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CAPÍTULO XIX: EL AGUA
VIAJE AL VALLE DE BOÍ Y PARQUE NACIONAL DE AIGÜESTORTES (PIRINEO CATALÁN): DEL 14 AL 17 DE AGOSTO DE 1997



Asistentes: Miguel-Angel Marqués y Pilar; Chiqui, Sara y Lourdes; Angel. TOTAL .......... 6
Alojamiento:

En el Hostal NORAY, en BARRUERA (Vall de Boí)-Lérida.

Tfnos: 973 / 69.40.21

Tenemos reservadas tres habitaciones dobles y una triple, con baño completo.

Precio: 3.900 ptas. por persona y día el alojamiento, desayuno y cena. Cuando hicimos la reserva, Miguel-Angel Marqués y yo dejamos en depósito 5.000 ptas. cada uno, ya que era muy difícil conseguir alojamiento en el Valle para esas fechas.

En estas condiciones tenemos hecha la reserva.

Distancias:

Segovia-Soria 196 Km.

Soria-Ágreda 55 Km.

Ágreda-Tarazona 20 Km.

Tarazona-Gallur 36 Km.

Gallur-Zaragoza (A) 45 Km.

Zaragoza-Soses (A) 133 Km.

Soses-Circunvalación Lérida (A) 17 Km.

Circunv.Lérida-N.230-Alfarrás 20 Km.

Alfarrás-Benabarre 40 Km.

Benabarre-Pte.de Montañana 24 Km.

Pte. de Montañana-Pont de Suert 40 Km.

Pont de Suert-Barruera 14 Km.

TOTAL ............... 640 Km.

De los que 195 Km. (A) son por autopista.

PLAN DEL VIAJE

Jueves, 14 de Agosto de 1997:

Miguel-Angel y Pilar, como estarán de vacaciones por la zona, van directamente a Barruera, donde nos veremos a la hora de cenar.

Los demás, salimos de Segovia a las 15 horas, por lo que podemos llegar sobre las 22,30 horas, ya que la carretera es buena aunque unos 20 Km. antes de Pont de Suert, va bordeando un pantano y tiene unas cuantas curvas.

Llegamos al hostal, cena, partida y cama.

Viernes, 15 de Agosto de 1997:

Nos levantamos sobre las 8,30 de la mañana, y después de desayunar y comprar un bocadillo, cogemos los coches por la carretera en dirección a Caldes de Boí. Pasado el cruce de Boí y nada mas atravesar el río, tomamos la desviación a la derecha (hasta aquí unos 7 Km.). A unos 3 Km. y medio de la desviación llegamos al Estany de la Llebreta, que marca el principio del Parque Natural.

La carretera continúa otros 3 Km., hasta las aigüestortes de San Nicolau, con fuertes rampas al final del trayecto. Aquí aparcamos.

Continuamos a pié por una pista de tierra, en una tramo de unos 5 Km., pasando por el Prat d' Aigües d'Ací, hasta llegar a un refugio junto al Estany Llong. Si no estamos muy cansados, podemos continuar la ruta hasta el Portarró d'Espot, donde nos comemos los bocadillos, contemplamos el panorama, e iniciamos el viaje de vuelta por el mismo camino.

Por la tarde, ya de regreso a Barruera, podemos visitar los pueblos de Boí y Taüll, con importantes muestras del románico del Siglo XII. Llegada al hostal, duchas, cena, partida y cama.

Sábado, 16 de Agosto de 1997:

Nos levantamos igual que el día anterior a las 8,30 de la mañana y después de desayunar y comprar los bocadillos, cogemos los coches por la misma carretera que el día anterior, hasta llegar a los baños de Caldes de Boí. Pasada la estación termal, se cruza el río y remontando un gran desnivel se llega con el coche hasta la Presa de Cavallers (unos 18 Km. en total y nos situamos a 1.781 m. de altura), donde aparcamos.

Empezamos la marcha a pié, bordeando el lago de Cavallers, por un camino llano, hasta llegar al Torrent del Estany Negre, a partir del cual hay unas fuertes rampas hasta el refugio de Ventosa Calvell (2.220 m. de altura), situado junto al Estany Negre. Continuamos la ruta hasta los Estanys de Travessany, Mangades y Monges (2.422 m. de altura), por lo que el desnivel total, desde donde dejamos el coche es de 641 m., es decir, no es para tanto. Después de comernos los bocadillos, iniciamos el regreso y ya con el coche podemos acercarnos a visitar el pueblo de Erill la Vall. Llegada al hostal, con el programa habitual.

Domingo, 17 de Agosto de 1997:

Podemos acercarnos hasta la zona de Benasque y Cerler, para tener una referencia directa de cara a próximas excursiones y regresar por Barbastro (donde comeremos) y desde allí por Huesca y Zaragoza hasta Segovia.

LUGARES VISITADOS:

La cordillera pirenaica separa naturalmente España de Francia y va del Atlántico al Mediterráneo. Se le calculan 50 millones de años desde su formación y es un enjambre de culturas, leyendas e historia.

Según el censo de Juan Buyse en el Pirineo existen 129 picos principales de más de 3.000 m. y otros 83 secundarios, encontrándose la mayor concentración en el valle de Benasque (Huesca), con casi 50 de ellos. La cordillera tiene su cota máxima en el pico de Aneto (3.404 m) que forma parte de los Montes Malditos en el valle de Benasque.

Estas montañas siempre han inspirado respeto y admiración, y ya en el año 1856 sirvieron de inspiración al poeta F. Soutras cuando escribió refiriéndose a los Montes Malditos: "Unas agujas donde el águila busca en vano donde posarse. Unos rellanos acorazados de un hielo eterno." Eran otras épocas, pero sobretodo hoy en día el visitante se ve gratificado con su contemplación y su naturaleza salvaje.

La Vall de Boí: Barruera, Durro, Boí y Taüll.

Situada en el límite occidental de Lérida, en pleno Pirineo y atravesada por el río Noguera Ribagorçana, encontramos L'Alta Ribagorça. Blancas sierras, lagos azules y verdes valles por los que serpentean ríos cristalinos. L'Alta Ribagorça os brinda infinidad de paisajes, como el valle de Boí, una tentadora oportunidad de vivir de cerca la naturaleza y descubrir parajes únicos. También se pueden practicar todo tipo de deportes de montaña y aventura.

La capital de L'Alta Ribagorça es El Pont de Suert, un importante enclave urbano en medio de la montaña. Destaca por la plaza porticada del Mercadal, la Església Vella y la Calle Mayor, con sus casas típicas. También es admirable la nueva iglesia de la Asunción. 

La Vall de Boí es uno de los conjuntos más valiosos, y singulares del mundo. Las iglesias románicas más importantes son las de Durro, Barruera, Erill la Vall, Boí, Santa María de Taüll y Sant Climent de Taüll. Son iglesias de una o tres naves, con cubiertas de madera y ábsides decorados exteriormente con frisos de arquerías ciegas. Llevan adosado un campanario esbelto, de sección cuadrada y calado con arcos lombardos. Todas ellas fueron construidas en las primeras décadas del siglo XII y son muy representativas del románico lombardo, que tanta influencia tuvo en Cataluña.

Igual o mayor importancia que la arquitectura, tienen las pinturas murales que decoraban estas iglesias, trasladadas, por motivos de seguridad, al Museu d'Art de Cataluña. Constituyen uno de los máximos exponentes de la pintura románica. El ábside de Sant Climent estaba decorado con un «Cristo Pantocrator» que se atribuye al llamado maestro de Taüll. En Santa María trabajaron dos pintores: el maestro de Maderuelo o de Santa María, autor de la «Epifanía» del ábside, centrada en la imagen de la Virgen en Majestad, y el maestro del Juicio Final, autor del «Juicio Final» del muro occidental. Anterior a todos ellos es el maestro de Boí, a quien se debe el «martirio de san Esteban» de Sant Joan de Boí. A las iglesias del valle corresponden también algunas muestras escultóricas notables, como los descendimientos de Durro, Boí y Erill-la-Vall. De Sant Climent procede un banco, bellamente decorado, que es una de las escasas muestras existentes del mobiliario románico. Todo ello se conserva asimismo en el Museu d'Art de Cataluña.

BARRUERA.

Municipio de la provincia de Lérida situado al N de la provincia, en los Pirineos, a 1.130 m de altitud, que dista 184 km. de la capital y cuenta con 578 habitantes sobre una extensión de 190,91 km². Incluye los antiguos núcleos de Barruera, que es la capital, Boí, Taüll, Erill-la-vall, Cardet, Cóll, Durro, Saraís y Balneario de Caldes de Boí. Entre su patrimonio artístico destaca la Iglesia de Sant Feliu, románica, muy transformada.

TAULL.

F - 1 : Pantocrator. Pinturas murales del románico en el valle de Boí.

La Iglesia de Sant Climent Consagrada en el año 1123, conserva algunas de sus magníficas pinturas románicas originales (el resto se trasladó al Museo de Barcelona). Magnífico templo de tres naves separadas por columnas, tres ábsides con arcuaciones y esbelto campanario, de torre cuadrada de seis pisos, también con decoración lombarda y ventanas geminadas. Las pinturas murales de la cabecera, conservadas en el MNAC y reproducidas in situ, son uno de los mejores ejemplos del género por la fuerza expresiva, pureza de líneas y rica policromía (Pantocrator, santos y apóstoles, escenas del Antiguo y Nuevo Testamento y del Apocalipsis).

La Iglesia de Santa María, construida y consagrada en las mismas fechas que la anterior. Sus pinturas originales están también en el Museo de Barcelona. Las que se pueden contemplar in situ presididas por la Madre de Dios con el Niño, son copias.

BOÍ.

En el pequeño pueblo que da nombre a la Vall de Boí, encontraremos la iglesia parroquial de Sant Joan de Boí con tres naves, dos ábsides centrales, dos absidioles y el campanario de planta cuadrada, de tipo lombardo. En su interior observaremos las reproducciones de las pinturas murales conservadas en el MNAC, con escenas de la lapidación de Sant Esteve y de juglares.

DURRO.

La iglesia Parroquial de la Nativitat de la Mare de Déu que data del S. XII, de una sola nave, porche lateral con arcos, portada con archivoltas sobre columnas dobles, con cerrojo en la puerta, campanario de torre cuadrada del tipo lombardo más macizo que los otros de la Vall de Boí.

En casi todos los pueblos del pequeño valle pirenaico de Boí se conservan hermosas parroquias románicas, todas del siglo XII.

Parque Nacional de Aigüestortes.

Zona declarada parque nacional, situada en el pirineo catalán de Lérida. Abundan los lagos de todos los tamaños y formas y la roca granítica. Los puntos de partida son diversos, a destacar:

* Pueblo de Espot

* Pueblo de Boí.

* Valle de Arán.

F - 2 : Parque Nacional de Aigüestortes y Lago San Mauricio.

La mejor forma que he encontrado de describir el Parque Nacional de Aigüestortes y su entorno es el relato de una travesía montañera, parecida a las nuestras, pero algo mas larga, que he visto en unas páginas de Internet y que se reproduce a continuación.

El refugió donde acaba la primera etapa es el de Amitges. Con la aparición del concepto de trekking, también han pasado a la historia las pesadas mochilas cargadas hasta los topes con la comida necesaria para los días que durase la excursión. Ahora es posible encontrar en los refugios un buen servicio de comedor, capaz de saciar el hambre del más voraz de los caminantes.

Amanece el segundo día y el espectáculo natural es imponente. En momentos como esos es cuando mejor se aprecia lo bueno que resulta abandonar por algunos días las comodidades de la sociedad del bienestar. La imagen esbelta de las Agujas de Amitges apenas tiembla, reflejada en la tranquila superficie de su lago homónimo. Esas dos torres graníticas son una de las mejores zonas de escalada del parque.

Descansados y reconfortados por el tibio sol matinal, iniciamos el itinerario que nos va a llevar hasta el circo de Colomers, ya en el Valle de Aran, cruzando una de las mayores zonas lacustres de la Europa Occidental.

Practicar el trekking supone un cierto esfuerzo físico y ganas de disfrutar de lo que se va viendo. El calzado mas idóneo para esta actividad son las botas de trekking, robustas, impermeables, con suela antideslizante y protección de tobillos. Sin duda, son mucho más cómodas que las pesadas y antiguas botas de montaña.

En lugares donde los caminos se bifurcan, el Parque ha colocado indicadores para que no haya dudas. En el Collado de Ratera, la ruta coincide con el Sendero de Gran Recorrido que atraviesa la cordillera Pirenaíca desde el Mediterráneo al Cantábrico. El GR es fácilmente reconocible por las señales rojas y blancas que aparecen a intervalos regulares. El descenso es por la vertiente norte. Todas las aguas que corren por este lado van a desembocar al océano Atlántico después de atravesar más de media Francia. Entramos en la zona climática atlántica. El circo de Colomers cuenta con cuarenta y ocho lagos, todos distintos. Es la cuenca lacustre pirenaica con el mayor número de ellos. Justo al otro lado del circo está la presa de Colomers y el refugio del mismo nombre, final de esta segunda larga jornada de marcha.

El primer hito de la tercera jornada es el Port de Caldes, a 2455 metros. Hasta la construcción de la carretera del Puerto de la Bonaigua, éste era el itinerario de los mercaderes que querían acceder al Valle de Aran. Ahora, para los caminantes, nosotros, es un incomparable terreno de juego. Alcanzar el Port de Caldes cuesta esfuerzo, pero la recompensa llega en forma de un nuevo y majestuoso paisaje. La espléndida vista desde el Port nos apercibe de lo que todavía nos espera. Nuestro próximo objetivo, el Montarto de Aran, se yergue altivo, recortado sobre el cielo azul, pero aún queda muy lejos. El Montarto será el punto más elevado de nuestro trekking. Hemos elegido esta cumbre por su magnífica situación. A pesar de no ser de las más altas del entorno, tiene 2830 metros, es la que goza de mejores vistas sobre las distintas cuencas lacustres que nos rodean. Además, también permite admirar gran parte del Valle de Aran y otras grandes montañas. Para llegar a la cumbre tenemos que superar un tramo de cresta. Avanzar por este terreno resulta entretenido y, a la vez, divertido. Así, casi como en un juego nos acercamos lentamente a la cima. Una vez arriba, conviene que nos abriguemos para no enfriarnos. En un día espléndido como hoy merece la pena entretenerse jugando a descubrir los montes y valles que nos rodean.

A nuestros pies se abre el valle de Valarties, uno de los más característicos del Valle de Aran. El majestuoso Estany de Mar, con su singular isla, es fácil de identificar. Este es uno de los lagos mayores y más profundos del Pirineo...Ahora, nuestras miradas se dirigen hacia el oeste y allí tropiezan con el punto más alto de la cordillera, el Aneto, en el macizo de las Maladetas. Aunque la estación estival ya está bastante avanzada, el glaciar del Aneto conserva todo su esplendor.

No nos entretenemos mas e iniciamos el descenso hacia el próximo refugio. El ambiente está cargado de electricidad y se presiente un cambio en el tiempo..., y aquí, en alta montaña, los cambios pueden ser muy bruscos.

Es media tarde cuando llegamos al refugio Ventosa y Calvell, a 2200 metros de altura. Los alrededores de la construcción bullen de actividad. En un instante las nubes se adueñan del paisaje y la tempestad no se hace esperar... Primero sobre el macizo de Besiberri y luego sobre nuestras cabezas... los rayos nos obligan a cambiar los planes para esta tarde.

Cuando la naturaleza se muestra hostil, lo mejor es resguardarse en el lugar más acogedor que se pueda encontrar: el refugio cumple con creces esta función. Hoy en día, los refugios son las bases más seguras que pueden encontrar los caminantes. Los guardas son perfectos conocedores del entorno. En cada refugio hay un botiquín completo, camillas especiales y lo que es más importante, conexión por radio con protección civil y con los servicios especializados en rescate en montaña.

Nuestros pasos se encaminan hacia el collado de Contraix por donde vamos a acceder al valle de Sant Nicolau. Allí nos espera la naturaleza en todo su esplendor. Pocas cosas nos resultan tan satisfactorias como observar la vida animal en su ambiente. En los prados de Aigüestortes algunos rebaños de caballos se mueven libremente. Pero las especies salvajes no son siempre tan fáciles de localizar. Con paciencia podremos ver que son muchas las que pueblan estas montañas. Los rebecos, por ejemplo, ágiles y asustadizos. Son, sin duda, los mejor adaptados para brincar por los riscos.

En las cristalinas aguas de los lagos, las truchas se mueven a sus anchas, sin miedo a los anzuelos.

Y las flores....De todos los colores y a cual más vistosa. Las flores de alta montaña son extremadamente delicadas. En el Parque Nacional, gracias a la protección, pueden encontrarse ejemplares únicos. Muchas de estas flores son endémicas del Pirineo y en algunos casos sólo las podremos encontrar aquí. La azucena silvestre, el acónito, la flor de lis, las gencianas, el rododendro o el digital son algunas de las especies más representativas de Sant Maurici y Aigüestortes.

Los carteles nos indican que ya falta poco para el final de etapa, que esta vez será el refugio de Estany Llong. El camino es tan variado y hay tantas cosas a admirar que en ningún momento se hace pesado el seguir caminando, pero saberse cerca del refugio siempre es reconfortante. El de hoy será el ubicado a más baja cota y se halla medio escondido en el espléndido bosque. Aprovechamos estas horas de descanso para cuidar nuestro cuerpo, algo maltrecho ya después de varios días de marcha. Hacemos estiramientos y prestamos especial atención a los pies, la parte de nuestra anatomía que soporta mayor esfuerzo.

Penúltima etapa. Hay muchas moscas, y cuando las moscas son molestas a una hora tan temprana, quiere decir que hoy el calor apretará. El sendero se eleva lentamente entre los pinos. En cuanto el bosque se abre podemos admirar las soberbias montañas que nos rodean. Pero sin la protección de los árboles, la fuerza del sol se abate implacable sobre nuestro grupo. Afortunadamente, aquí el agua no falta y siempre podemos detenernos junto a los lagos para refréscarnos.

Superamos el collado de Dellui y, de esta manera, abandonamos el territorio del Parque Nacional. La cuenca lacustre de Capdella, en la que nos adentramos, vivió a principios de siglo una radical transformación. Las necesidades energéticas de la industria catalana provocaron que las empresas hidroeléctricas explotaran la gran cantidad de agua aquí almacenada de forma natural. Ahora, todos los lagos se hallan embalsados y comunicados por una red de canales subterráneos. De aquella época, todavía queda el recuerdo de las controvertidas ruinas históricas de una línea férrea y de los barracones de los obreros.

Por fin vamos a llegar a La Colomina. Un ingeniero suizo de una empresa hidroeléctrica se hizo construir un chalet para estar cerca de la obra. Muchos años más tarde, el chalet se transformó en refugio y, de hecho, es el único que hemos visto construido por entero de madera. Desde hace unos años, y gracias a la labor divulgadora de sus guardas, el entorno del refugio se ha convertido en un paraíso para los escaladores.

Esta es nuestra última noche en refugio, la última noche de nuestro trekking. Gracias a la fórmula del trekking, gracias a la red de refugios, esta región del Pirineo leridano se ha abierto a mucha gente deseosa de conocer estos lugares que antes le estaban prácticamente vedados.

Amanece un nuevo día, el último, y un corto descenso nos lleva a orillas del Estany Gento, lago cargado de historia. Los restos de las antiguas edificaciones así lo atestiguan. Allá abajo ya se divisan señales de lo que hemos dado en llamar civilización y, mientras descendemos hacia el lago artificial de Sallente, nuestros recuerdos se quedan en este sensacional recorrido por una de las regiones de montaña más bellas de Europa".

Benasque y Cerler.

El último valle del Pirineo Aragonés en dirección al este es el valle de Benasque, que está bañado por el Ésera y sus afluentes. El pueblo del mismo nombre es conocido por la belleza de su entorno y sus construcciones que reflejan un pasado esplendor.

El Valle de Benasque está guardado por escarpadas y majestuosas montañas, y nada menos que 63 de ellas superan los tres mil metros. A la impresionante belleza de estas cimas se le suma el atractivo de superar la mítica cifra; desde aquí, dicen muchos, comienza realmente la alta montaña. En ningún otro valle se concentran tantos "tresmiles" en tan corto espacio, lo que provoca que los amantes de la alta montaña se sientan embriagados con tanta altura y elijan el Valle como un lugar irresistible. El Aneto con sus 3.408 metros y el Posets o Llardana con 3.375 metros, en cuyos valles crecen el pino negro, las hayas y los abetos. El valle de Benasque es cita de montañeros, amantes del esquí y de los que practican el ala delta o parapente. Igualmente, es zona de obligada visita para los amantes del románico. En cuanto a fauna, cabe destacar sarrios, jabalíes y marmotas. En la zona de más alta montaña, el rebeco, zorro, el gato montés y el armiño. Lar ardillas atraviesan libremente los bosques de pino negro. Dentro de la avifauna, podemos encontrar el piquituerto, quebrantahuesos, buitres, halcón abejero, y el verderón. Dentro de la flora, encontraremos bosques de pinos silvestres de corteza rojiza, robles y abetos. Hay cientos de clases de flores, entre ellas el narciso, el rododendro, y la edelweiss.

Cerca de Benasque y a 1.540 m. de altitud se encuentra el pueblecito de Cerler que da nombre a una estación de deportes invernales. Sahún, Villanova y Castejón de Sos nos despedirán del Valle en el regreso que transcurrirá por el impresionante Congosto de Ventamillo.

El valle ofrece infinidad de actividades para todos los gustos y estaciones del año, destacando las actividades de alpinismo clásico y esquí de montaña. Se le considera la capital del pirineismo en la vertiente española gracias a su dilatada historia, y al auge deportivo y turístico en la actualidad.

Existen tres refugios estratégicamente situados:

* Refugio Ángel Orús, en el valle de Eriste. * Refugio de Estós en el valle de su nombre. * Refugio de La Renclusa, en la vertiente norte de las Maladetas.

Actividades Ascensión al Pico de Posets con una panorámica de primer orden. Vuelta al macizo de Posets: Valle de Estós - refugio de Estós - Puerto de Gistaín - Viadós - collado de Eriste - refugio Angel Orús. Ascensión al Pico de Perdiguero por el valle de Remuñe - Portal de Remuñe - Ibón Blanco de Literola.

Magnífica panorámica, en especial la de los glaciares de la vertiente francesa. Travesía del valle de Estós a la vertiente francesa por el puerto d'Oô - refugio Arlaud - refugio Maupas. Panorámica de los Montes Malditos y en particular de los glaciares de Maladeta y Aneto desde el pico Salvaguardia, el puerto de Benasque o el puerto de la Picada. Besurta - llano de Aigualluts - valle de la Escaleta - Tuc de Mulleres. Ascensión al Aneto por los Portillones y glaciar norte, o por el circo de Coronas y Vallibierna al sur. Ascensión a la Maladeta oriental por el collado de la Rimaya


EXPERIENCIAS DEL VIAJE:

Antes de salir.

Alfonso dijo hace unos días que ellos no venían; en su lugar se apuntó Chiqui con Sara y Lourdes. Juan-Pablo dijo que como eran las 24 horas en el Casino este fin de semana, que tampoco venía. Michel me dijo hace dos o tres días que tampoco podía venir, por lo que llamé al hostal para anular una de las habitaciones. Por tanto, los asistentes al viaje fuimos los relacionados al principio del capítulo.

Jueves, 14 de Agosto de 1997.

Salimos de Segovia con un día espléndido sobre las 9 y cuarto de la mañana, en el coche de Chiqui, y tras una primera parada en la gasolinera de Collado Hermoso, continuamos ruta en dirección a Soria; pasada la circunvalación de Soria seguimos por la N-122 hacia Ágreda, Tarazona y Borja y al llegar a Gallur, en lugar de coger la autopista tomamos la N-232, que al cabo de unos 10 ó 15 Km. se convierte en autovía hasta llegar a Zaragoza. Pasado Zaragoza, en el área de Servicio de Pina de Ebro, decidimos parar a comer un poco. Eran las 13,30 horas y hacía bastante calor, por lo que aparcamos el coche bajo las ramas de un árbol puesto que los aparcamiento cubiertos estaban todos ocupados.

Nos metimos en el autoservicio, donde había poca gente y enseguida estábamos comiendo; al terminar, pasadas las 2 de la tarde aquello se había llenado y había colas en el restaurante hasta la puerta, por lo que nos alegramos de haber parado tan pronto puesto que así no habíamos perdido el tiempo. Continuamos por la autopista hasta la salida de Soses, donde cogemos la circunvalación de Lérida y la N-230 en dirección a Pont de Suert, todo ello por buena carretera y no demasiado tráfico. Los últimos 20 ó 25 Km. tienen bastantes curvas, puesto que la carretera va pegada a los pantanos de Sopeira y Escales, en zona bastante montañosa; un par de kilómetros después de Pont de Suert tomamos la comarcal que se introduce en el Valle de Boí, en mejores condiciones que la nacional anterior y, sobre las 4 y 20 de la tarde estábamos en Barruera.

Como no habían llegado Miguel-Angel y Pilar, pedimos las llaves de las habitaciones en el hostal Noray, donde teníamos hecha la reserva, y subimos a darnos una ducha. Chiqui, Sara y Lourdes se metieron en una de las habitaciones abuhardilladas, que fue la que gustó a las chicas, con techo de madera y tronera que daba acceso a la ventana sobre el tejado del hostal, y yo en la otra, dejando para Pilar y Miguel Angel la habitación mas grande, aunque no era abuhardillada. El día se había nublado un poco y después del aseo, con ciertas dificultades debido a la poca presión con la que subía el agua, bajamos al bar del hostal a tomarnos un café y las chicas unas Coca Colas. Sobre las 5 y media de la tarde aparecen Miguel-Angel y Pilar, hartos de viaje, puesto que venían desde Playa de Aro, desde donde habían salido a las 9 de la mañana, atravesando todo el Pirineo Catalán, con un montón de puertos y curvas, de tal forma que con casi 300 Km. menos que nosotros, habían tardado una hora mas. Tras un cambio de impresiones, en el que nos comentaron que habían estado a punto de entrar en Andorra a comer y aprovechar para comprar tabaco (y seguramente algo mas), pero que Pilar se había negado porque ya venía hasta el gorro de curvas, se tomaron un café Pilar y una copa de coñac Miguel Angel (para paliar el catarro que traía) y quedamos en vernos de nuevo a las 7 de la tarde en el bar del hostal.

Durante ese rato, Chiqui, las chicas y yo aprovechamos para dar una vuelta por el pueblo; entramos en la Oficina de Turismo para informarnos sobre las rutas que teníamos previstas, tiempo que se tardaba, desniveles, etc. y aprovechamos para comprar unos mapas y coger algunos folletos (Lourdes cogió de todo y volvió nuevamente a entrar con Sara porque a esta le faltaban algunos). A continuación bajamos hacia la iglesia, que está situada junto al cementerio del pueblo y estaba cerrada y nos acercamos hacia el río Noguera de Tort, con bastante caudal para la época del año en que estamos. Cruzamos el río por un puente, junto al que había un pequeño campo de pruebas de golf, con tres o cuatro alumnos y un profesor de iniciación; Sara, como iba con chancletas, metió un poco los pies en el río y comprobó que estaba el agua bastante fría. Por los alrededores había bastantes manzanos, pero la fruta aún no estaba madura, por lo que desistimos de coger alguna.

Regresamos hacia el hotel, y ya venían por la carretera Pilar y Miguel-Angel, que estaban buscando la farmacia para comprar algo para el catarro de Miguel-Angel; igualmente aprovecharon para entrar en la Oficina de Turismo y coger algunos folletos. A continuación decidimos coger los coches y subir al pueblo de Durro, que se veía en la ladera de la montaña y del que nos separaba un trayecto de 3 Km. con bastante desnivel; nos metimos los 6 en el coche de Miguel-Angel y en unos 10 minutos estábamos en el pueblo; aparcamos el coche y nos dimos una vuelta por allí, subiendo hacia la parte alta, por callejas de no mas de 2 metros de ancho, casi todas empinadas y con suelo de piedra y borrillos, por lo que es imposible acceder en coche hasta la puerta de muchas de las casas. Da el aspecto de un pueblo auténticamente medieval, con pasadizos que comunican unas calles con otras, con fuerte olor a vacas y una fuente que encontramos en un rellano y que aprovechamos para echar un trago de agua. Algunas de las casas están restauradas, pero en la mayoría sigue apreciándose el sabor de lo antiguo. Bajamos hacia la zona principal, junto a la iglesia románica, rodeada por el cementerio del pueblo, como parece que es típico en la zona y nos metimos en el único bar que había, con una pequeña terraza en la calle de tres o cuatro mesas, todas ellas ocupadas.

Chiqui se acercó con las chicas a ver la iglesia, mientras Pilar, Miguel-Angel y yo nos tomábamos unas cañas cambiando impresiones. Estuvimos un rato dentro del bar, comentando la excursión del día siguiente, viendo en el plano los desniveles, etc. Como dentro hacía bastante calor, cuando Chiqui y las chicas volvieron y se tomaron sus refrescos, volvimos a coger el coche y bajamos hacia Barruera. Antes de cenar, nos tomamos otras cañas en la terraza del hostal, donde de vez en cuando y según viniera el aire, había un peculiar olor a cuadra, parecido a lo que ocurre a veces en el Casino; después subimos al comedor, en la hora punta, puesto que estaba casi lleno y con un chico y una chica de unos 20 años para servir las mesas, casi no daban a basto, por lo que nos tocó esperar mas de media hora. De cena había tres primeros, tres segundos y tres postres, por lo que unos cenamos sopa de pescado y calamares, otros espárragos y tortillas, etc. Después de cenar, bajamos nuevamente a la terraza y, en amena tertulia, estuvimos hasta pasadas las 12 de la noche, observando que éramos los últimos y que estaban esperando a que nos fuésemos a la cama para cerrar el bar. Quedamos en bajar a desayunar a las 8 y media de la mañana, con las mochilas preparadas.

Viernes, 15 de Agosto de 1997.

Con bastante puntualidad por parte de todos, y después de dormir unos mejor que otros, a las 8 y media de la mañana estábamos en el comedor para desayunar; la chica que nos servía apareció por allí "quitándose las legañas" y nos ofreció tostadas con mantequilla y mermelada, madalenas y café con leche o Cola Cao; las tostadas, recién hechas de pan de la tierra estaba exquisitas, por lo que yo me comí al menos cuatro. Mientras Pilar, Chiqui y las chicas terminaban de prepararse las mochilas, Miguel-Angel y yo nos fuimos a comprar los bocadillos, a base de chorizo ibérico, lomo, alguna pieza de fruta, chocolate y unas latas de cerveza o Coca Cola. Nos repartimos los bocadillos en las mochilas y poco después de las 9 y cuarto de la mañana estábamos en los coches; echamos gasolina en el coche de Chiqui y nos pusimos en marcha en dirección a Boí, a unos 4 ó 5 Km. de distancia, por lo que en cinco minutos estábamos allí.

Paramos en una pequeña plaza, nos informamos de los Land-Rover que suben hacia Aigüestortes, aparcamos los coches en un pequeño parking que había allí cerca, sacamos los tickes a razón de 1.000 ptas. los mayores y 600 ptas. los menores de 10 años (ida y vuelta) y poco después de las 9 y media estábamos en el Land-Rover camino del Parque Nacional; el conductor nos iba dando detalles de las zonas por las que pasábamos y en la entrada misma del Parque nos paran para entregarnos un folleto informativo junto con una bolsa de plástico para depositar el desperdicio y bajarlo de nuevo; continuamos el trayecto, siguiendo el curso del río San Nicolau y en la ladera opuesta se veían un montón de pinos tronchados, que el conductor nos explicó que era el efecto de las avalanchas de nieve que con cierta frecuencia se producen todas las primaveras; llegamos hasta el Estany de la Llebreta, de aproximadamente 1 km. de largo y así denominado porque visto desde arriba tiene forma de una pequeña liebre encogida (según nos explicaron). La vegetación va invadiendo poco a poco los bordes del lago, consecuencia de unas algas que hacen crecer una especie de juncos y que poco a poco van reduciendo la superficie del agua; continuamos con el Land-Rover otros 3 Km. mas, por una carretera muy estrecha, unas veces asfaltada y otras no, pero que tiene denegado el acceso a los vehículos particulares, hasta que llegamos a un pequeño aparcamiento a partir del cual hay que continuar a pié.

Iniciamos la marcha por camino bastante llano y bien trazado, con un día espléndido de sol, por lo que las perspectivas de la jornada eran bastante favorables; en poco mas de un kilómetro de marcha estamos en la zona de las aigüestortes de San Nicolau, así denominadas por las curvas y retorcimientos que hace el curso del río, dividiéndose en varios ramales en forma de meandros (aigüestortes significa aguas torcidas) por las zonas llanas, bien entre los pinos o bien en las praderas, que es donde mejor se aprecian; como nos había dicho el conductor que era mejor sacar fotos en esa zona por la tarde, debido a la posición del sol, pasamos un poco de largo con intención de dar una paseo por allí a la vuelta.

Miguel-Angel y yo íbamos delante, mientras Pilar, Chiqui y las chicas se quedaban atrás en animada conversación, por lo que al llegar a una fuente denominada "Font del Pas" hacemos una parada para refrescarnos y esperarlas; continuamos la marcha y el camino sigue siendo una auténtica pista, con alguna que otra cuesta arriba pero de muy poca pendiente siguiendo el curso del río San Nicolau que de vez en cuando forma pequeñas cascadas; al llegar a la zona denominada Prats d' Aigües d' Aci, hacemos una nueva parada, puesto que las mujeres se habían vuelto a quedar atrás. En este lugar el valle se abre en amplias praderas y el río se bifurca en varios ramales, sobre los que han construido pequeños puentes de madera para cruzarlos; como nos pareció un paisaje precioso aprovechamos para sacar algunas fotos hasta que nos reagrupamos todos de nuevo y continuamos la marcha.

F - 3 : Junto al Estany Llong, en el P.N. de Aigüestortes.

El siguiente tramo entra en una zona de bosque mas cerrado, a base de pino silvestre y con pequeñas rampas, estando el camino muy bien trazado y sin posibilidad de pérdida, hasta que llegamos al refugio del Estany Llong, que dejamos a la izquierda y continuamos en unos metros mas de ascensión hasta el propio Lago, que aparece de repente a nuestra vista entre los pinos, causando una maravillosa sensación. El camino continua bordeando el lago por la derecha hasta que al otro extremo hay una zona de praderas con algunos pinos sueltos que aprovechamos para protegernos del sol. Hacemos una nueva parada para contemplar el maravilloso paisaje, sacar algunas fotos con el trípode y esperar a las "señoras", que nuevamente se habían quedado atrás. Estuvimos allí mas de media hora, comentando las bellezas de la zona, observando la multitud de pececillos que había al borde del lago, comiendo algo de fruta y, en fin, disfrutando del panorama; al fondo se veía una cascada que bajaba desde un circo superior y donde según los indicadores y el plano podía estar situado el Estany Redó, que era nuestro punto de destino.

A partir de este momento, la pista se convierte en un estrecho camino, con poco desnivel al principio, pero mas empinado después, cuando se sitúa paralelo a la cascada y al cabo de unos 18 minutos, Miguel-Angel y yo estábamos al borde del Estany Redó; buscamos un sitio apropiado, pero las buenas sombras estaban ocupadas por gente que había llegado antes que nosotros; no obstante, dejamos las mochilas y nos subimos a unas rocas desde las que se veía el camino, para ver si llegaban las "señoras"; aparece Lourdes en cabeza y poco después Pilar con Chiqui y Sara. En pocos minutos estaban junto a nosotros y decidimos rodear el lago hasta unos pinos que había al otro extremo, junto a los que bajaban pequeñas cascadas, de otros lagos superiores con objeto de beber agua corriente y poner las cervezas y Coca Colas a enfriar; tardamos cerca de media hora en bordear el lago, puesto que el camino no era nada fácil debido a la cantidad de rocas que había que subir y bajar, por lo que si Sara ya había protestado en la subida, no se quedó corta en este tramo; en resumen, que sobre la una del mediodía, estábamos en nuestro pequeño bosquecito de pinos junto al lago y con las latas puestas a enfriar en la cascada.

Como era pronto para comer le dije a Miguel-Angel que si nos subíamos a dar una vuelta por la ladera de enfrente, hasta unas rocas que se veían en lo alto; sin pensarlo mucho, nos pusimos en marcha, quedando con Pilar y Chiqui en volver sobre las 2 y cuarto ó 2 y media. En el primer tramo de subida, había que atravesar un canchal de granito, lo que hicimos con algunas dificultades puesto que las rocas eran grandes y había que ir saltando de unas a otras; terminando la zona de piedras, Miguel-Angel me avisó de que poco mas arriba había un rebeco ó sarrio, como se denominan por esta zona y, efectivamente, delante de nosotros pasó a unos 50 metros, con esa agilidad que les caracteriza. Después la ladera continuaba en forma de pradera y con bastante pendiente, por la que bajaban pequeños arroyos de vez en cuando, que nos permitían refrescarnos, porque entre el calor y el desnivel estábamos sudando. Al llegar a las rocas, nos sentamos un rato, contemplando los Estanys Llong y Redó, uno encima de otro, pero mirando un poco a nuestra izquierda me pareció que había un paso de montaña, que podía ser el Portarró de Espot, por lo que decidimos avanzar un poco mas; como casi siempre, la montaña engaña y lo que en principio parecía un paso, al girar la loma se convertía en una nueva ladera, con camino bien trazado, que parece que culminaba en el puerto; continuamos por el camino y había tramos en los que se ponía bastante pendiente, hasta que por fin llegamos arriba, al llamado Portarró de Espot, que es el paso a través del cual se comunican las dos vertientes del Parque Nacional: la zona de Aigüestortes y la zona del lago San Mauricio.

Como nos había dicho el conductor del Land Rover, al estar en una zona llana, entre dos picos (el pico y la aguja, denominados del Portarró), no se veía la zona de San Mauricio, ya que también nos dijo que había que caminar unos 10 minutos a la derecha, bordeando la Aguja del Portarró; Miguel-Angel no parecía muy convencido, porque la verdad, nos habíamos dado una buena paliza y avanzó un poco mas intentando asomarse al otro lado del puerto; yo continué hacia la derecha y desde lo alto de una roca le vi que venía detrás. Al llegar a una zona desde la que había una espléndida vista, puesto que de divisaban al menos cinco lagos, me subí a una roca para esperarle; estábamos encima del Estany Nere, situado en un circo glaciar bastante cerrado y sobre el que vertía una cascada procedente de otro lago menor situado encima, en el mismo circo; a nuestra derecha veíamos el Estany de Les Granotes, al fondo, abajo del todo, el Estany Llong y por medio algunos otros lagos menores. Mirando hacia la izquierda efectivamente se veía un paso, a modo de brecha, hasta el que llegaba el camino en el que estábamos situados. Cuando llegó Miguel-Angel le dije que si nos acercábamos, calculando unos 10 minutos o cuarto de hora de ida hasta la brecha y otros tantos de vuelta, pero me contestó que ya no avanzaba mas, que se quedaba en esa roca esperándome; intenté llegar, pero no había caminado ni 5 minutos cuando me encuentro en una zona de pendiente casi vertical, de mas de 100 metros, que descendía hacia el Estany Nere y con ciertas dificultades para pasar, debido a lo cansado que estaba y la relativa prisa que tenía, por lo que decidí darme la vuelta.

Reunidos de nuevo, iniciamos el regreso hacia el Estany Redó, donde nos estaban esperando las mujeres. Al principio, el camino bastante cómodo y bien trazado, con algunos arroyos que nos permitían refrescarnos, pero al llegar a la altura donde habíamos parado al subir, se nos presentan dos opciones: o bajar por la ladera de hierba, con fuerte pendiente o bajar por donde habíamos subido; yo decidí bajar por la pendiente, ya que atravesar la zona de rocas me gustaba poco, pero a Miguel-Angel le pareció muy empinada y decidió atravesar las rocas. Al llegar al Estany Redó no veía a Miguel-Angel, por lo que estuve un rato mirando con los prismáticos hasta que pude localizarle; al otro lado del lago estaban Chiqui, Pilar, Sara y Lourdes, que enseguida me vieron debido a que llevaba una camiseta amarilla, pero se extrañaban de no ver a Miguel-Angel y de que yo mirase tanto con los prismáticos. Decidí rodear el lago por el lado contrario, porque parecía mas corto, lo que fue un gran error por mi parte, ya que había tramos con grandes desprendimientos de rocas, debido a las avalanchas y en ocasiones tenía que gatear por ellas o dar un buen rodeo para poder avanzar; en resumen, que habiendo llegado Miguel-Angel al lago un rato después que yo, llegó antes donde estaban las señoras. Si ya lo hemos dicho muchas veces, que normalmente los atajos no son buenos en la sierra. Eran mas de las 3 y media de la tarde.

Por fin nos sentamos un rato, nos quitamos las botas, nos echamos un cigarro y Miguel-Angel se fue a meter los pies en el lago antes de comernos el bocadillo; yo, bastante cansado, cogí una buena posición y prácticamente no me moví, puesto que nos tenían el bocadillo preparado, las cervezas frescas, etc. Mientras las "chicas" se entretenían mirando las truchas en el lago, nosotros empezamos a comer los bocadillos, de chorizo ibérico y lomo, pero a Miguel-Angel, con el catarro y la paliza que tenía encima, no le pasaba por la garganta, por lo que a los 4 o 5 bocados desistió; yo me comí la mitad del pan y todo el contenido.

La tarde se estaba nublando y de vez en cuando caían cuatro gotas, por lo que aligeramos para preparar las mochilas e iniciar el camino de regreso; al poco de empezar a caminar, todavía en los alrededores del Estany Redó, sonaron un par de truenos, lo cual nos hacía pensar que posiblemente nos pillaría la tormenta; en la bajada desde el Estany Redó al Estany Llong cogí a Sara de la mano para que no nos retrasase la marcha, ya que ve dificultades donde no las hay y muchas veces duda donde echar el pié; al llegar a la pradera que da acceso al Estany Llong, me quedé en el río para llegar las cantimploras de agua y en ese momento empezaron a caer gotas mas gordas por lo que hubo que ponerse los chubasqueros; mientras, los demás, seguían avanzando por la pradera entre un rebaño de 20 o 25 vacas. Aligeré el paso para llegar a su encuentro y cuando estoy pasando entre las vacas noto que se me cae algo de la mochila; me doy la vuelta y veo que se me había abierto la cremallera y había ido dejando las cosas por el camino (camisetas, toalla, cámara de fotos, gafas, etc.), por lo que dejé la mochila junto a las vacas y tuve que hacer la de Pulgarcito, es decir, volver sobre mis pasos para recoger todo lo que había ido perdiendo por el camino; tras este pequeño incidente, continué hasta que les di alcance en el camino paralelo al Estany Llong.

Reagrupados de nuevo, llegamos a la altura del refugio y decidimos hacer una parada para tomar unos cafés; como había bastante gente dentro, nos sacamos los cafés a la calle y sentados en una roca los tomamos con tranquilidad. A partir de allí, el camino es bastante llano hasta donde nos tenía que recoger el Land Rover, por lo que paramos algunas veces, unas para ponernos o quitarnos los chubasqueros, puesto que de vez en cuando caían cuatro gotas y en cuento teníamos el chubasquero puesto dejaba de llover, otras por razones "técnicas", porque a Pilar, de vez en cuando se le ponía un dolor en el pecho. Lo cierto es que entre 6 y media y 7 menos cuarto de la tarde estábamos en el aparcamiento de los Land Rover, con uno allí dispuesto a salir y otro que llegaba en ese momento; nos acoplamos en este segundo y nada mas estar sentado en el coche empezó a descargar un aguacero que, menos mal que nos pilló a cubierto; en medio del chaparrón, empezamos a bajar con el Land Rover en dirección a Boí, y a la altura del Estany de la Llebreta la tormenta se quedaba atrás y parece que empezaba a salir el sol; comentamos con el conductor que a que se debía el que hubiese tantos pinos secos y nos dijo que era motivado por dos causas principalmente: por los rayos de las tormentas y por una especie de pájaro carpintero. Al cabo de un rato estábamos en el pueblo de Boí y justo allí, en la plazuela donde aparcan los Land Rover, había un bar con terraza, por lo que nos sentamos a tomar unas cervezas y a comentar las incidencias del día.

Después de estar allí cerca de una hora, cogimos nuestros coches y bajamos hasta Barruera, para darnos una ducha y tomar otras cañas antes de cenar en la terraza del Hostal Noray. Después de la cena bajamos nuevamente a la terraza a tomarnos unas copas y en animada charla estuvimos allí hasta cerca de las 12 de la noche en que nos fuimos a la cama.

Sábado, 16 de Agosto de 1997.

Igual que el día anterior, habíamos quedado en desayunar a las 8 y media de la mañana y, puntualmente, todos estábamos a esa hora en el comedor; de desayuno teníamos tostadas con mantequilla y mermelada, galletas, etc. Nada mas terminar, Miguel-Angel y yo nos fuimos a la compra de los bocadillos que, como nos habían gustado, repetimos el mismo "menú" que el día anterior, mas unas cuantas manzanas. La mañana estaba un poco nublada, pero no llovía, por lo que enseguida cogimos los coches y tomamos la carretera en dirección a Caldes de Boí, donde hay un balneario y dos o tres hoteles que al parecer estaban bastante llenos debido a la cantidad de coches que había en el aparcamiento; a partir de allí la carretera se estrecha y comienza a subir en dirección hacia la presa de Cavallers, construida por la Empresa Nacional Hidroeléctrica Ribagorzana aprovechando el lecho de un lago glaciar, para la obtención de energía eléctrica. Poco después de pasar el Balneario, hay en la carretera un nuevo punto de información del Parque Nacional y aunque está fuera de los límites del propio parque, se considera dentro de la zona de influencia, por lo que al igual que el día anterior nos dieron el correspondiente folleto informativo con la bolsa de plástico. Continuamos hacia la presa, que dos o tres kilómetros antes de llegar ya se ve como un impresionante muro de hormigón y a sus pies un edificio-residencia de la empresa E.N.H.E.R. y un gran aparcamiento; como la carretera continua hacia arriba, la seguimos hasta donde hace tope, ya en la parte alta del muro; había bastantes coches por allí aparcados, a uno y otro lado de la carretera, por lo que dejamos a las chicas junto al muro y Miguel-Angel y yo buscamos un hueco para aparcar. A partir de ese momento, sobre las diez menos diez de la mañana, iniciamos la marcha.

Por el lado derecho del embalse, hay un camino que va desde el muro hasta la cola, con cascadas y arroyos que vierten sus aguas al embalse y que tardamos cerca de tres cuartos de hora en recorrer, ya que calculo que el embalse tiene unos tres kilómetros de largo y, además, hicimos un par de paradas para ponernos los chubasqueros, porque de vez en cuando caían unas gotas. El tramo es, en general, bastante llano, con algún tramo de sube y baja y en una zona una especie de escaleras hacía abajo, que ya comentamos que nos iban a sentar mal en el camino de regreso. El embalse da la sensación de ser bastante profundo, de aguas limpias y abastecido por una cascada principal al fondo y otras varias a uno y otro lado; al llegar a la cola hacemos una nueva parada, antes de afrontar la primera rampa, no demasiado pendiente. Una vez superada esta primera rampa llegamos a una zona denominada "Pletiú de Riumalo", bastante llana, que sigue el curso del río, y en la que al principio hay un puente de troncos de madera con un indicador que apunta hacia la izquierda, en dirección a los Bessiberris, cumbres de mas de 3.000 metros que se veían desde allí, y de frente en dirección al Estany Negre, que era nuestro destino; la vegetación escasea por la zona, salvo en las laderas que dan forma al valle.

F - 4 : En la cola del embalse de Cavallers.

Al fondo se ve un gran muro de roca y Pilar no hacía mas que preguntar que si había que subir por allí; parecía bastante vertical, pero le indicamos que, normalmente en esos sitios hay un camino en zigzag que permite hacer mas llevadera la subida; no veía el asunto muy claro, pero como de momento estábamos en una zona llana, tiraba hacia delante. Al final del llano entramos en una zona de roca granítica, con un nuevo puente, en este caso de hormigón, que nos permite atravesar el río y un cartel del Parque Nacional de Aigüestortes. Hacemos una pequeña parada en el puente, cruzamos la zona de unos 50 metros de roca y empezamos a subir la cuesta, que ya en ese momento no parecía tan pendiente, puesto que se veía a otras personas mas arriba subiendo en zigzag. Estamos en el paraje denominado "Barranco Llastres de la Morta"; la lluvia amenazaba de vez en cuando, para hacernos sacar los chubasqueros y cuando los teníamos puestos escampaba, total, que en toda la subida nos pusimos y quitamos dos o tres veces el chubasquero, puesto que cuando no chispeaba nos hacía sudar bastante, debido a la pendiente y a la buena temperatura. Tras dos o tres paradas mas en la subida, una de ellas junto a una preciosa cascada y de atravesar un par de veces el río, llegamos a una nueva zona llana, denominada el "Planell de les Truites", mas corta que la anterior y al final de la cual se veía otra pared de roca bastante pendiente; Lourdes, Pilar y yo nos adelantamos un poco mas, mientras Miguel-Angel se quedaba con Sara y Chiqui, para ayudarlas a cruzar el río; a media pendiente Pilar preguntó a unos que bajaban, que cuanto quedaba para el lago y nos contestaron que estaba ya muy cerca, en cuanto superásemos la cuesta, pero que para el refugio quedaban después unos 20 minutos. Efectivamente, unos minutos después estábamos junto a lago y nos paramos en una roca a esperar a Chiqui, Sara y Miguel-Angel. Desde allí se veía el refugio en lo alto y a Pilar se le quitaban las ganas de subir ese tramo, puesto que no hacía mas que comentar que porque no nos quedábamos allí a comer. Yo aproveché la parada para cambiarme de camiseta, puesto que con motivo del chubasquero la tenía bastante sudada; al poco rato aparecen Chiqui, Sara y Miguel-Angel, por un camino unos metros mas arriba de donde estábamos nosotros y decidimos continuar hasta el refugio. Nos comentaron que se habían cruzado en el camino con unos de Navas de Oro, que se habían dado la vuelta porque les daban mucho miedo las tormentas en la sierra.

Empezaba a salir el sol, lo cual nos animó bastante y al cabo de unos 20 minutos estábamos en el Refugio denominado "Ventosa y Calvell". Hay que reconocer que las señoras se habían portado, puesto que la dureza de la subida y las condiciones climatológicas las hacen merecedoras de un sobresaliente, con mención especial para Pilar y Sara. Una vez en la puerta, pusimos las latas de cerveza y coca-cola en un chorro de agua que salía de un artilugio que tenían allí montado, y nos pusimos a comer las manzanas, que nos sentaron estupendamente. La vista, con el Estany Negre a nuestro pies, el Comolomorfo y los Bessiberris al fondo, con sus neveros cerca de la cumbre y las cascadas que bajaban a pocos metros del refugio, era impresionante; no obstante, como de vez en cuando corría un poco el aire, buscamos un mejor resguardo para comernos los bocadillos, justo en la parte de atrás del refugio, cerca de un montón de bombonas de butano que tenían allí almacenadas. Preparamos los bocadillos correspondientes y allí estuvimos un buen rato dando cuenta de ellos.

F - 5 : Junto al Estany de Travessany; al fondo las Agujas de Travessany.

Como hacía tan buen tiempo, comenté que me iba a dar una vuelta por los alrededores, ya que encima de la cascada cercana tenía que haber otro lago; Lourdes decidió venir conmigo y nos pusimos en marcha. Al cabo de 10 o 15 minutos, cuesta arriba pero no muy pendiente, estábamos junto a otro lago denominado Estany Xic, alimentado por otra cascada que descendía de otro circo superior, aparentemente bastante cercano también, por lo que continuamos por el camino, paralelo a la cascada y en pocos minutos estábamos junto a otro lago mucho mas grande, llamado Estany de Travessany, justo al pié de las Agujas de Travessany, picos estilizados en forma de lanza que conforman un paisaje precioso. Estuvimos allí unos momentos, los necesarios para sacar unas fotos y volvimos a bajar al Refugio, donde seguían los demás en el mismo sitio disfrutando del panorama y tomando el sol.

Una vez todos reunidos, empezamos a recoger y decidimos entrar en el Refugio a tomarnos un café; se veía que estaba bastante completo, porque, al menos en la entrada, había un montón de mochilas y utensilios de montañero, pero había mesas vacías, por lo que nos sentamos en una de ellas y en animada conversación con una pareja de Tarragona, nos tomamos nuestros cafés. A continuación iniciamos el camino de vuelta, por el mismo sitio por el que habíamos venido y para aligerar un poco el paso cogí de la mano a Sara, con tan mala fortuna que en un sitio sin problemas, llano aunque con piedras, dio un tropezón y para que no cayera al suelo tiré de ella, pero al tratar de pasar mi pierna por encima de las suyas para no pisarla, le di una patada en la espinilla que, efectivamente le tuvo que doler; se puso a llorar y tuvo que acudir su madre en su auxilio, haciendo un trozo del camino con ella hasta que se le pasó.

Durante todo el camino de vuelta siguió luciendo el sol y tras unas paradas menores hicimos una grande junto a una de las cascadas, ya que había un sitio apropiado, con rocas planas para sentarnos e incluso tumbarnos, agua en abundancia, etc. Allí estuvimos mas de media hora, comentando las incidencias de la marcha, sacando algunas fotos y disfrutando del paisaje; un rato Miguel-Angel y otro yo, ayudábamos a bajar a Sara para que no nos retrasase mucho y diciéndola donde tenía que poner los pies, aunque parece que disfrutaba pisando por el agua, con sus flamantes botas rojas nuevas. Al terminar el descenso del barranco "Llastres de la Morta", junto al puente de hormigón que mencionamos a la subida, hicimos una nueva parada y tras pasar la zona de rocas abordamos el último tramo para llegar al embalse de Cavallers. Ya en la cola del embalse, escuchamos un impresionante trueno que retumbó espectacularmente entre las rocas y observamos que a nuestras espaldas se estaba nublando, por lo que aligeramos el paso para que no nos pillase la tormenta; nos cayeron unas gotas de agua poco antes de llegar al muro, donde hicimos una nueva parada para esperar a Sara y Chiqui que se habían retrasado un poco. De nuevo todos juntos, bajamos hasta los coches y justo al llegar, cayó un nuevo chaparrón, pero este ya nos pilló a cubierto.

Al poco de empezar a bajar con los coches vemos que delante de nosotros se ha parado la circulación, porque hay un Mitsubishi aparcado y al cruzarse con él una furgoneta que subía en sentido contrario, prepararon el tapón; lo cierto es que la furgoneta no avanzaba y el Mitsubishi no se movía, aunque se veía entrar y salir gente de el, por lo que allí todos parados y sin saber porque. Por fin vemos a unos escaladores, que se bajan de la roca y mueven el coche, con lo que se restableció la circulación, pero nos tuvieron allí mas de un cuarto de hora parados. Como nuestra intención era visitar el pueblo de Taüll, sin mas trámites fuimos derechos hasta allí, de donde nos separaban unos 12 o 14 kilómetros, previa parada en Boí, para tratar de conseguir un folleto turístico sobre los lagos del Pirineo, pero que no tenían en la Oficina de Información.

Llegamos al pueblo y aparcamos junto a la preciosa iglesia románica de San Clemente de Taüll, donde nos hicimos unas fotos y mientras Chiqui, con Sara y Lourdes entraron a visitar la iglesia, Pilar, Miguel-Angel y yo nos sentamos en la terraza de un bar cercano a tomar unas cervezas; en la mesa de al lado había un matrimonio con un perro, no recuerdo de que raza, pero según Pilar es de los que quiere su hija Marta, por lo que entabló una animada conversación de perros y gatos con la señora. El pueblo de Taüll es un pueblo precioso, totalmente restaurado con construcciones típicas de la zona y bastante animado en esta época, pues se veía un buen ambiente de veraneo. Cuando volvió Chiqui con las chicas, se tomaron su correspondiente cerveza y helados y al cabo de un rato decidimos regresar a Barruera.

En unos minutos estábamos de regreso en Barruera, por lo que tras las duchas correspondientes, bajamos a la terraza del Hostal a tomar unas cañas hasta la hora de cenar y poco antes de subir nos cayó un buen chaparrón, pero estábamos a cubierto. Después de cenar volvimos a bajar a la terraza a tomar unas copas, donde estuvimos de charla hasta las 12 de la noche, observando que Miguel-Angel tenía bien agarrado el catarro, porque cada vez estaba mas afónico, a pesar del jarabe que había comprado en la farmacia el primer día y que había estado tomando regularmente.

Domingo, 17 de Agosto de 1997.

Quedamos en desayunar entre 9 y 9,30 de la mañana, con las maletas preparadas; Chiqui bajó un poco antes, pero tuvo que volver a subir a la habitación para terminar las maletas, mientras Pilar, Miguel-Angel y yo nos quedábamos en el comedor rematando las cuentas.

Cuando bajó Chiqui, fuimos a liquidar el hotel y como no admitían tarjetas de crédito, se fue al cajero automático a sacar dinero. Mientras yo me acerqué a una tienda que había allí cerca, donde venden de todo, a comprar unas postales, póster, etc. A los pocos minutos aparecieron todos allí para hacer las compras correspondientes y tras despedirnos de Miguel-Angel y Pilar que se quedaban en el hostal un día mas, pusimos rumbo a Castejón de Sos, con objeto de hacer una aproximación al Valle de Benasque y Cerler. La carretera, en buenas condiciones hasta el cruce con la N-230 (que se dirige a Vielha), y a partir de allí mas estrecha y con curvas, pues comienza el ascenso al Coll de Fadas; la bajada del puerto es una curva permanente y, además, con mucha pendiente hasta llegar a Castejón de Sos; nada mas cruzar el pueblo, sale a la derecha la carretera que, río Ésera arriba se introduce en el valle de Benasque. Continuamos por el valle, atravesando los pueblos de Sesué, Sahún y Benasque, en los que se aprecia una gran actividad turística y llegamos hasta el final de la misma, atravesando varios túneles y con piedras en algunas zonas de la calzada debido a los desprendimientos; aunque la carretera va subiendo, nos daba la sensación de que no habíamos salvado mucho desnivel. La carretera termina pasados los Baños de Benasque, en la cabecera del valle, zona de praderas rodeadas de imponentes moles rocosas, por las que el agua se precipita formando pequeñas cascadas. Aparcamos el coche, nos hicimos un par de fotos y nos propusimos subir hasta Cerler, por lo que volvimos a tomar la carretera en sentido contrario.

F - 6 : En lo alto del telesilla de Cerler; al fondo el Macizo de Posets.

Al cabo de unos 10 Km. que bajamos detrás de un ciclista al que no pudimos adelantar, llegamos al cruce de Cerler, por lo que tomamos la carretera y, esta sí era una buena ascensión; nos acordábamos de los ciclistas en la vuelta a España, cuando la etapa discurre por aquí. Son 4 Km. de curvas a un lado y otro hasta llegar al pueblo, donde nada mas pasar las primeras casas encontramos un puesto de información turística, por lo que paramos el coche y preguntamos. Nos indicaron que si queríamos ver el Aneto y La Maladeta, teníamos que subir hasta la estación de esquí y allí tomar el telesilla, que estaba funcionando, y que nos sube hasta una cota desde la que se contemplan esos picos y el Macizo de Posets. Sin pensarlo mas, continuamos por la carretera, esta ya en peor estado, con muchos baches y zonas de asfalto descarnado, posiblemente por efecto de las heladas, hasta que llegamos a una zona de praderas, al fondo de la cual hay un gran aparcamiento y algunos de los servicios de la estación de esquí; sin pérdida de tiempo nos dirigimos hacia el único telesilla que estaba funcionando, no sin cierto miedo por parte de Lourdes y Sara, puesto que nunca habían montado en telesilla y decían que les daba vértigo, especialmente a Sara.

El trayecto dura unos 20 minutos y transcurre por una ladera con pequeños arroyos, hierba alta, algunos pinos silvestres y termina en la cota 2.300 m., donde nos bajamos y preguntamos cuales eran los picos; el hombre del telesilla nos indicó el Aneto y la Maladeta, cuyas laderas estaban cubiertas de nieve y mas a la izquierda el imponente macizo de Posets, con las nubes apoderándose de los picos, todos ellos de mas de 3.000 metros de altura. Estuvimos unos 5 minutos por allí haciendo unas fotos, puesto que no teníamos tiempo para mas y volvimos a coger el telesilla de bajada. Cuando se levantaba un poco el aire hacía fresco, por lo que llegamos a la estación sin nada de calor, pasadas las 13,30 horas.

Cogimos de nuevo el coche iniciando ya el viaje de regreso a casa siguiendo el curso del río Ésera, atravesando el precioso paraje denominado "Congosto de Ventamillo", auténtico desfiladero excavado por el agua en la roca, de entre 10 y 15 Km. de largo, por el que discurre la carretera junto al río entre dos paredones que no se separan mas de 10 metros el uno del otro. Tras un par de intentos de parada para comer, en los que los restaurantes de carretera estaban a tope de gente y nos hacían esperar mas de una hora, decidimos continuar hasta las 15,30, para ver si se pasaba un poco la hora punta y comer en las inmediaciones de Barbastro; pasamos por el pueblo de Graus y junto al embalse de Barasona, por un tramo de carretera con varios túneles que están arreglando y, al llegar al cruce con la carretera que lleva a L' Ainsa, hacemos un nuevo intento para comer, con la misma suerte que en ocasiones anteriores, porque también estaba lleno el restaurante.

Unos 20 Km. después de Barbastro, cerca ya de las 4 de la tarde, por fin encontramos un sitio para comer; Sara pidió unos entremeses (de los que dejó buena parte, porque era un plato muy grande) y unos filetes de lomo, igual que Chiqui y Lourdes. Yo me comí un plato de ensaladilla rusa y sepia en salsa. Como las raciones eran grandes y no era cuestión de llenar el estómago puesto que teníamos muchos kilómetros por delante, todos dejamos un poco. Al salir de comer, Chiqui cogió un rato el coche, porque a mi, en ocasiones me entra la modorra, y pusimos rumbo a Huesca, que todavía no me explico como no tiene una circunvalación, porque creo que para coger la carretera de Zaragoza hay que cruzar la ciudad entera. A la salida de Huesca se coge la autovía, al menos en un tramo de unos 25 ó 30 Km. y las obras continúan para completar el trayecto de 72 Km. que la separa de Zaragoza; aproveché la ocasión para dar una cabezada, pero a consecuencia de un badén me volví a espabilar. Chiqui continuó con el coche hasta unos kilómetros después de Zaragoza donde, tras parar en una gasolinera de la autopista, volví a ponerme al volante.

Al salir de la autopista, cerca ya de Borja, se veían los rayos salir entre las nubes negras que rodeaban el Moncayo; pasado el pueblo de Borja empezó a caer un impresionante aguacero, que casi nos impedía ver la carretera, lo que se repitió un par de veces mas hasta las inmediaciones de la circunvalación de Soria, además de un intenso tráfico en sentido contrario al nuestro. A partir de allí, el cielo se veía despejado, por lo que sin mas contratiempos llegamos a Segovia sobre las 9 y diez de la tarde.