Jueves, 8 de Mayo de 2008
La llamada por teléfono
de
Ángel nos despierta
temprano. Ya han desayunado y nos
están esperando. Mientras
adormecido le explico lo sucedido la noche anterior, Primi revisa su hombro
ante el espejo del servicio. Le duele y casi no
puede mover el brazo. Debe tenerlo dislocado. Decidimos acercarnos
al Hospital para que se lo revisen.
Mañana espléndida en Burgos
Mientras tanto, nuestros amigos se
desplazan hasta Atapuerca en Taxi para comenzar la etapa. Después
nos contarían que, de alguna manera, en las gestiones de pago del
importe del trayecto, el taxista les había "chuleado" 10 euros,
cosa que a Chema no le hizo mucha
gracia.
En Atapuerca
Comienzan la etapa bajo una niebla espesa y húmeda que suele ser
agradable para el caminante. Aunque el camino se va
elevando en un ligero ascenso, la dificultad es nula
exceptuando algunas zonas en las que el barro rojo se agarra a las
botas y allí se queda ya a lo largo de toda la
etapa.
La niebla continúa cerrada mientras cruzan los montes
de Atapuerca y se van acercando a Cardeñuela de Riopico.
Niebla cerrada
Por nuestra parte, Primi y yo tomamos
un taxi que en pocos minutos nos deja frente al Hospital de Burgos. Hemos dejado las
mochilas en el Hotel pensando en recogerlas a nuestro regreso. Esperamos en
la sala de Urgencias hasta que le llaman
por la megafonía. Acompañado por una enfermera, pronto le pierdo de
vista. Son las 09:30 de la
mañana. Fumando un cigarrillo calculo mentalmente la situación geográfica de nuestros amigos.
Urgencias en el
Hospital General de Burgos
Dos horas después, tras varios cigarrillos en la puerta, viene a
buscarme con el brazo en cabestrillo y le acompaño a ver
al médico. Es gallego y muy agradable. Nos dice que
debe tomar unas pastillas para evitar que se le hinche
el hombro y por si le duele, que no debe
mover el brazo en, al menos, cuatro semanas y que, si
quiere caminar, puede, pero sin mover el brazo.
Volvemos al Hotel y recogemos nuestras
mochilas. Mientras desayunamos en un bar cercano llamo a Ángel
para informarle de la situación. Ellos ya están cerca de
Burgos. Mientras Primi se va al albergue en un taxi con intención
de comprobar la evolución de la avería, yo me voy en otro
hasta Atapuerca para comenzar la etapa.
Cartel
Acorde con la información de mis
amigos, el taxi me cuesta 24 euros. El taxista me comenta
sobre las fuertes lluvias que están soportando
estos días. Seguramente hoy nos caiga una buena "jupa".
Cuando llego al Albergue de Atapuerca casualmente
encuentro a Rocío, la hospitalera, a quien habíamos conocido
al finalizar nuestro Camino el pasado año. Me comenta sonriente
que su cuñada ya conduce mejor. El año pasado, recien sacado el
carné, nos había acercado amablemente hasta Burgos y, aunque
sin incidencias, se le notaba inexperta en la carretera.
Le dejo un ejemplar de nuestro GPS (Guía del Peregrino
Segoviano) pues días después pasaría a recogerlo nuestra amiga
Beni, peregrina que nos ha acompañado en alguna ocasión anterior.
Figuras en forma de espiral o círculos
concéntricos.
Motivos de amplia difusión durante el
Neolítico.
El Camino asciende
levemente hacia la Sierra de Atapuerca. No hay dificultad para caminar excepto por el barro rojo que se
pega a las botas. Ensimismado en mis pensamientos sobre
los últimos acontecimientos camino rápido varios
kilómetros en solitario envuelto en una intensa niebla. El ambiente se
me antoja enrarecido por el escaso paisaje que puedo divisar, por la
soledad, y, sobre todo, por un campo en la Sierra donde
alguien se ha entretenido en colocar piedras en forma de espiral
formando grandes círculos nunca acabados. Busco un par de piedras
y las añado tras las últimas pues imagino que así se ha agrandado
tanto.
Algunas cruces de
madera con sus mástiles clavados en
elevados montículos de piedras amontonadas, emergen sobre la niebla
saludando al caminante. También colaboro con un
par de piedras más en alguno de los montículos.
El ambiente y la soledad me hacen apretar el
paso. La niebla, el barro y la falta de indicaciones del
Camino me aconsejan caminar atento para no perderme. Pronto
dejo atrás Cardeñuela de Riopico, pueblo aparentemente desierto y
con la Iglesia en ruinas, y me acerco a Orbaneja donde decido
hacer una parada. Tres peregrinos extranjeros de edad ya avanzada me acompañan
en el bar. Son italianos.
Repongo fuerzas con unas buenas jarras de cerveza
acompañadas con exquisitas aceitunas y descanso durante un buen
rato. Mientras, hablo con Paco que me comenta que ellos están
ya llegando a Burgos. También me llaman Luís, Luís Fernando y
Primi.
Grandes nubarrones anuncian lluvia por lo que
decido continuar mi camino. La densa niebla aún no ha
desaparecido.
Al atravesar un
puente sobre la autovía Madrid - Burgos me saluda una pareja
de la Guardia Civil. Acaban de finalizar sus labores de control de alcoholemia. Comentan mis
sudores a pesar del frio. Les comento que acabo de tomarme un
par de jarras de cerveza, y les pregunto si
creen que si daría positivo al soplar. Se miran sonrientes y me invitan
a hacerlo. No doy positivo. Me comentan divertidos que con una
más sí habría dado. Después de despedirnos continúo mi camino.
Llegando a Burgos
La lluvia no tarda en aparecer. Bajo
un fuerte chaparrón, escondido tras la ineficaz protección
de mi pequeño, y ahora destartalado, paraguas, embarrado hasta las rodillas y
calado hasta los huesos, en gran parte por la
estela de los camiones al pasar veloces por
los grandes charcos, dejo atrás Villafría y Gamonal y enfilo la larga
e interminable calle que me llevaría hasta el centro de
Burgos.
Juanma, el de
la Taberna La Revoltosa donde vimos anoche el partido, se encuentra
de nuevo allí. Unas cervezas con patatas fritas y
aceitunas me reponen un poco. Juanma es de Salamanca y, enamorado de
su ciudad, piensa en volver algún día.
Fernando y Paco en Burgos
Mis amigos ya han contactado con
Primi en el albergue municipal. Formado por un par de
barracones de madera, sus 96 plazas se encuentran totalmente ocupadas. Muchos
peregrinos, como nosotros, han tenido que buscar algún lugar cercano
dónde pasar la noche.
Catedral de Burgos
Siguiendo las indicaciones telefónicas de Ángel,
dejo atrás la preciosa Catedral y me dirijo hacia las afueras
de la ciudad. Ángel ha salido a buscarme y me acompaña por un
campo encharcado hasta el albergue de peregrinos.
Jose, el hospitalero, al
verme llegar en estado tan lamentable, me saluda
con pena y algo enojado. Piensa que los albergues de peregrinos
son para los caminantes como nosotros, no para gente que viaja en
autobuses, coches, etc., y que ocupan las plazas sin merecerlo. Le
digo sonriente que no se preocupe, que no importa, que ya estamos
acostumbrados.
Precioso parque
Después
de buscar sin éxito a Primi me acerco al hostal restaurante
Campus Tavern donde ya están hospedados mis amigos. La habitación
es pequeña, con tres camas totalmente juntas y sin espacio para
moverse. La ducha es raquítica y la mampara está rota. Total, un
desastre de habitación. Ni siquiera pude extender el deteriorado
paraguas para que se secara.
Después de la
ducha encuentro al personal en el bar del hostal, algunos jugando
una partida de mus. Luís y
Chema les han puesto las pilas a Paco y Jesús.
Antes de la cena
Después
de unas cervezas buscamos un restaurante cercano al
hostal donde cenar. Llamamos a Primi por si quiere venir pero no le
apetece. Va a continuar durmiendo por ver si se recupera para el
día siguiente.
Cenamos
bien y, poco después, nos retiramos al hostal. Jesús regresa
al albergue donde había conseguido plaza con Primi aunque, al encontrarlo cerrado, decide
quedarse a dormir en una colchoneta que trae preparada en el
coche. Parece ser que un tema personal le obligará a volver
a casa al día siguiente.
Ya en la
habitación, Chema, Luís y yo, después de un pequeño reportaje
fotográfico, nos disponemos a dormir. Paco, Fernando y
Ángel dormirían en una habitación contigua
también con tres camas.
Preparativos para dormir
El día ha sido largo y, cansados, pronto nos quedamos profundamente dormidos.