SKP



Página Principal

Inicio
Prólogo
Villafranca
O Cebreiro
Samos
Portomarín
Palas de Rei
Arzua
Monte do Gozo
Santiago


macardiel@outlook.es




Lunes, 8 de Mayo de 2.000
Desde el Monasterio de Samos hasta Portomarín - 31,2 Kms.



Como dice el GPS de Angel Rodríguez al comienzo de esta etapa: .." Se camina sin descanso ...", aunque, en realidad, los descansos eran muy frecuentes.

El día había amanecido claro y soleado. Poco a poco los amigos fueron preparándose para la partida. En la puerta del monasterio, mientras esperaban, Jesús y Michel conversaban con un belga y con un americano procedente de San Francisco. Curiosamente no conocía Yosemite ni el Bosque de las Sequoias y sin embargo había realizado el Camino varias veces ya. Jesús le mostró orgulloso su sombrero de Yosemiti.

Mientras los amigos desayunaban, Loli y Saray salían ya dispuestas a proseguir el Camino. Cuando terminaron los desayunos, después de tomar alguna foto, comenzaron la marcha. Sabían que el día sería duro debido al gran número de kilómetros que pretendían recorrer.


Listos para partir

El Camino deja atrás la montaña, si es que en Galicia se deja alguna vez, o al menos, la alta montaña. La etapa discurre fundamentalmente por la Vega del Sarriá y el Valle del Miño. Mil y una aldeas se suceden casi sin dar ocasión al peregrino a adivinar cuándo sale de una o entra en otra. Las "carballeiras" y los castaños dejan paso a los campos de cultivo, a la vez que se encuentran las primeras plantaciones de coníferas.


Angel: peregrino en construcción


Michel: también ...


Camino de Sarria

Poco a poco el grupo se había ído separando hasta perderse de vista completamente unos a otros. La mañana era espléndida. Sudorosos, diez largos kilómetros después se agruparían de nuevo en Sarria, villa mayor del camino francés en Galicia.

La parada era obligatoria. Unas buenas cervezas y un poco de cuidado de los pies, les pondría de nuevo con fuerzas en el Camino. Sentados en la calle, apoyados en la ventana de un bar, divisaron desde lejos a Loli y Saray que, saludándoles con la mano, después de cruzar el río, continuaban su marcha sin querer acercarse.


Sarria


I.T.V.

Poco después, Angel, Jesús y Marino continuaban la marcha mientras Angel Rodríguez y Michel se quedaban rezagados tomando algunas fotos a la salida de Sarria,donde puede verse la antigua prisión preventiva y un precioso cruceiro.


Iglesia en Sarria


Prisión Preventiva


Cruceiro

Tras cruzar la vía del tren ya fuera de la población, los pasos se sumergen en el mundo húmedo y oscuro de uno de los últimos bosques autóctonos que atraviesa la ruta. Robles, pinos y hayas condimentan un banquete visual exclusivo para el caminante. A partir de aquí, el fuerte olor en las aldeas ganaderas se convertirá también en algo inolvidable.


Iglesia en Santiago de Barbadelo


Preciosa torre


Simpática señora indicándoles una fuente

Cerca de Renfe, Angel Rodríguez y Michel, aún rezagados con sus fotos, conectan por fín con sus amigos que, junto a Loli y Saray, les estaban esperando tomando unas cervezas en un bar próximo al Camino. Michel, aficionado desde muy joven a la fabricación de "sicus" y otras cosas con cualquier tipo de cañas, después de admirar las dos de bambú que ellas llevaban y preguntarlas dónde las habían conseguido, se planteó la posibilidad de ir a Vizcaya, algún día, a buscar alguna.

Después de un breve descanso, los cinco amigos se despidieron de las mujeres, que se quedaban comiendo un atractivo "bocata", y continuaron decididos su marcha hacia Brea y poco después Ferreiros.

Poco antes de Brea, no se sabe "si el río es el camino" o bien "si el camino es el río". Poco a poco el camino se inclinaba hacia arriba y se convertía, a lo largo de un par de kilómetros,en un verdadero cauce fluvial por donde se hacía imposible pasar sin meter las botas por completo.

Habían echado grandes piedras en el centro en un vano intento de hacer una vereda por donde se facilitara el paso sin tocar el agua. Todo había sido inútil pues el nivel del agua sobrepasaba en muchos lugares las piedras.

Michel, con sus playeras de deportes, caminaba de piedra en piedra con sumo cuidado al principio. Después, cuando comprobó la inutilidad de sus cuidados y esfuerzos por no mojarse las zapatillas, completamente encharcadas, decidió caminar despreocupado por el centro del río.


Faltan 100 kms.


Michel


Angel Rodríguez


Jesús


Angel Rodríguez

A pesar de las bromas y de la divertida situación, la subida se había hecho muy penosa. Cuando por fín se encontraron fuera del cauce del río, una vez arriba, Michel y Angel Rodríguez esperaron a Jesús que se había quedado muy rezagado afectado probablemente por una de las ya muy conocidas "pájaras".

Mientras tanto, Marino y Angel habían continuado la marcha hasta parar en un caserón muy agradable justo al lado del Camino, ya en Brea.

Unos inmensos bocadillos de tortilla acompañados de cervezas y vino gallego pronto les hicieron olvidar el cansancio. Los "elixires" les supieron a gloria por lo que repitieron algunas veces más. La "pájara" de Jesús había desaparecido por completo.

Después de una exhaustiva I.T.V. donde aparecieron algunas ampollas, rozaduras e hinchazones de tobillo, decidieron continuar. Mientras se preparaban para la partida llegaba en aquel momento el americano de San Francisco en compañía de su amigo el belga. Poco después Loli y Saray también pasaban de largo deseosas de llegar al refugio de Ferreiros donde pasarían la noche.

El tiempo amenazaba con lluvia por lo que prepararon sus paraguas e impermeables. Jesús tomó la delantera, seguido de cerca por Michel y Angel Rodríguez y, a cierta distancia, los hermanos Herrero. Una lluvia muy tenue al principio, convertida en un verdadero chaparrón después les obligó a resguardarse en el refugio de Ferreiros.

Jesús había pasado de largo y los hermanos Herrero se habían quedado atras seguramente resguardados de la fuerte lluvia también.

Angel Rodríguez y Michel, después de sellar en la entrada del refugio su "papelina", entraron en la nave repleta de modernas literas. La mayoría de sus amigos y conocidos peregrinos se encontraban allí. Pilar y Poli, Loli y Saray, Eduardo, Juan, el americano, el belga, las dos Jenny's, el grupo de canadienses ...

A la pregunta de Michel de si quedaban plazas libres, rápidamente Eduardo, "el pibe", lo negó enérgicamente, con una sonrisa. Aún debía recordar los terribles ronquidos del día de O Cebreiro. Muy divertidos por la broma, después de charlar durante algunos minutos con sus amigos, se dirigieron hacia una salita de estar donde habían dejado los empapados paraguas. La lluvia continuaba por lo que no se decidían a seguir su camino.

Mientras esperaban, Michel sacó su armónica y entonó una preciosa melodía ("La respuesta está en el viento, de Bob Dylan) que levantó grandes aplausos desde la sala de literas. Incluso la mujer de la puerta del refugio entró aplaudiendo, admirada y muy contenta. Aunque Angel Rodríguez pasó a la sala de las literas con su sombrero de Tijuana en la mano, no logró moneda alguna para el improvisado concierto.

Había dejado de llover. Los dos amigos, después de despedirse de nuevo de todos, salieron dispuestos a continuar su camino. Jesús, Marino y Angel Herrero que también se habían resguardado íban algo más adelantados, aunque pronto les encontrarían esperando.

Una lluvia muy tenue les acompañó a lo largo de aquellos últimos e interminables kilómetros. Después de descender una larga y vertiginosa pendiente divisaron por fín, allá arriba, el nuevo Portomarín, donde llegaron tras cruzar un moderno viaducto que salva las aguas del rio Miño y ascender por unas largas escaleras de piedra una penosa y dura pendiente. El pueblo antiguo se encuentra bajo las aguas del embalse de Belesar, construído en 1962 sobre el Miño.


Portomarín: Iglesia de San Nicolás

Después de acoplarse en las modernas literas de madera del albergue salieron con intención de cenar algo. Marino, empeñado en conseguir un buen impermeable que resguardara su mochila de la lluvia, se fué a ver si lo encontraba. Poco después regresaba con un plástico que, por fín, resultó ser bastante apropiado para sus propósitos.

Como siempre, la cena resultó agradable y amena. El restaurante sólo estaba ocupado por los tres simpáticos jubilados alemanes que seguían a nuestro ritmo desde O Cebreiro y por los cinco amigos. El dueño, que había sido emigrante en Alemania durante muchos años, les comentó algunas anécdotas. Los alemanes, después de beberse su acostumbrada botella de vino, les saludaron alegremente.

Michel continuaba con su tobillo enormemente hinchado y Angel Herrero dudaba de si al día siguiente podría continuar debido a su rozadura en el dedo del pie. El resto de amigos se encontraba, aparentemente, en perfectas condiciones físicas.

Pronto regresaron al refugio y, enormemente cansados, se metieron en sus respectivas literas. Esta vez, a la mañana siguiente, ninguno comentaría nada con respecto a los ronquidos. Es posible que por una vez nadie roncara o bien que, debido al agotamiento físico, nadie los escuchara.