En
la vida cotidiana se presentan una serie de situaciones que, a través
de una reflexión, se pueden comparar con otras surgidas a lo largo de
los días, que disfrutamos en el Camino de
Santiago.
Durante las etapas transcurridas en el Camino de Santiago de
2008, iniciadas, por este grupo de peregrinos, en Atapuerca,
provincia de Burgos, hasta Astorga (León), hemos tenido un
denominador común, la lluvia. En mi caso particular, quinto año
consecutivo que realizo durante una semana o diez días el Camino, no había
tenido un periodo de lluvia tan abundante. Desde Sant Jean de Pied
de Port (Francia) hasta Santiago de Compostela, que generalmente
se realiza durante más de veinte jornadas, no me ha caído
tanta precipitación de agua, sino en este año citado.
Quiero recordar en este momento
a los compañeros/as (peregrinos/as) que hemos compartido las diversas
etapas del Camino. Ellos/as son los protagonistas, los actores de
las anécdotas que aquí se recogen, y probablemente los lectores de
estas líneas. Y principalmente de Primi, compañero de El
Camino en los anteriores cuatro años, y en cierta manera "padrino de
mi alternativa" en el mismo, quien debido a la circunstancia
de la lluvia, tuvo la mala suerte de lesionarse en una caída,
y tener que volver a casa, prácticamente sin ponerse en marcha.
Cuando por las tardes, y una vez en el albergue, repasaba quien había
llegado y quien aún faltaba, irremediablemente me acordaba -
¡¡¡ si no está Primi !!! -. Sus bromas y
comentarios se echan de menos. Primi te deseo la recuperación
rápida, eres esencial para esta cuadrilla.
Primi, a la izquierda
El Camino
continúa. Con una niebla y humedad que calaba hasta los huesos,
salimos de la localidad de Atapuerca. No habíamos calentado los
músculos, cuando nos encontramos con tres peregrinas canadienses,
junto a un redil de ovejas. Debido al malísimo estado del terreno,
lleno de barro, una de ellas se había dado un buen golpe. Tenía
prueba de ello, desde el gorro, la parte derecha de la cara, la
mochila, el resto del cuerpo, todo ello manchado de un barro color
rojizo. La preguntamos si necesitaba algo, siendo su respuesta
negativa, aunque estaba un poco aturdida, y una de sus compañeras,
enfadada o indignada.
El comienzo
Coronamos
la subida a la Sierra de Atapuerca, que de alguna manera se parece
o al menos a mi me recordaba por la antigüedad del terreno, a los
páramos de Tejares de Fuentidueña, en la provincia de Segovia, y a
continuación comenzaba a deshacerse la niebla. Ya en dirección a
Villafría se quedó un precioso día de primavera.
Más tarde,
entrando en la ciudad de Burgos, cerca de la iglesia de Santa
Maria la Real y Antigua de Gamonal, salió a nuestro encuentro un
familiar, que vive no lejos de allí, mi primo Carlos. Después de
invitarnos a unas cervezas, me entregó un bordón y una
concha de vieira, habituales atributos de los peregrinos del
Camino de Santiago. Reconozco que dudé, y pensé que no
conservaría estos regalos, en las sucesivas etapas, sino que los
olvidaría en algún lugar. Pero hoy tengo que decir que aún los
conservo. Y espero poder seguir con ellos, en años sucesivos,
realizando El Camino y llevarlos conmigo.
Con mi primo Carlos
El
almuerzo lo realizamos, una vez que nos empapamos de la lluvia
que caía, cerca del Monasterio de las Huelgas Reales.
Seguidamente jugamos una larga y reñida partida de mus. La pareja compuesta
por José Maria y Luis Barrio, ganaron, y por ello añadimos a
nuestro largo curriculum, de campeones del Camino de Santiago, el
título de Burgos. Ya traíamos en propiedad, los campeonatos de Francia
y Roncesvalles (Navarra), obtenidos en 2007. Por cierto,
además somos pescadores de truchas, como tendremos oportunidad
de comentar. Que será, casualidad. O tal vez no?.
Al día
siguiente, 9 de mayo, iniciamos el Camino lloviendo, a través del valle del río
Arlanzón, precioso río truchero, que cruzamos varias veces, una de ellas por la
localidad de Tardajos, municipio que da nombre a un coto de pesca.
Por cierto,
relacionando la lluvia que se pueda padecer en una jornada de pesca, con la
recibida en un día en El Camino, se lleva razonablemente bien, aquella,
pues al término de la actividad piscícola, solemos tener un coche, con
ropa seca, que una vez sustituida la mojada, te permite relajarte, y a
otro asunto. Ya puede seguir cayendo el diluvio universal en el campo.
Pero en El
Camino de Santiago, es distinto. Toda la ropa la transportas en la mochila, a
tus espaldas, generalmente, lo que es una limitación. Veamos, si llueve, la
ropa mojada en la mochila no se seca. Pesa más, y el objetivo es que al llegar
al fin de etapa se debe procurar, con los medios que se tengan, a veces
escasos, para que dicha ropa, esté utilizable para el día siguiente.
Pues
bien, al
llegar a Hontanas, estimé que ya había llovido bastante, ese día, y dejé
ropa mojada tendida en una cuerda, al raso durante la noche. No paró de llover,
y ¡¡¡ de qué manera !!!, a jarros.
No obstante,
por todo lo que rodea al Camino, amistades, buen ambiente, incertidumbre, etc
merece la pena, vivirlo. Lo demás son anécdotas.
Si además de
lluvia, se presenta una tormenta, con rayos y truenos incluidos, la prisa por llegar
a un pueblo, cobijo o terminar la etapa se multiplica. Es lo que nos sucedió al
terminar esa jornada en Hontanas.
Por cierto, recuerdo que en esa etapa,
conocimos a Clara, peregrina procedente de Villasana de Mena,
aunque reside actualmente en Alemania. A partir de entonces
tuvimos la suerte de que nos acompañara en varias comidas o
cenas a este grupo de peregrinos segovianos, compartiendo
tertulias y muy buenos ratos.
Clara
El final de esta etapa, y con la tormenta
que se presentó, habría sido interesante que nos hubieran
grabado en un video lo listos (veloces) que anduvimos los
peregrinos, para casi corriendo, librarnos de los efectos de
dicha tormenta. Aceleramos la marcha endemoniadamente. Al fin,
en el albergue El Puntido, el jovencísimo Pedro y su familia
nos dio posada librándonos de las inclemencias meteorológicas
externas.
Pedro y familia
Conocimos
también a José Luis y su hija Verónica, procedentes de Santander, y que
posteriormente volvimos a ver, reiteradamente en el Camino.
Esta
localidad de Hontanas, posee una preciosa y esbelta catedral, si se me permite,
desproporcionada, con lo que es el resto del municipio. Parece mentira que
pueblos pequeños, tengan estos monumentos, hecho que se repite a lo largo del
Camino, caso similar a la catedral de Villalcázar de Sirga, y tantos otros que
hemos tenido la oportunidad de conocer.
Salimos de
Hontanas, la siguiente jornada, con lluvia. Nos recomendaron ir,
tranquilamente, por una carretera de asfalto hasta Castrojeriz. En efecto, en
los 9,7 kilómetros de distancia, de un pueblo a otro, apenas vimos cuatro
vehículos. Tras reponer fuerzas en dicha localidad, Angel, José María y Luis
Barrio, decidimos coger el Camino de Santiago convencional mientras que el
resto de los peregrinos del grupo, Fernando, Michel y Paco, tras no pocas
dudas, decidieron continuar por la carretera general. Pocos kilómetros después
coronamos un repecho, hasta alcanzar una meseta, desde dónde se divisaron
preciosas vistas de las provincias de Burgos y Palencia. No nos
entretuvimos mucho porque seguía lloviendo, y de que manera.
El Canal de Castilla
Posteriormente arribamos a Boadilla del
Camino,y desde allí y caminando en paralelo al Canal de
Castilla, llegamos a Frómista. Preciosa localidad palentina,
con unas iglesias de arte románico, que son conocidas
internacionalmente por su pureza y calidad. Desde el inicio de
la etapa hasta Frómista hay una distancia de treinta y cinco
kilómetros aproximadamente. Anduvimos treinta y cinco
kilómetros bajo un paraguas. No está mal la
experiencia.
Poco tiempo después, una vez aseados nos
encontramos, muy contentos, con el peregrino Luis Martín,
compañero de años anteriores en el Camino, y que este año se
incorporaba, al mismo, en esta localidad palentina.
Luís
La siguiente etapa,
nos llevó
una mañana fresca, hasta Carrión de los Condes. No recuerdo ahora con exactitud,
si fue ese día, o el anterior, cuando conocimos a las peregrinas Esther y
Montserrat, procedentes de la localidad catalana de Figueras. Como anécdota
recuerdo, que tras un comentario mío de que se trataba de las pocas
personas españolas que hacíamos el Camino, Montse, con gracia, dijo: -
pero nosotras por sólo veinte kilómetros -. Se refería a que si
Figueras en lugar de donde se encuentra geográficamente, veinte kilómetros
desde la frontera de Francia y España, hacía acá, se encontrara veinte
kilómetros hacía allá, pues tampoco se las consideraría dicha nacionalidad.
Curiosidad aparte, lo cierto es que con Esther y Montserrat, compartimos muy
buenos ratos, a partir de este momento hasta León, localidad donde dejaron el
Camino por este año.
Al igual que
nuestro grupo, tienen la intención de seguir en años sucesivos, una semana más
o menos al año, hasta concluir.
Varias
etapas siguientes, transcurrieron, esperando llegar a Puente Villarente, dónde
con el permiso y licencia correspondiente, estaba previsto acudir a pescar al
río Porma.
Hay que manifestar, que conseguir un
permiso de pesca, teniendo en cuenta que el procedimiento para
ello, se inicia en el mes de septiembre del año anterior, es
largo y duro. (Ahora me acuerdo de Primi, cuando utiliza esas
palabras en femenino y en otro contexto).
El permiso de pesca
Por ello si
cabe, a la inquietud y ansiedad, propios de un día de pesca, hay que añadir la
incertidumbre en poder usar el permiso, el día elegido y prefijado, con tanta
anticipación.
El peregrino
Fernando, me acompañó desde el inicio de la jornada, toda la mañana y sacamos
dos preciosas y magnificas truchas comunes. No es mal premio, si tenemos
en cuenta, además, que el río y el paraje son inmejorables. Pero creo que
debido a las últimas lluvias, llevaba exceso de caudal de agua. Incluso el
propietario del albergue San Pelayo de Puente de Villarente, comentó que el
agua bajaba turbia apenas dos días antes, lo que no es óptimo para la pesca.
Lamento que
otros peregrinos, a pesar del esfuerzo que realizaron andando para acompañarnos
en la jornada de pesca, no pudieran disfrutarla, pues cercana la hora de comer
y teniendo en cuenta que no teníamos otro medio de transporte, que caminar, los
pescadores, nos fuimos al albergue, a asearnos.
Al río no
bajamos la mochila, la depositamos previamente en el albergue citado. Apenas
portamos lo imprescindible para la pesca, es decir la caña, carrete y unas
cucharillas.
En el
ejercicio de la pesca, no para uno de subir y bajar las orillas del río, de
moverse, generalmente en pendiente, y se realiza una actividad física
seria. Salvo que te limites a echar la caña al río y no te muevas. Pero no es
el caso que nos ocupa.
Por otro
lado, este día, casi como excepción, nos respetó la lluvia, que ha estado
presente, este año, muchos días, como ya he comentado.
La corta etapa que terminamos en León,
desde Puente Villarente, la aprovechamos para pasear la bella
y monumental ciudad. Quiero destacar que nos salió a recibir
Máximo, con su esposa Seve, compañero y peregrino del Camino
de Santiago en el año 2006, en la variante del Camino del
Norte, que iniciamos en Asturias. Una satisfacción volverle a
ver y saludarle, y espero que podamos, en los próximos años
repetir vivencias y que se una a este grupo de
caminantes.
Con Máximo
Al
día siguiente,
viernes, tras casi treinta y seis kilómetros, llegamos a Hospital de
Orbigo, y al otro, a Astorga, término del Camino, por este año, tras una breve
etapa.
Quien
suscribe estas líneas, en el año 2005, comenzó en la citada localidad de Astorga,
el Camino hasta Santiago de Compostela, por lo que ya conozco esta zona del
Camino francés.
Termino
deseando a todas personas con las que he compartido estos días de ruta, lo
mejor, y sobre todo que no les falte la salud.
Julio 2008
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