CAMINO DE SANTIAGO 2018
Lunes, 14 de Mayo de 2018
Muxía - Fisterra (32 kms)

Mientras desayunamos se nos une de nuevo María del Carmen, que continúa con las mismas divagaciones de ayer. En la cafetería conocemos a un trío de peregrinos, dos mujeres y un hombre, en el que una de las mujeres tiene grandes dolores en el pie y están esperando el autobús que la lleve a Finisterre. Nos despedimos de ellos y salimos en una mañana fría, triste, con mucha niebla y algo de lluvia.



Llueve


Visitamos otra vez, para que Primi lo conozca, la Iglesia de Santa María, con su campanario y su cruceiro, pasamos por el Santuario de la Virgen de la Barca y subimos al faro, lugar mágico en la Costa da Muerte, el monumento de "La ferida", y la famosa Pedra de Abalar, que comentan que pasando tres veces por ella cura los dolores de espalda. A estas horas no se ven muchos turistas ni peregrinos.



Santuario de la Virgen de la Barca


Sabemos que hay dos caminos por los que llegar a Finisterre, por la montaña o por la carretera, siguiendo el litoral. Aunque decidimos seguir por el litoral, apenas después de cuatro kilómetros estamos en plena montaña sin ver a nadie. Las vistas de la Costa de la Muerte se difuminan con la espesa niebla y la lluvia.



Lluvia y espesa niebla


Paramos un momento en el Cruceiro de Morquintián, donde hay una fuente, y continuamos después de tomar algunas fotos.



Crucero de Morquintián


Al pasar por Morquintián preguntamos por algún local donde poder tomar algo y nos comentan que hasta Lires no nos hagamos ilusiones, así que agachamos la cabeza y continuamos la marcha. Pasado Morquintián nos encontramos con una pareja de peregrinos holandeses que al parecer se han perdido bajando a la playa y, poco después, otra pareja, una catalana y un chico de Cádiz. Estos serían los únicos peregrinos que van en nuestra dirección, porque en la contraria vienen algunos mas.

El sendero sube y sube y nos acompaña una niebla meona que nos impide ver el paisaje. Luego aparecen unos bloques de hormigón separados por unos cincuenta metros entre ellos, que invitan a sentarse, pero están completamente mojados por la lluvia. Muchos peregrinos vienen en dirección contraria a la nuestra.



Caseta parada de autobús


Como ya venía siendo una tónica yo marchaba un kilómetro rezagado de Primi, intentando no perdernos de vista pero con la niebla y las constantes subidas y bajadas era imposible. En una de las bajadas le encuentro esperándome en una caseta posiblemente de parada de autobuses muy sucia y descuidada, repleta de pintadas. Me espera acompañado por un par de perros cuyo afán es meterse en la caseta. Mientras descansamos en la caseta pasan la pareja de holandeses y la otra de los nacionales. Buscamos en la guía para situarnos. Una hora después cruzamos el puente de Vaosilveiro, sobre el río Castro, que según Chema y Paco ellos tuvieron que pasar poco menos que a nado hacía ya más de siete años. Después, ya en Segovia, comprobaríamos que ellos debieron ir por la otra ruta.



Puente de Vaosilveiro, sobre el rio do Castro


Por fín llegamos a Lires, donde paramos a tomar algo en una cafetería y a decansar, y donde nos colocan un par de bonitos sellos en nuestras credenciales. En la cafetería hay varios peregrinos que vienen de Finisterre y se dirigen a Muxía. Una peregrina china nos pregunta sobre cómo era el resto del camino hasta Muxía y al decirle que era casi todo cuesta abajo se animó bastante.



Iglesia de Santo Estevo en Lires


A partir de aquí el Camino se transforma en una carretera de asfalto larguísima, recta y cuesta arriba. Por fín, ahora con buen tiempo y sobre las 17:00 horas, llegamos a Finisterre. En el albergue, tras hacernos varias preguntas y comprobar que no veníamos de Santiago, no nos dejan entrar, pues le tienen reservado para los peregrinos que vienen caminando desde Santiago.



"Monumento al emigrante gallego en el mundo"


Desde el albergue nos vamos directamente a un hostal donde ya habíamos estado en una de nuestras anteriores visitas. Una vez acoplados salimos a dar una vuelta por el puerto, tomamos unas fotos, unas cañas y decidimos subir al faro, aún a sabiendas que eran 3 km de ida y otros tantos de vuelta.



"Monumento al emigrante gallego en el mundo"


Bajamos por una escalinata casi hasta el Océano pensando en avanzar algo hacia el faro. Cuando vemos que no vamos bien nos toca subir de nuevo la escalinata para retroceder. Después atravesamos un campito de fútbol donde unos chavales y chavalas estaba jugando y encontramos el camino de subida al faro.



En el puerto de Finisterre




Retroceso: bajada y subida gratis


Según llegamos al faro vemos en el monte un grupo de 30 o 40 personas, en su mayoría mujeres, que, agitando grandes pañuelos parece que están celebrando algún tipo de ritual, aquelarre o no sabemos qué. Nos parece algo extraño.



Celebración


Ya en el Faro, en el indicador del kilómetro 0, una peregrina mejicana, Azucena, se presta a tomarnos alguna foto.



Kilómetro 0,000


Luego subimos al mirador donde está la cruz y nos hacemos otras cuantas.



En el mirador de la Costa de la Muerte


Después de un pequeño descanso y de un momento de meditación mirando al Océano nos volvemos a Finisterre. Alcanzamos a Azucena mientras bajamos pues iba bastante despacio. Nos comenta que mañana ella va a Muxía, lo que aprovechamos para explicarla cómo es el camino hasta allí. La agradecemos el detalle de las fotos y la invitamos a tomar un ribeiro con nosotros, cosa que acepta encantada.



Con Azucena, peregrina mejicana


Como no hemos cenado ninguno, pedimos una ración de chorizo y queso y otra de percebes para acompañar los ribeiros. Parece que Azucena nunca ha comido percebes. La preparamos uno y, aunque la explicamos cómo debe comerse, ella se lo come cortándolo con cuchillo y tenedor, lo que nos hizo mucha gracia pues nunca antes lo habíamos visto.



Comiendo percebes con cuchillo y tenedor


Después de despedirnos nos vamos cada uno a su albergue y litera pues el día ha sido muy largo.