CAMINO DE SANTIAGO 2019
Jueves, 20 de Junio de 2019
Miño - Ponte Presedo - 24 kms

Cuando yo me despierto en torno a las 7:30, Andrea y Primi ya estaban vestidos. Tras los arreglos correspondientes de cama, colocación de mochila, apaño de piés y demás, salimos del albergue en torno a las 8 de la mañana.

Como habíamos anticipado esta etapa queríamos llegar hasta Ponte Presedo, mas adelante de Betanzos con ánimo nuevamente de partir la durísima subida que anuncian desde aquí a Hospital de Bruma.

Nos fuimos a desayunar al centro del pueblo, porque además el camino pasa por allí, en el mismo bar donde el día anterior estuvimos tomando unas cañas.

Nos ponemos en marcha en torno a las 8:30 con el objetivo de no parar hasta Betanzos. A la salida cruzamos unas vías de tren desde donde divisamos la ría de Betanzos y la desembocadura del rio Lambre.

Al poco rato, en la salida de Miño nos encontramos a un señor que iba paseando con su perro y entablamos conversación con él. Nos fuimos enterando de unas cosas y de otras. El señor se llama Carlos, había sido profesor y yo creo que ya está jubilado. La perra, pastor alemán, se llama Flecha. Es también peregrino y conoce varios tramos, tanto del camino francés como del portugués. Vive en esta zona y nos contó que sale todos los días a darse un paseo con la perra de dos o tres horas. Asi cruzamos el rio Lambre por el Ponte do Porco que divide los concellos de Miño y Paderne, levantado por Perez de Andrade con un jabalí (porco) que era un emblema de su linaje.



Fuente cruceiro a la salida de Miño


Nos comentó que estaba muy cabreado con los políticos porque habían modificado el trazado del camino original, añadiendo 2 o 3 km sin ningún sentido y además evitando pasar por ciertos sitios que merecía la pena. Cómo buen conocedor de la zona se ofreció a llevarnos por el antiguo camino; una subida corta pero intensa asciende hasta Montecelo y pasa junto a la iglesia románica de San Pantaleón das Viñas, del siglo XI; y así fuimos casi una hora con él en amena conversación por pistas intermedias, con alguna subida de menos y alguna bajada de menos, porque esta tierra es muy irregular.



Iglesia románica de San Pantaleón das Viñas, del siglo XI


A la llegada de un cruce cuando quedan unos 5 km para Betanzos él decide darse la vuelta y nosotros continuamos por el camino. Así pasamos por distintos lugares "habitados" como Penoubiña y Chantada donde nos despedimos de Carlos, no sin agradecerle esta visita cultural; eso sí, nos deja a los pies de otro miura que nos lleva al concello de Betanzos.

La llegada a Betanzos en una fuerte pendiente, junto al cementerio y la iglesia de Santa María de los Peregrinos; menos mal que en esta ocasión la pendiente era cuesta abajo pero a base de pavés, que se clava en las plantas de los pies y se hace bastante incómoda.



Bajada en Betanzos a base de pavés


A media cuesta vimos a Andrea, junto a la iglesia de San Martiño de Tiobre al lado del cementerio. Ella había venido por el camino oficial.



Detalle de la iglesia de San Martiño de Tiobre


Llegamos al final de la pendiente y por un puente atravesamos la desembocadura del rio Mandeo. Es el final de la ría de Betanzos y entramos en la ciudad por un arco de piedra, a partir del cual vuelve a aparecer una cuesta bastante empinada. Así llegamos a lo que parece la Plaza Mayor donde decidimos hacer una parada.

Había que reponer líquidos y disfrutar de un día que sin hacer mucho sol la temperatura era excelente. Me paro en una terraza de la plaza y a los dos minutos llega Primi con Andrea, que se para allí mismo a recuperar líquidos. Estuvimos allí un poco más de una hora y, aunque el bar no tenía cocina, sí que nos puso de pincho tortilla de Betanzos que estaba bastante buena.



I.T.V. en Betanzos


Nos ponemos de nuevo en marcha pasando por la Oficina de Turismo que está allí, en la misma plaza, donde sellamos y nos indican por donde sigue el Camino. La salida de Betanzos, es una cuesta arriba algo menos pendiente que la de Pontedeume, pero también se hace bastante pesada. Menos mal que el día es bueno porque entre nubes y claros sin llover ni una gota y sin que apriete el sol el Camino se hace bastante bien, aunque un poco aburrido por tanto asfalto. Nuestra próxima parada a poco más de 10 km en Presedo dónde haremos noche hoy.



Mesón Museo en Ponte Presedo


Yo llego a Presedo poco después de las 15:00 porque Primi se ha quedado un poco atrás con Andrea. Enseguida veo el albergue y me vengo a coger cama deseando acercarme al Mesón-Museo, que está a 400 metros y que es el único bar que hay en esta zona.



Mesón museo en Monte Presedo


Cuando salgo para ir al museo ya aparece Primi con Andrea y le digo que me voy para allá; al poco rato viene él y nos tomamos un par de cañas porque lo que teníamos sobre todo era sed ya que el calor apretaba. Después de las cañas volvemos al albergue con objeto de darnos las correspondientes duchas y demás tareas del peregrino después de llegar.

Conocemos a Kelsey Richardson, una peregrina americana de San Diego, pero que en la actualidad vive en Tasmania al lado de Australia, ya que es bióloga marina y se dedica a la protección del medio ambiente en aquella remota zona. El albergue en esta tarde lo completamos los cuatro, Andrea, Kelsey, Primi y Ángel.

Tras la ducha y demás vicisitudes Primi se tuvo que hacer una cura en los piés, con aguja incluida para distracción de las dos peregrinas, una ampollita en el dedo gordo sin apenas importancia.

Poco antes de las 7 llega Pili, la hospitalera, con una ayudante; nos hace las fichas correspondientes nos cobra 7 euros a cada uno y nos deja la llave lógicamente.

A continuación decidimos ir los cuatro peregrinos al Mesón-Museo en un paseíto por la carretera. Uno no se explica muy bien como puede haber un local como este en un lugar en el que apenas pasa nadie.



Con las peregrinas en la puerta del albergue


La tarde está excelente. Nos atendió Letizia, que yo creo que es hija o medio dueña del Mesón-Museo, una chiquilla de veintitantos años guapísima y muy atenta que hacía de todo, en la barra, en la terraza, en la cocina y segando el césped. Tras unas cervezas una conversación animada entre inglés y español y un buen rato que pasamos, pedimos algo de cenar; dos chuletas de ternera, una ensalada y un caldo gallego para que lo probasen las peregrinas extranjeras que, por cierto, les encantó.



Cena en el Mesón Museo de Ponte Presedo


Pasamos un buen rato hasta cerca de las 10 de la noche. Andrea nos explicó que sus trabajos de enfermería consistían sobre todo en rehabilitación de rodilla y cadera mientras que Kelsey nos dijo que su trabajo consistía en la biología marina especialmente en evitar el tema de plásticos en los océanos. Ha tenido un novio chileno y conoce la Patagonia chilena pero no ha pasado a Argentina.

Cerca de las 10 regresamos al albergue.