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CAMINO DE SANTIAGO 2007
De Saint Jean Pied de Port a Atapuerca (Burgos)

LA PEREGRINACIÓN A SANTIAGO, UNA EXPERIENCIA FASCINANTE AL ALCANCE DE CUALQUIERA

Con una foto del grupo de peregrinos a los pies del acueducto a las tres y media de la tarde, antes de subir al taxi que nos conduciría al punto de partida, comenzó el pasado día 9 de mayo la marcha que seis compañeros realizamos durante diez días por el Camino de Santiago entre la localidad francesa de Saint Jean Pied de Port y el pequeño pueblo de Atapuerca, ya muy cerca de Burgos. El viaje en taxi fue cómodo y rápido hasta llegar a Pamplona y algo pesado desde allí, especialmente en su tramo final, descendiendo el desfiladero de Valcarlos, en los Pirineos Franceses. Ante lo pronunciado de la pendiente y lo cerrado de las curvas, nos producía cierta angustia pensar que al día siguiente deberíamos retornar a pié a Roncesvalles superando una pendiente de 1250 metros con mochilas a la espalda de 11 kilos de promedio.

Mi interés por el Camino de Santiago tiene su origen en el año 2003, poco después de acceder a la prejubilación cuando el grupo de compañeros antes referido me invitó a acompañarles. Desde entonces he peregrinado por el camino en tres ocasiones en los años 2003, 2006 y 2007 con un recorrido total de unos 710 kilómetros. Pero no es mi intención relatar los pormenores de mis viajes sino comentar algunos aspectos interesantes de la peregrinación por las rutas jacobeas.

Como el lector conoce, la historia del Camino de Santiago se remonta a los comienzos del siglo IX con el descubrimiento del sepulcro de Santiago el Mayor. Al no existir datos precisos sobre el citado evento, han proliferado las leyendas al respecto, siendo la más conocida la revelación divina que tuvo el ermitaño Pelayo, a través de luminarias en el bosque y canciones angelicales, sobre el lugar del mausoleo sepulcral, en la primitiva diócesis de Iria Flavia, y que llevó al obispo titular, Teodomiro, al lugar del citado mausoleo, que identificó como el túmulo funerario del Apóstol Santiago. Desde entonces, la peregrinación a Santiago no hizo sino crecer con el apoyo de las sucesivas monarquías españolas que colaboraron activamente en el éxito del Camino.

Las rutas que, desde distintos puntos de Europa llegan a Santiago, son innumerables, pero ciñéndonos a España, citaré solo tres: la Ruta de la Plata (parte de Sevilla y atraviesa Andalucía, Extremadura, Castilla León y Galicia), el Camino del Norte (que transcurre por la costa desde Irún hasta Ribadeo, continuando luego por el interior de Galicia) y, por último, el Camino Francés que es el más conocido, transitado y promocionado: entra en España por Roncesvalles y Somport y atraviesa las comunidades autónomas de Aragón, Navarra, La Rioja, Castilla y León y Galicia

Estadísticas recientes que he consultado informan de que los españoles constituyen el primer grupo de peregrinos, con un 56%; les siguen los italianos con un 8%, los alemanes, con un 7,6% y los franceses con un 6,3%, repartiéndose el 22,10% restante entre otras nacionalidades. En cuanto a su distribución por sexo y edad, el 61% son hombres y el 39% mujeres y en cuanto a edades solo voy a facilitar estos datos: el 13% está comprendido entre los 51 y 60 años; el 7% entre los 61 y los 70 y el 1% tiene más de 71 años. Durante la peregrinación de este año me ha llamado especialmente la atención el gran número de mujeres mayores – hablo de más de 65 años – que en grupos de tres, dos o incluso solas, transitaban por el camino.

¿Por qué una persona decide emprender la peregrinación a Santiago?. El formulario que se rellena en Santiago para la obtención de La Compostelana (documento que acredita la peregrinación) cita motivaciones religiosas, culturales, deportivas y otras. Mi experiencia me lleva a pensar que es en este último capítulo donde hay que encontrar los motores más interesantes que mueven al caminante a iniciar la aventura. Hablando con los peregrinos – y 28 días de peregrinaje me han dado oportunidad para ello – te das cuenta de que cada uno tiene un motivo singular. Un detalle al respecto es el importante número de personas que acometen la aventura en solitario, a veces en un momento crucial de su vida personal o profesional, encontrando en la misma una situación excepcional para la reflexión, el ejercicio físico, la autodisciplina y la posibilidad de poder compartir experiencias y vivir momentos singulares.

Son bastantes los momentos de mis caminos que me han impactado, pero por falta de espacio solo voy a citar uno por lo que implica de solidaridad y de confraternización entre peregrinos con independencia de sus creencias y motivaciones personales: lo he vivido este año en el albergue de Grañón, ultimo pueblo de la comunidad de la Rioja, donde unos cuarenta peregrinos pudimos compartir una cena comunitaria a base de ensalada y lentejas – incluida su preparación y fregado de platos y cubiertos –, un breve acto en el coro de la iglesia (en el que a la luz de las velas cada uno, en su idioma, hizo una plegaria o manifestó lo que quiso y que concluyó con el rezo del padre nuestro, cogidos de las manos), y por ultimo el descanso nocturno sobre colchonetas de espuma extendidas sobre el suelo y sin espacio de separación entre ellas. El albergue, ubicado en dependencias de la Iglesia, se autofinancia con los donativos de los peregrinos, nunca rechaza a un peregrino por falta de espacio, aunque tenga que dormir en el suelo del coro o de la propia iglesia, y es atendido por dos hospitaleros voluntarios jubilados, uno de Banco Santander y otro de la Marina Mercante. A la entrada, sobre una pequeña mesa, hay una caja de cartón descubierta con un letrero que dice: Peregrino, deja lo que quieras y coge lo que necesites.

La importancia del Camino de Santiago como fenómeno cultural que lleva aparejados unos valores humanos de carácter universal, ha hecho que la UNESCO lo haya declarado Patrimonio de la Humanidad, el Consejo de Europa lo haya designado Itinerario cultural Europeo y que, en España, haya sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el año 2004.

Cabría hablar de otros muchos aspectos del Camino, como el económico, por el potencial dinamizador de las localidades que atraviesa (ver al respecto la noticia sobre la promoción del Camino desde Madrid a Santiago, recogida en el Adelantado del pasado 2 de mayo), pero solo me voy a referir al literario. El Camino ha generado una gran cantidad de literatura de todo tipo y, por si algún compañero estuviera interesado en disfrutar del mismo a través de la lectura, voy a recomendar tres libros: El primero, muy divertido, El Peregrino, de Jesús Torbado, una novela picaresca sobre la peregrinación a Santiago y la vida en los cenobios y aldeas en los primeros años del segundo milenio; El segundo, Iacobus, de Matilde Asensi, mezcla de novela histórica, de aventuras y detectives ambientada en el siglo XIV y protagonizada por un miembro de la Orden militar de los Hospitalarios; y por último, El Peregrino de Compostela, de Paulo Coelho, que el autor escribió tras recorrer el Camino en 1986 y que es a la par una novela de aventuras y una parábola sobre la necesidad de encontrar nuestro camino en la vida.

Si, con la debida preparación, algún lector, se anima alguna vez a emprender esta aventura, le aseguro que no se arrepentirá.

José Mª Gonzalo
(Artículo publicado en el número 20 de la revista Lontananza)
Junio 2007