Albergue de Barcelos
Nos levantamos a las 06:00 de la mañana. Me curo un par de pequeñas heridas que tengo en mi pie derecho. La etapa de hoy
es larga, de unos 35 kilómetros. Ángel planea hacer el primer tramo de 10 kilómetros en tren pues, en ese recorrido a pié
la fascitis seguramente le pasaría factura. Yo me apunto a acompañarle. Luís y Primi deciden hacer los 10
kilómetros caminando.
Desayunamos en el bar del albergue. Camino de la Estación de Trenes cruzamos el enorme Campo da Feira donde todos los
jueves se celebra uno de los mercados más
grandes y concurridos de Portugal. Petra nos había comentado la noche anterior que quería verlo por la mañana.
Campo da Feira
La Estación está muy cerca. Nada más llegar, sin tiempo a orientarnos, vemos un tren estacionado en la vía a punto de
partir. Ángel pregunta a unas mujeres si ese tren va para Tamei. Ante la respuesta afirmativa subimos rapidamente al
tren, que arranca un par de minutos después. Tras cuatro estaciones, una vez abonados los 1,40 euros por billete al
revisor, nos bajamos ya en Tamei y comenzamos a caminar.
El tiempo es espléndido. Caminamos a buen ritmo mientras vamos dejando atrás varias capillas e iglesias y algún que otro
cruceiro.
Capela de S. Martinho
Mientras tomo algunas fotos de la Capela de S. Martinho, me quedo rezagado de Ángel que avanza a buen ritmo. Atrás van
quedando grandes extensiones de terreno plantadas de viñedos y de maiz.
Viñedos
Varios kilómetros después, dudo si apartarme del Camino siguiendo las indicaciones de un cartel que apunta hacia la casa
de acogida Casa da Fernanda. Decido continuar el Camino sin desviarme, aunque ya tengo pensado efectuar una parada en el
primer lugar apropiado que se me presente.
Al cruzar la carretera en Vitorino dos Piaes veo un cartel que dice: "Restaurante Viana a 40 metros". Y una flecha indicando
la dirección. Sin dudarlo vuelvo a cruzar la carretera y me dirijo hacia el restaurante. De lejos veo que hay algunas
personas sentadas en una terraza. Se trata de Ángel que me está haciendo indicaciones para que me acerque. Le acompañan
dos peregrinos que me presenta. Ángelos, de padre griego y madre italiana, que vive en Burdeos (Francia), y Jenni, alemana
que vive a unos 100 kms al sur de Hamburgo. Ambos hablan perfectamente español y vienen peregrinando desde Lisboa. Me ofrecen una bolsa de patatas que me
saben riquísimas.
Angelos, Jenni y Ángel
Con Jenni
Ángel y yo decidimos comer algo allí mismo. Un buen bocadillo de tortilla de chorizo con una botella de vino verde bien
fresquito, (recordemos que estamos en la región del Vinho verde portugés), además de la charleta con Jenni, nos hizo
recuperar fuerzas para continuar el camino.
Adega Ponte de Lima. Vinho verde
Continuamos el Camino hacia Ponte de Lima. En Seara, a 6 kilómetros de nuestro destino, volvemos a encontrar a Jenni con quien
tomamos un par de cañas. Cuando nos levantábamos para continuar, aparecen Luís y Primi con una peregrina polaca, de larga melena
rubia, llamada Bárbara.
Con Bárbara, peregrina polaca
Ángel y yo nos adelantamos y nos adentramos en la freguesía de Facha por una zona de exhuberante vegetación a base de hortensias y todo tipo de
flores así como la presencia de antiguos cruceiros en cuya base los peregrinos van depositando piedras.
Preciosa vegetación
Visitamos un albergue de peregrinos que encontramos a nuestro paso en el que nos hacemos algunas fotos. Intentamos sellar
nuestras credenciales, pero la oficina está cerrada, por lo que continuamos nuestra andadura. Poco después adelantamos a
un par de peregrinas que están sentadas comiendo bocadillos. Una es Hanna, danesa, y la otra Torill, noruega. Nos hacemos un par de fotos con ellas y seguimos
nuestra ruta.
Albergue de peregrinos
Hanna y Torill, peregrinas danesa y noruega
El tiempo es excelente. El cielo está algo nublado, lo que nos libra del calor del sol. Poco a poco voy perdiendo a Ángel
quedándome rezagado.
Ángel y Santiago
A las 15:30 horas comienzo a divisar Ponte de Lima. Muy despacio, me voy acercando a una preciosa y muy
cuidada arboleda que bordea el río Lima. La alameda está muy concurrida por personas que pasean, practican footing o
simplemente descansan en los bancos de cara al río. Hay gente bañándose en la playa fluvial.
Ponte de Lima
Mientras avanzo despacio a lo largo del paseo, atrás van quedando bonitas esculturas con variados motivos, torres y murallas
monumentales, iglesias y capillas, casas señoriales, bonitos palacetes de familias pudientes de finales del siglo XIX y
un sinfín de esculturas de bronce, cuyos diversos motivos (danzas, toros, labranza, etc.), recuerdan las tradiciones
de la villa y despiertan el interés del caminante.
Cuando por fin se llega al casco antiguo nos encontramos con un torreon (torre de Cadahia Vella del siglo XIV) que forma
parte de la muralla; el palacio del Marqués y la iglesia Mayor (siglos XV y XVI).
Preciosas esculturas
Torres e iglesias monumentales
Cruzo el puente y, justo al otro lado, la iglesia de San Antonio da
Torre Velha (1814) y a continuación el albergue, bastante confortable, con espacio para todos, camas bajas y taquillas
individuales; la hospitalera va asignando las camas por orden de llegada.
A las 16:00 horas llego por fín al albergue donde ya están acoplados mis compañeros de viaje. Después de una ducha y de
un merecido descanso salimos a dar una vuelta por la preciosa villa con intención de tomar algo y cenar. El albergue
cierra sus puertas a las 22:00 horas, por lo que tendremos que regresar a tiempo.
El albergue
Ponte de Lima es una pequeña y agradable ciudad monumental, muy apropiada para disfrutarla a pie y
para deleitarse con los atardeceres en la playa fluvial, con el puente como telón de fondo. En verano hay
un buen ambiente festivo, con mercadillos medievales y muchos festivales de música y artes.
Michel
Sentados en una terraza en la Taberna Cadeia Velha, mientras tomamos unas cervezas, vemos pasar, algo despistada, a una
peregrina, (después sabríamos que es alemana y se llama Tessa), que da un par de vueltas como buscando algo. Imaginamos que busca el albergue y
le indicamos con un gesto de la mano que debe cruzar el puente. Nos lo agradece con una sonrisa y se encamina hacia allá.
Finalizadas las cañas, decidimos cenar algo allí mismo. Preguntamos qué era lo más típico de la villa y nos dijeron
que el "sarrabulho", que consiste en arroz con sangre y tropezones de carne. Nos daba un poco repelús por lo que pedimos
para dos y además unos filetes a la brasa, también para dos; el sarrabulho estaba bastante bueno y los filetes mejor
ya que con las dos raciones de cada cenamos los cuatro y sobró.
Escultura cerca del albergue
Después de la cena volvemos a cruzar el puente hacia el albergue donde ya todo el mundo está en silencio aunque todavía
era de día.
iglesia de San Antonio da
Torre Velha (1814)
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