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CAPÍTULO II: AÑO SANTO COMPOSTELANO
VIAJE A ASTORGA Y PICOS DE EUROPA. DEL 18 AL 20 DE JUNIO DE 1993


Asistentes: Ángel y Juan Pablo.

Alojamiento:

Camping.

PLAN DEL VIAJE:

Estamos en un año jacobeo o Año Santo Compostelano y el viaje se planea con motivo de que mi padre está haciendo el Camino de Santiago andando, desde Segovia hasta Santiago de Compostela y hace un par de días un compañero suyo de la Coral Voces de Castilla ha llamado a mi madre preguntando que qué tal está mi padre, lo cual le hace sospechar que tiene algún problema, pero a pesar de que llama todas las noches no ha dicho nada.

Al parecer está es Astorga, en un campamento de peregrinos hasta el sábado 19, por lo que nos planteamos el presentarnos allí el viernes 18 por la tarde y llevarle en el coche hasta Santiago de Compostela.

Se lo comento a Juan Pablo y está encantado de venirse.

Como no tenemos nada reservado nos llevamos la tienda de campaña.

LUGARES VISITADOS:

Astorga.

Municipio de la provincia de León, situado al S de la provincia, sobre una prominencia de 868 m en la cadena montañosa del Manzanal, bañado por el río Tuerto, perteneciente a la cuenca del Duero. Dista de su capital 46 km. y cuenta con 13.487 habitantes sobre una extensión de 12,72 km².

F - 1 : Astorga: Palacio Episcopal

Históricamente se puede considerar una encrucijada de caminos donde convergieron multitud de pueblos: romanos, peregrinos que recorrían el Camino de Santiago y arrieros, etc. En la época romana, se denominó Astúrica Augusta, y fueron seis las vías que confluyeron en su territorio; la conocida como Vía de la Plata, que unía Astorga con Mérida y Andalucía, fue la más importante.

Entre su Patrimonio Artístico, debemos destacar:

Catedral de Santa María, su construcción comenzó en 1471 y concluyó en la segunda mitad del siglo XVII. Su fachada occidental y sus dos torres son de estilo plateresco mientras que en su interior existen elementos góticos.

Palacio Episcopal, se trata de una construcción modernista de noble granito decorada con vidrieras, capiteles y chimeneas, obra de Antonio Gaudí.

F - 2 : Santuario de Covadonga

Covadonga y los Lagos:

Santuario de la Virgen de las Batallas, gran cueva situada en el estrecho valle de Covadonga donde se rinde culto a la Santísima, patrona de Asturias, a quien se le levantó un altar en acción de gracias por la memorable victoria.

La imagen de la Virgen data del siglo XII y se encuentra cubierta, desde el siglo XVIII, de joyas y ricas vestiduras. En este mismo lugar se conservan los sepulcros del rey don Pelayo, su esposa y su hermana.

Basílica de la Virgen de las Batallas, construida entre los años 1877 y 1901, situada ante la enorme peña del santuario. Es de estilo neorománico y neogótico.

Los lagos Enol y Ercina son popularmente conocidos como "Lagos de Covadonga", situados en la "Montañas de Covadonga" (Picos de Europa - Asturias), donde montañas, lluvias y niebla se han puesto de acuerdo para crear un paisaje de prados y bosques donde el verde, en sus infinitas tonalidades, significa, ante todo, fuente de vida. La generosa naturaleza se ha propuesto, a lo largo de los siglos, convertir la privilegiada montaña de Covadonga en el pionero de los parques nacionales de nuestra geografía.

Este paisaje imponente también acoge las huellas de antiguos lagos que no han llegado a sobrevivir, ya que tan sólo han llegado hasta nuestros días el Enol y el Ercina. Ambos son de naturaleza glaciar y están separados por una potente morrena. El más profundo es el Enol, con un calado máximo de 25 metros, mientras que las dimensiones de ambos son parecidas.

El reflejo de los picos eternamente blancos en las cristalinas aguas del lago Enol dota al paisaje de un halo de misterio. Con cerca de medio kilómetro de largo, 300 metros de ancho y 25 metros de profundidad, los prados que lo rodean invitan a un tranquilo paseo por una inquietante naturaleza que desborda el espíritu.

Junto al lago Enol, tras una colina pequeña, aparece el lago Ercina, más alargado y estrecho, y en cuyos juncos viven escondidos ánades reales y agachadizas, entre otras muchas aves.

Los conocidos "Lagos de Covadonga" sirven de punto de partida para interesantes excursiones a pie por los alrededores. Desde el Ercina , tras unas tres horas de marcha, se llega a Vega de Ario, donde existe un refugio de montaña. El tramo del Enol a la Peña de San Enol, a 2.478 metros de altitud, es bastante más largo. Puede hacerse un alto en el refugio de Vegarredonda, de donde sale un itinerario señalizado, sólo apto para montañeros, hasta el mirador de Ordiales, desde el que se aprecia una espléndida panorámica de la praderías de Angón.

Playa de La Franca:

Localidad asturiana famosa por su playa y balneario. Aquí desemboca el río Las Cabras, que desciende torrencial desde las estribaciones de los Picos de Europa, con aguas puras de sus cumbres nevadas.

Fuente De:

En los límites municipales de Espinama se encuentra la encrucijada de cómo abordar los Picos: para el aventurero, será la pista que discurre hasta los puertos de Aliva, con el recurso de un vehículo todo-terreno; para los más civilizados, el Teleférico de Fuente Dé es el medio que nos acerca hasta el mirador del Cable en las alturas ya del macizo. Ambas elecciones conducen a la majestuosidad de los Puertos de Aliva, un auténtico oasis en medio de la pétrea formación rocosa. Las llanas y verdes praderas de Campomayor y Campomenor, conforman un paisaje inimaginable antes del ascenso, cohabitando en el reino de las alturas la nieve con la silvestre violeta, y donde el rebeco ha establecido su señorío.

El rey Alfonso XIII, gran aficionado a la caza, realizó diversas visitas a la comarca, motivo por el cual se construyó el «Chalet del Rey»; aparte de este refugio se pueden encontrar en la zona apenas dos o tres más (destaca el de Aliva), y la «Ermita de la Salud».

EXPERIENCIAS DEL VIAJE:

Viernes, 18 de Junio de 1993.

Salimos de Segovia a las 3 de la tarde por la carretera de Santa María de Nieva en dirección a Arévalo, donde cogemos la Autovía del Noroeste en dirección a Benavente. Desde allí continuamos por la Nacional VI hasta Astorga, donde llegamos en torno a las 6 de la tarde.

Preguntamos que donde estaba el campamento de peregrinos y allí que nos presentamos; era una parcela vallada, bastante en el centro del pueblo, en la que había unas 15 tiendas de campaña de 6 plazas cada una, y otra mas grande con mesas y bancos que utilizaban de comedor; había también una pequeña caseta que servía como de recepción y enfermería. El campamento estaba junto a la biblioteca de Astorga; como no veíamos al abuelo Ángel por allí preguntamos en la recepción y nos dijeron que posiblemente estaba en la biblioteca; entramos y allí le encontramos leyendo.

Cuando se levantó vimos que tenía la zapatilla recortada, para que saliera el dedo gordo del pie, donde lucía un aparatoso vendaje. Nos dijo que estaba bien, que eso no era nada, pero que le habían tenido que hacer una cura en Tordesillas hace unos días, por lo que desde Tordesillas hasta Astorga había ido en autobús. No obstante, ya llevaba allí tres días y al día siguiente estaba dispuesto a continuar la ruta a pie, porque había estado entrenando un poco por los alrededores de Astorga y podía caminar perfectamente.

A todas estas explicaciones le comentamos que habíamos ido allí para que terminase el camino en el coche, y que al día siguiente le llevábamos hasta Santiago de Compostela, donde podíamos quedarnos hasta el domingo, y luego ya le traíamos a Segovia. Nos contestó que no, que si montaba en el coche le trajésemos a Segovia directamente, porque ya se encontraba en perfectas condiciones para continuar.

Quedamos en concretar el tema por la noche y nos fuimos a tomar unos chatos; al rato volvimos al campamento y había allí varios peregrinos mas que le conocían, unos españoles y otros extranjeros, todos mas jóvenes que él aunque también había alguno cercano a los 70 años; comentamos la situación con ellos y aparentemente todos estaban de acuerdo en que podía continuar, e insistían en que no nos preocupásemos que ese grupo iban todos juntos y ya le ayudarían si tenía algún problema.

Así las cosas, preguntamos que si nos podíamos quedar nosotros a dormir en el campamento, aunque no éramos peregrinos, y como en la tienda que ocupaba mi padre estaba el solo, porque otros peregrinos que habían dormido allí la noche anterior habían continuado el Camino, no hubo ningún problema, por lo que bajamos las bolsas del coche y nos fuimos a dar una vuelta por Astorga.

Fuimos hasta la plaza, a ver el Palacio de Gaudí y la Catedral, dimos una vuelta por allí y nos fuimos los tres a un restaurante a cenar. Durante la cena le insistimos en que era una burrada que continuase el camino en esas condiciones, que no iba a poder calzarse etc., pero el insistía en que sí podía, que le iban a quitar ese vendaje en la enfermería y ponerle otro mas pequeño para poder calzarse y que no diésemos mas vueltas al asunto, porque si le obligábamos a montar en el coche le teníamos que traer a casa directamente.

Juan-Pablo ya se puso de su lado y decía que se iba con él a hacer el Camino, porque ya le daban las vacaciones en el colegio.

Salimos del restaurante y volvimos al campamento, donde preparamos las camas y en una tienda tan grande, con colchonetas y para los tres solos dormimos estupendamente.

Sábado, 19 de Junio de 1993.

Nos levantamos muy pronto, a la hora de los peregrinos, recogimos los sacos de dormir y los trastos de la tienda y nos fuimos a desayunar con ellos; todos los preparativos se hicieron con que mi padre continuaba el Camino con el grupo de peregrinos y Juan-Pablo y yo aprovecharíamos el fin de semana de excursión; no obstante, Juan-Pablo insistía en que se iba con el abuelo, pero era evidente que no podía ser.

Por tanto, después de desayunar, cada uno de los peregrinos carga con su mochila y tras las despedidas correspondientes el ánimo de los demás, que volvían a decirnos que no nos preocupásemos, que continuaban el Camino justos, etc., nos quedamos Juan-Pablo y yo solos en el campamento.

Entonces nos planteamos que hacer, y viendo el mapa decidimos coger la carretera de León, ya que poco antes de llegar a la capital empieza la autopista que atraviesa la cordillera Cantábrica en dirección a Oviedo, con objeto de ir a los Lagos de Covadonga. Pensado y hecho; cogemos el coche por la carretera de León y a ambos lados se veían de vez en cuando grupos de peregrinos que iban en sentido contrario al nuestro, es decir en dirección a Astorga; hacía buen tiempo, con algunas nubes y no mucho calor, por lo que el viaje resultaba agradable.

En menos de media hora estábamos en la autopista Astur-Leonesa, que por cierto es una gran obra de ingeniería, ya que se atraviesan 10 ó 12 túneles y un enorme puente colgante a la altura del embalse de Los Barrios de Luna; llegamos a Oviedo, y sin entrar en la capital cogemos la circunvalación en dirección a Pola de Siero y continuamos por la misma carretera en dirección a Arriondas y Cangas de Onís.

En Cangas de Onís las nubes ya se habían cerrado y no se veían las cumbres de las montañas debido a la niebla, pero continuamos viaje en dirección a Covadonga y los Lagos.

Al llegar a Covadonga estaba lloviendo y a medida que empezamos a subir por la carretera de los Lagos la niebla se iba espesando, por lo que teníamos que conformarnos con ver la carretera y nada mas, ya que no se veía dos metros mas allá.

Siempre se había dicho que la carretera de los Lagos impone, por los precipicios que hay a un lado u otro, pero allí lo único que se imponía era la niebla y alguna vaca que de vez en cuando aparecía en medio del camino, pero como nuestra velocidad no superaba en ningún caso los 20 Km. por hora, no había ningún problema.

Cuando estamos ya bastante arriba, parece que se veía un poco mas y al poco rato se cubría todo de nuevo, pero de repente la niebla se disipa, empieza a lucir el sol y nos encontramos de frente al Lago Enol. Continuamos por la carretera hasta el Lago Ercina y junto a él aparcamos el coche.

F - 3 : Juan-Pablo y Angel en los Lagos de Covadonga-Lago Enol

Nos bajamos del coche, rodeados de un maravilloso paisaje y en ese momento comprendí lo que era el "mar de nubes" del que había oído hablar alguna vez; nosotros junto a los lagos, luciendo un sol espléndido y de allí hacia abajo nubes espesas entre las que sobresalía de vez en cuando alguna cumbre montañosa.

Subimos al montículo que separa los dos lagos, nos hicimos unas fotos y dimos una vuelta por la montaña; después bajamos hasta el lago Ercina, lo rodeamos con tranquilidad entretenidos con los patos y con cualquier otra cosa, disfrutando del paisaje y mojándonos los pies, porque los alrededores estaban encharcados. Volvimos con el coche hasta el Lago Enol, por donde dimos otra vuelta y a continuación bajamos hasta Covadonga, donde por cierto, nos resultó difícil aparcar porque había bastante gente.

En Covadonga entramos en la Cueva de la Santina y en la Basílica, nos hicimos unas fotos junto a D.Pelayo y como era poco mas de la una del mediodía, es decir, un poco pronto para comer, bajamos hasta la carretera general y tomamos la dirección a Panes, con idea de dirigirnos a la costa, a la zona de Llanes para buscar un camping.

Juan-Pablo, que iba de copiloto, con el mapa de carreteras en la mano me indicaba que a la altura de un pueblo llamado La Robellada, había que desviarse a la izquierda, porque salía una carretera en dirección a la costa; así lo hicimos y que mala suerte, la mencionada carretera estaba en obras y, aunque abierta al tráfico, había muchas piedras sueltas y se circulaba fatal; pero bueno, ya nos habíamos metido en el berenjenal y había que salir de allí como fuese. Pasamos por un pueblo llamado Meré y tras unos 20 Km. de sufrimiento llegamos a otro llamado Posada, ya junto a la costa; allí cogimos la carretera general en dirección Santander, hasta que sobre las 2 y media de la tarde paramos en un restaurante de carretera llamado Junco. Juan-Pablo se comió una sopa de cocido y un filete, por lo que entró en contacto con la carne de la zona; yo pedí una ración de pulpo, por cierto enorme y un pescado. Nos pusimos bien de comer y recuerdo que no fue caro. Le preguntamos al camarero que si había algún camping por allí y nos indicó que dos o tres kilómetros en dirección a Oviedo había una desviación a la playa de La Franca, donde había dos camping, pero no sabía si estaban abiertos.

Después de comer, siguiendo las indicaciones del camarero, nos dirigimos a la playa de La Franca y el primero de los dos camping parecía cerrado, por lo que avanzamos un poco mas hasta el segundo, llamado "Las Hortensias" que sí estaba abierto. Hicimos los trámites en recepción, nos asignaron parcela (había muchas libres) y empezamos a montar la tienda.

F - 4 : Juan-Pablo en la playa de La Franca

El sitio nos pareció precioso, con una playa en la que el agua estaba 200 metros mas allá de donde empezaba la arena, abrigada por dos pequeños montes de eucaliptos, en cuyas estribaciones junto al mar se formaban cuevas y, unos 100 metros dentro del agua, un gran islote rocoso. El nombre de "Las Hortensias" que habían puesto al camping tenía su explicación, ya que todos los caminos interiores del camping así como las zonas de separación están sembrados de hortensias, en esos momentos con un bellísimo colorido.

El día se había vuelto a nublar, por lo que aligeramos el montaje de la tienda no fuese que se pusiese a llover. Cuando terminamos nos acercamos a la playa y aunque a primera vista parece que no apetecía un baño, lo cierto es que el agua no estaba fría, por lo que volvimos a la tienda a ponernos los bañadores y bajamos a darnos un chapuzón. Al mismo tiempo dimos una vuelta por las cuevas, una de las cuales parecía bastante profunda, por lo que le dije a Juan-Pablo que no se metiera; nos secamos, y volvimos al camping a darnos la correspondiente ducha, pensando en cenar en una especie de chiringuito que había allí mismo, pero nos dijeron que tenían cerrada la cocina (la verdad es que no había casi gente) y que podíamos comernos un bocadillo.

No obstante, como allí mismo hay un hotel llamado "Mirador de La Franca", nos metimos allí para ver si nos daban de cenar y efectivamente, allí cenamos estupendamente, en una mesa junto al mirador que da a la playa, por unas 3.000 ptas. los dos.

Después de cenar nos fuimos directamente a la cama.

Domingo, 20 de Junio de 1993.

Nos levantamos sobre las 9 de la mañana y bien por el ambiente tan húmedo o posiblemente porque había llovido algo por la noche, la lona de la tienda tenía una fina capa de gotas de agua, por lo que teníamos que esperar un poco a que se secase; pasamos un trapo por toda la lona, nos fuimos a lavar y a desayunar, dejando montada la tienda, aunque el día estaba nublado y por tanto tardaría mas en secarse.

Volvimos de desayunar y empezamos a cargar el resto de equipaje en el coche y, aunque un poco húmeda, decidimos recoger la tienda porque no nos íbamos a quedar allí toda la mañana esperando a que se secase.

El plan que teníamos era llegar hasta Fuente De por el desfiladero de La Hermida, subir en el teleférico y dar una vuelta por la zona, ya que yo tenía clavada la espina de hace años que subí y no pude ver nada a causa de la niebla.

Efectivamente así lo hicimos, pusimos rumbo hacia Unquera, atravesamos la ría de Tina Mayor, por donde desemboca el Deva en el Cantábrico y nos dirigimos hacia el interior por Panes; desde allí continuamos por el desfiladero en dirección a Potes, con tranquilidad, porque la carretera no es para ir con prisa y además, merece la pena contemplar el paisaje; sin parar en Potes nos dirigimos a Fuente De, y al pasar por Cosgaya, junto al Mesón del Oso, me acordé de que habíamos comido estupendamente hace años allí y le dije a Juan-Pablo que si teníamos tiempo bajaríamos a comer en ese restaurante.

Llegamos a Fuente De, con un día un poco nuboso pero sin niebla, cogimos el teleférico y en 10 minutos estábamos en el Mirador del Cable. En el montículo que hay a la derecha según se sube en el teleférico había un grupo de personas tirándose en parapente, por lo que estuvimos un rato contemplando el desarrollo de las operaciones, ya que tenía que ser una gozada bajar esos mas de 800 metros planeando en una especie de paracaídas; no obstante uno de los que bajaban, que no debía ser muy experto, no calculó bien el aterrizaje y fue a parar al aparcamiento, encima de los coches, aparentemente sin mayores consecuencias.

Empezamos a dar un paseo por el camino que se dirige hacia Peña Vieja, pero Juan-Pablo estaba perezoso esa mañana y me costaba trabajo hacerle avanzar; nos sentábamos en una roca, sacábamos alguna foto, caminábamos 5 minutos y vuelta a sentarnos, por lo que no hicimos mas que dar una vuelta por los alrededores, tratando de identificar las cumbres que desde allí se veían, pero lo cierto es que como no estábamos documentados no llegamos a ninguna conclusión. Lo que si es cierto es que el panorama me abrió el apetito para volver en otro plan y patear la zona, con planos y mejor informados, comentarlo con los amigos y tratar de que vinieran a verlo, etc.

Fue un primer contacto con el mundo de roca que son los Picos de Europa, algo que te hace salir de la monotonía y que te hace reflexionar y apreciar la naturaleza, en el sentido de que hay cosas en el mundo que tenemos al alcance de la mano y que merece la pena ver y conocer; en resumen, que la idea de volver se me ha quedado grabada en la cabeza, con los amigos o sin ellos, con la familia o solo, pero con el firme propósito de profundizar mas en este mundo.

Sentados en la roca, dando vueltas a estas ideas y viendo que Juan-Pablo no estaba dispuesto a hacer una pequeña marcha, como eran aproximadamente la 1 y media de la tarde, le propuse bajar a comer al Mesón del Oso; eso ya le pareció mejor y por tanto cogimos el teleférico de bajada, y sobre las dos de la tarde estábamos en el restaurante. A esa hora ya tenían casi todas las mesas ocupadas, pero para dos nos hicieron un hueco y nos sentamos a comer; Juan-Pablo una sopa de cocido y un filete enorme, con patatas y yo una ensalada y otro filete; cuando Juan-Pablo vio el tamaño del filete decía que no se comería todo, pero a medida que lo iba partiendo, blando como la mantequilla y de un sabor exquisito, le iba apeteciendo mas, de tal forma que repetía lo de "está buenísima esta carne", no tiene nada de gordo, etc. etc. Creo que no se le olvidará este filete, por el tamaño y por la calidad.

En la mesa que estaba junto a la nuestra pidieron un cocido lebaniego y cuando se lo sirvieron, sacaron la cámara de vídeo para filmarlo, posiblemente por lo exagerado que era, ya que en una fuente de medio metro de larga había chorizo, morcilla, carne, garbanzos y no se si algo mas, todo ello en abundancia. Supongo que sería para mas de uno, porque una persona sola es imposible que se coma todo eso.

Nos tomamos de postre unos zumos de naranja y yo me tomé un café, con lo que la cuenta no llegó a las 4.000 ptas., por lo que la relación calidad/precio me ha parecido excelente. Como ya me había hecho el propósito de volver a los Picos, también me hice el propósito de volver a comer al Mesón del Oso.

Salimos de allí cerca de las 4 de la tarde y tras estirar un rato las piernas y hacer un poco la digestión, nos pusimos en marcha hacia Potes iniciando el viaje de regreso a Segovia. A la salida de Potes tomamos la carretera que sube al puerto de Piedrasluengas, en no muy buen estado, con muchísimas curvas en unos 30 Km. que es la subida del puerto, por lo que Juan-Pablo enseguida empezó a echarse la siesta.

Desde Piedrasluengas, ya en la provincia de Palencia bajamos en dirección a Cervera de Pisuerga y desde allí, siguiendo el curso del río Pisuerga hasta Herrera de Pisuerga, donde cogemos la carretera general de Santander a Valladolid.

Al llegar a Valladolid, tratando de no atravesar la ciudad, nos hicimos un pequeño lío en la circunvalación, ya que había zonas de obras y parece que no estaba terminada, por lo que nos metimos en la carretera de Soria y tuvimos que dar marcha atrás; por fin salimos de Valladolid por el barrio de las Delicias y llegamos a Segovia poco antes de las 9 de la noche.