CAMINO DE SANTIAGO 2019
Sábado, 29 de Junio de 2019
Fisterra - Muxía - 29,3 kms

Angel había pensado en acortar esta etapa, de unos 30 kms, desde Lires a Muxía, por lo que cogería un taxi para acercarse a Lires antes de comenzar a caminar.

Por mi parte y como me sentía con ánimos, madrugué a las 7 de la mañana para, una vez tomado el desayuno en el mismo albergue, ponerme en marcha esperando no perderme en la salida de Finisterre.



Fisterra


Volví sobre los pasos que hicimos ayer recorriendo nuevamente la playa de Lagosteira; no se veía ningún peregrino, mientras recordaba el año pasado cuando volvía a Santiago que tampoco veía a nadie.

El día amaneció nublado pero sin pintas de llover. Llegado al hotel Arenal veo la ruta hacía Muxía; una pista asfaltada y en subida me conduce a la parroquia de San Martiño de Duio. De ahí se van pasando algunas pequeñas parroquias de Escaselas, Castrexe, Padrís. En este último, un lugar parecido al que ubicamos en Manjarín, nos invita a entrar, pero quería llegar pronto a Lires para partir la etapa en dos.



Albergue que nos recuerda al de Manjarín


En esta subida sólo me había encontrado con 4 personas, un matrimonio alemán con el que coincidí en la oficina de turismo de Fisterra y otro catalán al que no conocía. La llegada a Lires en bajada, pegado al río y con bastantes tramos de sombra, me hace más cómoda la ruta.

Mientras tanto Ángel ha llegado en taxi a Lires y ha comenzado su media etapa hacia Muxía. Como no hace mucho calor y el día está nublado avanza bastante bien a pesar de las pequeñas cuestas. La cuesta abajo desde el parque eólico (el punto más alto de la etapa) hasta Muxía, es lo que más acusan las rodillas y las plantas de los pies.

En este tramo Ángel se encuentra con Sandra, la amiga portuguesa de Primi, que va dirección Finisterre, cargada con su mochila que pesa más que ella. Tras unas palabras de saludo, cada uno continua su camino.



Llegada a Lires


Llegado a Lires veo el templo de San Estevo y, sin encontrarme cansado, me desvío unos metros para sellar y tomar un almuerzo en un hotel-restaurante donde tienen 2 sellos muy curiosos. Yo no disponía más que de un hueco que reservaba para Muxía, así que los puse en un papel aparte. Dicen que debes sellar en Lires si quieres luego alojarte en el albergue municipal de Muxía. Total, un almuerzo y un descanso para los pies.

Llamo a Ángel para decirle que he hecho un alto en Lires, para comerme un bocadillo, mientras él llega a Muxía poco antes de las 12 horas. Antes que nada, él también se sienta en la terraza de un bar a tomarse una caña para reponer líquidos.



Parada e I.T.V. en Lires


Puesto de nuevo en marcha llego al puente que se remonta a después del año 2010, pues antes teníamos que salvar el río cruzando por unas piedras donde era inevitable empaparte de agua. Ya nuestros compañeros Chema y Paco tuvieron ocasión de sufrirlo hace tiempo. Aunque, aparte de la satisfacción por su hazaña, se llevaron unos pies bastante aliviados del cansancio del camino, pues las frías aguas del Castro se convirtieron en el mejor masaje que podían imaginar. Cosa que no sucede desde que han construido el puente.



Paco, cruzando el río Castro en 2010




Puente sobre el río Castro


Continúo en marcha hacia Frixe (hay una máquina expendedora de refrescos), y mas tarde Morquitián. Alcanzo a ver y pasar a una joven alemana con la que mantengo una corta conversación pues iba demasiado despacio. También adelanto a un grupo de andariegos, que no peregrinos, justo al lado de unos molinos eólicos. Fotografío una especie de parada de autobús rural, en homenaje a Michel, que recordará los perros que se nos acercaron el año pasado cuando hicimos el trayecto inverso y nos refugiamos en este lugar para descansar y protegernos de la fuerte lluvia.



Parada de autobús


El camino baja del monte y pasa a la carretera, cuando entablo conversación con una paisana de Muxía que está haciendo deporte, que ejerce labores docentes y que, a pesar de andar bastante, no se ha planteado nunca hacer el Camino; me da indicaciones para el hospitalero del albergue Bela Muxía, pues lo conoce bien.

Mientras tanto, Ángel, después de tomarse la caña, se acerca a la Oficina de Turismo (estaba cerrada) y después se va a buscar el albergue "Bela Muxía". Una vez asignada cama y con la "Muxiana" en la mano, se va a dar la ducha correspondiente mientras espera mi llegada.



La "Muxiana" de Muxía


En esos momentos le mando un whatsapp diciendole que he terminado de bajar la cuesta pero que voy a parar un poco porque tengo los pies recalentados. Ángel se acerca hasta la zona del puerto a tomar unas cañas y se pide una ración de mejillones al vapor, qué consistía en un plato enorme, al precio de 5 euros.



Mejillones en Muxía


Cuando está dando cuenta de los mejillones le llamo avisándole que ya estoy entrando en el pueblo, que por dónde le busco; me contesta que siga por la zona del puerto y que seguramente nos encontraremos. En menos de cinco minutos estábamos juntos. Le quedaban tres mejillones que me los dejó para que los probara. Pedimos alguna otra cosa que hizo de comida, además de las cañas correspondientes y, después, me acompañó al albergue para que me matriculase y me duchase. Tomamos posesión de dos camas, que no literas, que había contratado Ángel, luego ducha y siesta.



Albergue/hostel Bela Muxía


Tras descansar, pasadas las 5 de la tarde, nos fuimos a ver el Santuario de la Barca, la Pedra de Abalar, la Pedra dos Cadris, la Pedra do Timón, que tienen que ver con la aparición de la virgen en una barca de piedra para animar a Santiago en su predicación. Había bastante gente.



Santuario de la Virgen de A Barca




Pedra dos Cadris o de los riñones, en Muxía




Pedra dos Cadris o de los riñones, en Muxía


También la piedra A Ferida que se construyó como homenaje a los voluntarios gallegos que acudieron a las tareas de limpieza de estas costas cuando se hundió el Prestige.

Pedra A Ferida


Mas tarde hicimos algunas compras, un paseo por el puerto de Muxía y, como cena, decidimos que nos íbamos a dar un homenaje de arroz con bogavante en el Restaurante A Pedra d'Abalar, donde saludamos a la dueña, María del Carmen, una gallega que hace años atendió a nuestros amigos y compañeros Paco Y Chema, y que el año pasado también la visitamos Michel y yo. Allí degustamos unas navajas y un arroz con bogavante que nos dejaron como nuevos



María del Carmen en A Pedra D'Abalar




Arroz con bogavante en A Pedra D'Abalar


La verdad es que estaba muy bueno y el bogavante era bastante grande, pero nos cobraron a 30 euros por persona solo el arroz. Con el vino y entrantes salimos a algo más de 45 euros cada uno.

Eran cerca de las 10 de la noche y como teníamos que madrugar al día siguiente para coger el autobús de las 7:30 nos fuimos del restaurante directamente al albergue. La mayoría de la gente ya estaba en su cama.