Jueves, 14 de Mayo de 2009
Salida temprano teniendo en cuenta que la
jornada era de 32 kms. Desayunamos a las 7:45 horas. Llueve, así que
mientras Ángel y Luis parten Paco y yo cargamos la mochila en el coche, debido
al cansancio acumulado en piernas. Al final Paco se arrepiente y carga con
ella a la espalda. Antes de salir de Melide entramos en dos o tres iglesias.
En el resto no pudimos porque estaban cerradas.
Camino junto a Paco
charlando con tres peregrinos de Tenerife. Paramos en Castañeda a ver también su
iglesia y poco a poco, entre los bosques, nos íbamos acercando a Ribadiso.
Paco, en plena subida
Y sigue la lluvia. No he dejado de admirar,
que no envidiar, a los peregrinos con su uniforme de “camello”. Esa
capa suele dar muchísimo calor y empapar la ropa por dentro.
Al
fin en el bar Manuel, donde Carmen nos recibió como siempre, y tras saborear
unas birritas en marcha, seguramente pararemos en A Calle a comer.
Con Carmen
En la subida a Arzúa, Ángel y Luis van delante abriendo hueco y Paco y
yo hacemos la subida con los chavales de Tenerife y con Ana y Gema y sus
acompañantes, unos 15 ó 20 peregrinos.
Al no
llevar la mochila me encuentro más ligero. Paco se encarga de plasmar la imagen para la posteridad.
El grupo en el llano se iba disgregando y así llegamos a A Calle, aunque
este año nos pararíamos en la entrada del pueblo, en una curva bajando a la
derecha, en el bar Lino.
Bar Lino
Ángel y Luis ya estaban comiendo y dado que el bar no era de reservar mesas
pues cada uno según llegaba se sentaba, Paco y yo tuvimos que
ponernos en la mesa de al lado donde nos apretamos unos callitos, garbanzos,
ensalada y huevos buenísimos, servidos por Pili. Para repetir, vaya.
Junto
a nosotros estaban sentados una pareja de valencianos que no quisieron
tomarse una fotografía con nosotros (sus motivos tendrían) pero que sí las
tenemos por si un día deciden reclamarlas. Llegaron las catalanas y sus nuevos
amigos que también repostaron.
El grupo de catalanes y amigos
Tras la comida, camino del alto de Santa Irene, hacemos un alto en el bar de la izquierda,
donde no permiten quitarse las botas (yo hubiera preferido el de la derecha
donde en tantas ocasiones hemos parado). Tampoco paramos en O Pino como otras veces sino
que continuamos hasta Arca, en el Compás, restaurante hostal de Guillermo,
donde entro con Jesús mientras los compañeros se van a duchar al albergue.
Cuando
llega Ángel me da el relevo para ir a la ducha y vuelta al bar con
ánimo de partida.
Saludamos
a Carmen y a Guillermo. Por fin, después de varios años, Guillermo pudo
ganar una partida conmigo de compañero.
Poco después,
cansados, nos fuimos a la cama.
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