Como dice el GPS de Angel Rodríguez al comienzo de esta etapa: .." Se
camina sin descanso ...", aunque, en realidad, los descansos eran muy
frecuentes.
El día había amanecido claro y soleado. Poco a poco los amigos fueron
preparándose para la partida. En la puerta del monasterio, mientras
esperaban, Jesús y Michel conversaban con un belga y con un americano
procedente de San Francisco. Curiosamente no conocía Yosemite ni el
Bosque de las Sequoias y sin embargo había realizado el Camino varias
veces ya. Jesús le mostró orgulloso su sombrero de Yosemiti.
Mientras los amigos desayunaban, Loli y Saray salían ya dispuestas
a proseguir el Camino. Cuando terminaron los desayunos, después de
tomar alguna foto, comenzaron la marcha. Sabían que el día sería duro
debido al gran número de kilómetros que pretendían recorrer.
Listos para partir
El Camino deja atrás la montaña, si es que en Galicia se deja alguna
vez, o al menos, la alta montaña. La etapa discurre fundamentalmente
por la Vega del Sarriá y el Valle del Miño. Mil y una aldeas se
suceden casi sin dar ocasión al peregrino a adivinar cuándo sale de
una o entra en otra. Las "carballeiras" y los castaños dejan paso a
los campos de cultivo, a la vez que se encuentran las primeras
plantaciones de coníferas.
Angel: peregrino en construcción
Michel: también ...
Camino de Sarria
Poco a poco el grupo se había ído separando hasta perderse de vista
completamente unos a otros. La mañana era espléndida. Sudorosos, diez
largos kilómetros después se agruparían de nuevo en Sarria, villa
mayor del camino francés en Galicia.
La parada era obligatoria. Unas buenas cervezas y un poco de cuidado
de los pies, les pondría de nuevo con fuerzas en el Camino. Sentados
en la calle, apoyados en la ventana de un bar, divisaron desde lejos
a Loli y Saray que, saludándoles con la mano, después de cruzar el
río, continuaban su marcha sin querer acercarse.
Sarria
I.T.V.
Poco después, Angel, Jesús y Marino continuaban la marcha mientras
Angel Rodríguez y Michel se quedaban rezagados tomando algunas fotos
a la salida de Sarria,donde puede verse la antigua prisión preventiva
y un precioso cruceiro.
Iglesia en Sarria
Prisión Preventiva
Cruceiro
Tras cruzar la vía del tren ya fuera de la población, los pasos se
sumergen en el mundo húmedo y oscuro de uno de los últimos bosques
autóctonos que atraviesa la ruta. Robles, pinos y hayas condimentan
un banquete visual exclusivo para el caminante. A partir de aquí, el
fuerte olor en las aldeas ganaderas se convertirá también en algo
inolvidable.
Iglesia en Santiago de Barbadelo
Preciosa torre
Simpática señora indicándoles una fuente
Cerca de Renfe, Angel Rodríguez y Michel, aún rezagados con sus fotos,
conectan por fín con sus amigos que, junto a Loli y Saray, les estaban
esperando tomando unas cervezas en un bar próximo al Camino. Michel,
aficionado desde muy joven a la fabricación de "sicus" y otras cosas
con cualquier tipo de cañas, después de admirar las dos de bambú que
ellas llevaban y preguntarlas dónde las habían conseguido, se planteó
la posibilidad de ir a Vizcaya, algún día, a buscar alguna.
Después de un breve descanso, los cinco amigos se despidieron de las
mujeres, que se quedaban comiendo un atractivo "bocata", y continuaron
decididos su marcha hacia Brea y poco después Ferreiros.
Poco antes de Brea, no se sabe "si el río es el camino" o bien "si el
camino es el río". Poco a poco el camino se inclinaba hacia arriba y
se convertía, a lo largo de un par de kilómetros,en un verdadero cauce
fluvial por donde se hacía imposible pasar sin meter las botas por
completo.
Habían echado grandes piedras en el centro en un vano intento de hacer
una vereda por donde se facilitara el paso sin tocar el agua. Todo
había sido inútil pues el nivel del agua sobrepasaba en muchos lugares
las piedras.
Michel, con sus playeras de deportes, caminaba de piedra en piedra con
sumo cuidado al principio. Después, cuando comprobó la inutilidad de
sus cuidados y esfuerzos por no mojarse las zapatillas, completamente
encharcadas, decidió caminar despreocupado por el centro del río.
Faltan 100 kms.
Michel
Angel Rodríguez
Jesús
Angel Rodríguez
A pesar de las bromas y de la divertida situación, la subida se había
hecho muy penosa. Cuando por fín se encontraron fuera del cauce del
río, una vez arriba, Michel y Angel Rodríguez esperaron a Jesús que se
había quedado muy rezagado afectado probablemente por una de las ya
muy conocidas "pájaras".
Mientras tanto, Marino y Angel habían continuado la marcha hasta parar
en un caserón muy agradable justo al lado del Camino, ya en Brea.
Unos inmensos bocadillos de tortilla acompañados de cervezas y vino
gallego pronto les hicieron olvidar el cansancio. Los "elixires" les
supieron a gloria por lo que repitieron algunas veces más. La "pájara"
de Jesús había desaparecido por completo.
Después de una exhaustiva I.T.V. donde aparecieron algunas ampollas,
rozaduras e hinchazones de tobillo, decidieron continuar. Mientras se
preparaban para la partida llegaba en aquel momento el americano de
San Francisco en compañía de su amigo el belga. Poco después Loli y
Saray también pasaban de largo deseosas de llegar al refugio de
Ferreiros donde pasarían la noche.
El tiempo amenazaba con lluvia por lo que prepararon sus paraguas e
impermeables. Jesús tomó la delantera, seguido de cerca por Michel y
Angel Rodríguez y, a cierta distancia, los hermanos Herrero. Una
lluvia muy tenue al principio, convertida en un verdadero chaparrón
después les obligó a resguardarse en el refugio de Ferreiros.
Jesús había pasado de largo y los hermanos Herrero se habían quedado
atras seguramente resguardados de la fuerte lluvia también.
Angel Rodríguez y Michel, después de sellar en la entrada del refugio
su "papelina", entraron en la nave repleta de modernas literas. La
mayoría de sus amigos y conocidos peregrinos se encontraban allí.
Pilar y Poli, Loli y Saray, Eduardo, Juan, el americano, el belga, las
dos Jenny's, el grupo de canadienses ...
A la pregunta de Michel de si quedaban plazas libres, rápidamente
Eduardo, "el pibe", lo negó enérgicamente, con una sonrisa. Aún debía
recordar los terribles ronquidos del día de O Cebreiro. Muy divertidos
por la broma, después de charlar durante algunos minutos con sus
amigos, se dirigieron hacia una salita de estar donde habían dejado
los empapados paraguas. La lluvia continuaba por lo que no se decidían
a seguir su camino.
Mientras esperaban, Michel sacó su armónica y entonó una preciosa
melodía ("La respuesta está en el viento, de Bob Dylan) que levantó
grandes aplausos desde la sala de literas. Incluso la mujer de la
puerta del refugio entró aplaudiendo, admirada y muy contenta. Aunque
Angel Rodríguez pasó a la sala de las literas con su sombrero de
Tijuana en la mano, no logró moneda alguna para el improvisado concierto.
Había dejado de llover. Los dos amigos, después de despedirse de nuevo
de todos, salieron dispuestos a continuar su camino. Jesús, Marino y
Angel Herrero que también se habían resguardado íban algo más
adelantados, aunque pronto les encontrarían esperando.
Una lluvia muy tenue les acompañó a lo largo de aquellos últimos e
interminables kilómetros. Después de descender una larga y vertiginosa
pendiente divisaron por fín, allá arriba, el nuevo Portomarín, donde
llegaron tras cruzar un moderno viaducto que salva las aguas del rio
Miño y ascender por unas largas escaleras de piedra una penosa y dura
pendiente. El pueblo antiguo se encuentra bajo las aguas del embalse
de Belesar, construído en 1962 sobre el Miño.
Portomarín: Iglesia de San Nicolás
Después de acoplarse en las modernas literas de madera del albergue
salieron con intención de cenar algo. Marino, empeñado en conseguir
un buen impermeable que resguardara su mochila de la lluvia, se fué a
ver si lo encontraba. Poco después regresaba con un plástico que, por
fín, resultó ser bastante apropiado para sus propósitos.
Como siempre, la cena resultó agradable y amena. El restaurante sólo
estaba ocupado por los tres simpáticos jubilados alemanes que seguían
a nuestro ritmo desde O Cebreiro y por los cinco amigos. El dueño,
que había sido emigrante en Alemania durante muchos años, les comentó
algunas anécdotas. Los alemanes, después de beberse su acostumbrada
botella de vino, les saludaron alegremente.
Michel continuaba con su tobillo enormemente hinchado y Angel Herrero
dudaba de si al día siguiente podría continuar debido a su rozadura
en el dedo del pie. El resto de amigos se encontraba, aparentemente,
en perfectas condiciones físicas.
Pronto regresaron al refugio y, enormemente cansados, se metieron en
sus respectivas literas. Esta vez, a la mañana siguiente, ninguno
comentaría nada con respecto a los ronquidos. Es posible que por una
vez nadie roncara o bien que, debido al agotamiento físico, nadie los
escuchara.
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