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CAMINO DE SANTIAGO 2008

De Atapuerca (Burgos) a Astorga (León) 
Reportaje

 

 

 

Treinta y cinco kms bajo paraguas

 

 

Luís Barrio
Julio 2008


En la vida cotidiana se presentan una serie de situaciones que, a través de una reflexión, se pueden comparar con otras surgidas a lo largo de los días,  que disfrutamos en el Camino de Santiago.

Durante las etapas transcurridas en el Camino de Santiago de 2008, iniciadas, por este grupo de peregrinos, en Atapuerca, provincia de Burgos, hasta Astorga (León), hemos tenido un denominador común, la lluvia. En mi caso particular, quinto año consecutivo que realizo durante una semana o diez días el Camino, no había tenido un periodo de lluvia tan abundante. Desde Sant Jean de Pied de Port (Francia) hasta Santiago de Compostela, que generalmente se realiza durante más de veinte jornadas, no me  ha caído tanta precipitación de agua, sino en este año citado.

Quiero recordar en este momento a los compañeros/as (peregrinos/as) que hemos compartido las diversas etapas del Camino. Ellos/as son los protagonistas, los actores de las anécdotas que aquí se recogen, y probablemente los lectores de estas líneas. Y principalmente de Primi, compañero de El Camino en los anteriores cuatro años, y en cierta manera "padrino de mi alternativa" en el mismo, quien debido a la circunstancia de la lluvia, tuvo la mala suerte de lesionarse en una caída, y tener que volver a casa, prácticamente sin ponerse en marcha. Cuando por las tardes, y una vez en el albergue, repasaba quien había llegado y quien aún faltaba, irremediablemente me acordaba - ¡¡¡ si no está Primi !!! -. Sus bromas y comentarios se echan de menos. Primi te deseo la recuperación rápida, eres esencial para esta cuadrilla.

Primi, a la izquierda

El Camino continúa. Con una niebla y humedad que calaba hasta los huesos, salimos de la localidad de Atapuerca. No habíamos calentado los músculos, cuando nos encontramos con tres peregrinas canadienses, junto a un redil de ovejas. Debido al malísimo estado del terreno, lleno de barro, una de ellas se había dado un buen golpe. Tenía prueba de ello, desde el gorro, la parte derecha de la cara, la mochila, el resto del cuerpo, todo ello manchado de un barro color rojizo. La preguntamos si necesitaba algo, siendo su respuesta negativa, aunque estaba un poco aturdida, y una de sus compañeras, enfadada o indignada.

El comienzo

Coronamos la subida a la Sierra de Atapuerca, que de alguna manera se parece o al menos a mi me recordaba por la antigüedad del terreno, a los páramos de Tejares de Fuentidueña, en la provincia de Segovia, y a continuación comenzaba a deshacerse la niebla. Ya en dirección a Villafría se quedó un precioso día de primavera.

Más tarde, entrando en la ciudad de Burgos, cerca de la iglesia de Santa Maria la Real y Antigua de Gamonal, salió a nuestro encuentro un familiar, que vive no lejos de allí, mi primo Carlos. Después de invitarnos a unas  cervezas, me entregó un bordón  y una concha de vieira, habituales atributos de los peregrinos del Camino de Santiago.  Reconozco que dudé, y pensé que no conservaría estos regalos, en las sucesivas etapas, sino que los olvidaría en algún lugar. Pero hoy tengo que decir que aún los conservo. Y espero poder seguir con ellos, en años sucesivos, realizando El Camino y llevarlos conmigo.

Con mi primo Carlos

El almuerzo lo realizamos, una vez que nos empapamos de la lluvia que caía, cerca del Monasterio de las Huelgas Reales. Seguidamente jugamos una larga y reñida partida de mus. La pareja compuesta por José Maria y Luis Barrio, ganaron, y por ello añadimos a nuestro largo curriculum, de campeones del Camino de Santiago, el título de Burgos. Ya traíamos en propiedad, los campeonatos de Francia y Roncesvalles (Navarra), obtenidos en 2007. Por cierto, además somos pescadores de truchas, como tendremos oportunidad de comentar. Que será, casualidad. O  tal vez no?. 

Al día siguiente, 9 de mayo, iniciamos el Camino lloviendo, a través del valle del río Arlanzón, precioso río truchero, que cruzamos varias veces, una de ellas por la localidad de Tardajos, municipio que da nombre a un coto de pesca.

Por cierto, relacionando la lluvia que se pueda padecer en una jornada de pesca, con la recibida en un día en El Camino, se lleva razonablemente bien, aquella,  pues al término de la actividad piscícola, solemos tener un coche, con ropa seca, que una vez sustituida  la mojada, te permite relajarte, y a otro asunto. Ya puede seguir cayendo el diluvio universal en el campo.

Pero en El Camino de Santiago, es distinto. Toda la ropa la transportas en la mochila, a tus espaldas, generalmente, lo que es una limitación. Veamos, si llueve, la ropa mojada en la mochila no se seca. Pesa más, y el objetivo es que al llegar al fin de etapa se debe procurar, con los medios que se tengan, a veces escasos, para que dicha ropa, esté utilizable para el día siguiente.

Pues bien, al llegar a Hontanas,  estimé que ya había llovido bastante, ese día, y dejé ropa mojada tendida en una cuerda, al raso durante la noche. No paró de llover, y ¡¡¡ de qué manera !!!, a jarros.

No obstante, por todo lo que rodea al Camino, amistades, buen ambiente, incertidumbre, etc merece la pena, vivirlo. Lo demás son anécdotas.

Si además de lluvia, se presenta una tormenta, con rayos y truenos incluidos, la prisa por llegar a un pueblo, cobijo o terminar la etapa se multiplica. Es lo que nos sucedió al terminar esa jornada en Hontanas.

Por cierto, recuerdo que en esa etapa, conocimos a Clara, peregrina procedente de Villasana de Mena, aunque reside actualmente en Alemania. A partir de entonces tuvimos la suerte de que nos acompañara en varias comidas o cenas a este grupo de peregrinos segovianos, compartiendo tertulias y muy buenos ratos.

Clara

El final de esta etapa, y con la tormenta que se presentó, habría sido interesante que nos hubieran grabado en un video lo listos (veloces) que anduvimos los peregrinos, para casi corriendo, librarnos de los efectos de dicha tormenta. Aceleramos la marcha endemoniadamente. Al fin, en el albergue El Puntido, el jovencísimo Pedro y su familia nos dio posada librándonos de las inclemencias meteorológicas externas.

 

Pedro y familia

Conocimos también a José Luis y su hija Verónica, procedentes de Santander, y que posteriormente volvimos a ver, reiteradamente en el Camino.

Esta localidad de Hontanas, posee una preciosa y esbelta catedral, si se me permite, desproporcionada, con lo que es el resto del municipio. Parece mentira que pueblos pequeños, tengan estos monumentos, hecho que se repite a lo largo del Camino, caso similar a la catedral de Villalcázar de Sirga, y tantos otros que hemos tenido la oportunidad de conocer.

Salimos de Hontanas, la siguiente jornada, con lluvia. Nos recomendaron ir, tranquilamente, por una carretera de asfalto hasta Castrojeriz. En efecto, en los 9,7 kilómetros de distancia, de un pueblo a otro, apenas vimos cuatro vehículos. Tras reponer fuerzas en dicha localidad, Angel, José María y Luis Barrio, decidimos coger el Camino de Santiago convencional mientras que el resto de los peregrinos del grupo, Fernando, Michel y Paco, tras no pocas dudas, decidieron continuar por la carretera general. Pocos kilómetros después coronamos un repecho, hasta alcanzar una meseta, desde dónde se divisaron preciosas vistas de las provincias de Burgos y Palencia.  No nos entretuvimos mucho porque seguía lloviendo, y de que manera.

El Canal de Castilla

Posteriormente arribamos a Boadilla del Camino,y desde allí y caminando en paralelo al Canal de Castilla, llegamos a Frómista. Preciosa localidad palentina, con unas iglesias de arte románico, que son conocidas internacionalmente por su pureza y calidad. Desde el inicio de la etapa hasta Frómista hay una distancia de treinta y cinco kilómetros aproximadamente. Anduvimos treinta y cinco kilómetros bajo un paraguas. No está mal la experiencia.

Poco tiempo después, una vez aseados nos encontramos, muy contentos, con el peregrino Luis Martín, compañero de años anteriores en el Camino, y que este año se incorporaba, al mismo, en esta localidad palentina.

Luís

La siguiente etapa, nos llevó una mañana fresca, hasta Carrión de los Condes. No recuerdo ahora con exactitud, si fue ese día, o el anterior, cuando conocimos a las peregrinas Esther y Montserrat, procedentes de la localidad catalana de Figueras. Como anécdota recuerdo, que tras un comentario mío de que se trataba de las pocas personas españolas que hacíamos el Camino, Montse, con  gracia, dijo: - pero nosotras por sólo veinte kilómetros -. Se refería a que si Figueras en lugar de donde se encuentra geográficamente, veinte kilómetros desde la frontera de Francia y España, hacía acá, se encontrara veinte kilómetros hacía allá, pues tampoco se las consideraría dicha nacionalidad. Curiosidad aparte, lo cierto es que con Esther y Montserrat, compartimos muy buenos ratos, a partir de este momento hasta León, localidad donde dejaron el Camino por este año.

Al igual que nuestro grupo, tienen la intención de seguir en años sucesivos, una semana más o menos al año, hasta concluir.

Varias etapas siguientes, transcurrieron, esperando llegar a Puente Villarente, dónde con el permiso y licencia correspondiente, estaba previsto acudir a pescar al río Porma.

Hay que manifestar, que conseguir un permiso de pesca, teniendo en cuenta que el procedimiento para ello, se inicia en el mes de septiembre del año anterior, es largo y duro. (Ahora me acuerdo de Primi, cuando utiliza esas palabras en femenino y en otro contexto).

El permiso de pesca

Por ello si cabe, a la inquietud y ansiedad, propios de un día de pesca, hay que añadir la incertidumbre en poder usar el permiso, el día elegido y prefijado, con tanta anticipación.

El peregrino Fernando, me acompañó desde el inicio de la jornada, toda la mañana y sacamos dos preciosas  y magnificas truchas comunes. No es mal premio, si tenemos en cuenta, además, que el río y el paraje son inmejorables. Pero creo que debido a las últimas lluvias, llevaba exceso de caudal de agua. Incluso el propietario del albergue San Pelayo de Puente de Villarente, comentó que el agua bajaba turbia apenas dos días antes, lo que no es óptimo para la pesca.

Lamento que otros peregrinos, a pesar del esfuerzo que realizaron andando para acompañarnos en la jornada de pesca, no pudieran disfrutarla, pues cercana la hora de comer y teniendo en cuenta que no teníamos otro medio de transporte, que caminar, los pescadores, nos fuimos al albergue, a asearnos.

Al río no bajamos la mochila, la depositamos previamente en el albergue citado. Apenas portamos lo imprescindible para la pesca, es decir la caña, carrete y unas cucharillas.

En el ejercicio de la pesca, no para uno de subir y bajar las orillas del río, de moverse, generalmente en  pendiente, y se realiza una actividad física seria. Salvo que te limites a echar la caña al río y no te muevas. Pero no es el caso que nos ocupa.

Por otro lado, este día, casi como excepción, nos respetó la lluvia, que ha estado presente, este año, muchos días, como ya he comentado.

La corta etapa que terminamos en León, desde Puente Villarente, la aprovechamos para pasear la bella y monumental ciudad. Quiero destacar que nos salió a recibir Máximo, con su esposa Seve, compañero y peregrino del Camino de Santiago en el año 2006, en la variante del Camino del Norte, que iniciamos en Asturias. Una satisfacción volverle a ver y saludarle, y espero que podamos, en los próximos años repetir vivencias y que se una a este grupo de caminantes.

Con Máximo

Al día siguiente, viernes, tras casi treinta y seis kilómetros, llegamos a Hospital de Orbigo, y al otro, a Astorga, término del Camino, por este año, tras una breve etapa.

Quien suscribe estas líneas, en el año 2005, comenzó en la citada localidad de Astorga, el Camino hasta Santiago de Compostela, por lo que ya conozco esta zona del Camino francés.

Termino deseando a todas personas con las que he compartido estos días de ruta, lo mejor, y sobre todo que no les falte la salud.

Julio 2008