que era un temporal; el barco se movía para todos los lados, el oleaje salpicaba la cubierta (por eso parte de los asientos estaban mojados) y se hacía prácticamente imposible moverse porque en una nueva sacudida nos íbamos al suelo o nos golpeábamos con los asientos; intentamos bajar a la parte inferior, para por lo menos evitar los remojones y comprobamos que era peor, porque además de los golpes bajando la escalera se oían mucho mas los motores y parecía que al barco se movía mas, por lo que nuevamente volvimos a cubierta y agarrados a unas barras de hierro con una mano y a los asientos con la otra, protegidos un poco por la cabina, terminamos la travesía, sin mucha garantía por parte del piloto de que pudiese atracar, ya que el único espigón de atraque que hay en la isla de Ons no está muy resguardado del oleaje que digamos y un golpe de mar podía hacer que el barco chocase contra el dique.

Por fin atracamos y salimos del barco con la tarta en la caja de fruta; en frente había un pequeño local que pertenecía a protección civil, guardacostas o algo parecido y donde preguntamos que donde estaba el campamento. Nos indicaron el camino, a un par de kilómetros de allí y nos dijeron que habían visto pasar a los chicos por lo que suponían que estaban de marcha. Nos fuimos al único bar que hay en la isla, muy cerca de donde estábamos y nos sentamos a comer algo y tomar unas cañas; pedimos una ración de pulpo, pero Masito no tenía cuerpo de pulpo ni de nada, porque el viajecito le había puesto un revuelto de estómago de mucho cuidado. Por tanto, mientras yo comía, el miraba. A continuación nos pusimos en marcha hacia el campamento, por un camino en el que aparte de la media docena de casas que estaban junto al bar, no había mas que alguna casuca suelta y algunos hórreos; el día seguía cubierto, lloviendo a ratos y cuando llegamos allí no había mas que un par de personas, que nos confirmaron que efectivamente los acampados habían salido de marcha a la otra punta de la isla y volverían sobre las 5 de la tarde. Echamos un vistazo a las tiendas y a los alrededores y como estaba medio lloviendo había una gran sensación de humedad.

Dejamos la tarta y regresamos nuevamente a la "zona portuaria", ya que el resto de la isla son cuatro casas con sus plantaciones de verdura y sus gallinas, unos cuantos árboles en la parte alta y varios hórreos pequeños por el camino, aparentemente abandonados. Nos metimos en el bar y nos ofrecieron de comida una especie de caldo de verduras con garbanzos y algo mas de segundo plato; comimos, tomamos café y salimos fuera ya que nos habían dicho que a la vuelta de la marcha los chicos pasarían por allí. También había rumores de que no se sabía si volvería el barco de la tarde, según estaba la mar, por lo que nosotros especulando con la posibilidad de que tuviésemos que quedarnos a dormir allí. Haciendo tiempo, me di una vuelta por las rocas que hay junto al mar y al cabo de un rato vemos venir por el camino a un grupo de chicas, entre ellas Raquel, que al vernos se quedó de piedra; creo que su expresión fue ¡¡pero anda papá, que hacéis aquí!!; no se lo podía creer. Tras las felicitaciones oportunas y explicaciones sobre la tarta que habíamos dejado en el campamento, estuvimos un rato comentando las incidencias del viaje, sin saber todavía si teníamos barco para el regreso a Marín.

F - 5: Hórreo en la Isla de Ons (Ría de Pontevedra)

Acompañamos un rato a Raquel y sus amigas de vuelta al campamento y por fin vemos que se acerca un barco, y a medida que se aproximaba al espigón de atraque casi ni se movía, haciendo las maniobras correspondientes para no golpearse.

Montamos en el barco e iniciamos el regreso con la mar poco mas o menos igual que por la mañana, por lo que aquello daba unos meneos de mucho cuidado, al menos hasta la entrada de la ría; al fondo se veía la playa de la Lanzada y otras menores en la costa de Portonovo y Sanjenjo, por donde tímidamente asomaba un poco el sol.

Por fin llegamos a Marín, pusimos pie a tierra y comentamos ¡¡NOS HEMOS GANADO EL TÍTULO DE LOBOS DE MAR!!.

Cogimos el coche en dirección a Pontevedra con intención de buscar un hotel y darnos un merecido homenaje; llegamos a Pontevedra, preguntamos por allí acerca de un buen Hotel, nos enviaron al centro de la ciudad, que por cierto había una plaza a la que creo que dimos varias vueltas porque yo no me aclaraba con el coche y al final acabamos en el Hotel "Rías Bajas".

Subimos a la habitación, nos atusamos y bajamos de nuevo a preguntar que donde había un buen restaurante; nos indicaron varios y aterrizamos en uno llamado "La Regenta", situado en la Avda. de Vigo nº 2.

Bajamos unas escaleras y antes de entrar al comedor tenían los pilones con el marisco vivo; entramos y estaban dos o tres mesas cenando, pedimos la carta y tras una sopa de marisco para entrar en calor y quitarnos los efectos de la humedad, nos pusimos en manos del camarero, quien nos recomendó un surtido de marisco entre lo que cabe destacar unos bogavantes a la plancha exquisitos, sin menospreciar en absoluto el resto de la cena, pero el caso de los bogavantes fue excepcional.

Tras los postres nos ofreció un orujo tostado, casero y se sentó con nosotros a tomar una copa, porque las otras mesas ya habían terminado y no quedaba nadie mas en el restaurante.

El primer sorbo de orujo ya nos indicó que tenía muchos grados, porque se quedaba la garganta paralizada, pero el segundo ya entraba algo mejor y como nos lo había servido en unas copas como de vino, es decir, con bastante cabida, teníamos tarea por delante.

Le preguntamos la posibilidad de comprar marisco y él mismo se ofreció a proporcionárnoslo.

El orujo entraba cada vez mejor, la conversación era amena y no teníamos ninguna prisa, porque ya habíamos cumplido con el motivo principal del viaje, por lo que a medida que se nos vaciaban las copas nos servía otras; le sugerimos que nos vendiera alguna botella de orujo, lo cual ya no le hizo tanta gracia porque tenía muy poco, ya que al parecer lo hacían ellos y como habíamos quedado en volver al día siguiente para lo del marisco pensamos que en el lote nos llevaríamos al menos una botella.

En resumen, que salimos del restaurante cerca de las 2 de la mañana con una buena "coloqueta"; la ciudad parece que estaba desierta y pusimos directamente rumbo al hotel.

Sábado, 29 de Agosto de 1992:

Nos levantamos con un poco de carraspera y tras el aseo y liquidación de cuentas con el Hotel nos fuimos a hacer algunas compras. El día se presentaba lluvioso.

Masito tenía que comprar unos vaqueros negros que le había encargado Raquel, por lo que entramos en una tienda de ropa y si había la marca, no había la talla, el caso es que estuvimos allí un buen rato de cháchara con la dueña mientras intentaba proporcionarnos los pantalones.

Nos comentó que vivían en Sanjenjo y que habían venido en alguna ocasión a Segovia ya que como eran gente de costa desviaban sus vacaciones hacia el interior; aprovechamos la ocasión para preguntarla que donde podíamos comprar buen marisco y aparte de indicarnos un par de sitios en Sanjenjo, pero teníamos que desplazarnos veintitantos kilómetros "gallegos", hizo unas llamadas y nos puso en contacto con una marisquería de una tal María Luisa, que era amiga suya y nos indicó que estaba en una especie de Centro comercial llamado "A Barça".

La mujer se deshacía en amabilidades y Masito la dio una tarjeta suya de concejal, por si alguna vez venían a Segovia y necesitaban algo; además creo que quedó en enviarla un libro o algo parecido.

Salimos de la tienda y nos fuimos hacia el centro comercial, no sin antes dar una vuelta con el coche por Pontevedra, porque como ya he dicho anteriormente el circular por esta ciudad se me ponía difícil.

Atravesamos el puente sobre el río Lérez, que es el que forma la ría de Pontevedra y justo al otro lado estaba el Centro Comercial; entramos y enseguida encontramos la marisquería, donde por cierto, la dueña no estaba porque había ido a la lonja a por el marisco.

Nos tomamos unas cañas con unos mejillones al vapor exquisitos y estando allí en la barra aparecen los Escudero; ya se sabe lo que pasa, danos una ronda, danos otra, mas mejillones, unas nécoras, etc.

Total, que llegó la tal María Luisa, y ese día no se había dado bien la cosa y no trajo apenas género, por lo que decidimos comprar unos bueyes de mar, unas nécoras y alguna otra cosa; como nos parecía poco entramos en el mercado y compramos un par de kilos de almejas, unas cuantos botellas de albariño y teniendo en cuenta la hora que era, decidimos ir a comer al puerto de Vigo, que estaba a unos 30 Km. por autopista, por lo que en menos de media hora podíamos estar allí.

Nos pusimos en marcha y efectivamente, al cabo de un rato estábamos sentados en una terraza en el puerto de Vigo, dispuestos a darnos un segundo homenaje.

Había salido el sol y el olor de las planchas de marisco abrían el apetito, por lo que como pasa en ocasiones, que "no tenemos medida", pedimos una mariscada variada y exagerada.

Nos pusimos a la tarea y aunque estaba muy bueno, no se si por falta de apetito debido a los mejillones o por el exceso, a mi particularmente no me supo tan exquisita como la noche anterior. A medida que íbamos comiendo yo le decía a Masito que la primera mitad del viaje de vuelta tenía que conducir él, porque yo pensaba echarme la siesta un rato en el coche.

Terminamos de comer sobre las 4 y media de la tarde y pusimos rumbo a Segovia por la carretera de Orense; yo, efectivamente me eché una buena siesta en el coche, porque de esta parte del viaje tengo bastantes nebulosas, hasta que llagamos a la zona de la Portilla de la Canda, donde vemos que el tráfico es muy lento e incluso en ocasiones tenemos que parar.

Cuando llegamos a la Portilla del Padornelo, las paradas se hacen mas frecuentes, de tal forma que me bajo del coche y hago unos tramos de carretera a pie, ya que no se veía el fin de la caravana; cuando Masito avanzaba con el coche me recogía, todo esto, a menos de 15 ó 20 por hora; no obstante, a medida que íbamos subiendo el puerto se notaba cada vez mas frío, de tal forma que en lo alto creo recordar que el termómetro del coche marcada 1 grado. Masito me dijo en algún momento que parece como si en algún punto se quisiera bloquear la dirección del coche, pero no lo dimos mas importancia.

Total, que aguantando mecha y sin saber los motivos de la caravana, llegamos hasta Puebla de Sanábria, donde parece que el tráfico aligeraba un poco mas, y ya en el pueblo de Mombuey, de noche cerrada, hicimos una parada para llamar a casa diciendo que estábamos de viaje de vuelta.

Desde Mombuey cogí yo el coche hasta Segovia, sin nada mas destacable que un buen chaparrón que nos cayó entre Arévalo y Santa María de Nieva.

Nos presentamos en el bar las 3 BBB de la Plaza Mayor de Segovia pasada la una de la mañana.