Desayunamos muy temprano en la Barata donde esperamos un buen rato hasta que todos estuvimos preparados para la caminata. Ángel y Luís comienzan la etapa y, tras ellos, salimos los demás. El cielo está bastante nublado amenazando lluvia, aunque aún no ha comenzado a llover.

El camino, completamente de tierra, está en obras. La lluvia nos obligó a poner la funda en las mochilas y a desplegar los paraguas de vez en cuando. Pronto llegamos a la Franca donde encontramos un bar a pie de camino, aunque no entramos.

Caminamos bajo la fina lluvia dejando atrás Buelna con impresionantes vistas del mar. Seguimos la senda costera con intención de acercarnos a los famosos bufones. En la senda montañosa encontramos una señal que indica un desvío hacia la costa que nos obliga a cruzar la carretera y saltar una cerca de alambre de espino. La senda cerca del acantilado es bastante incómoda y, aunque vemos algún bufón, no están activados pues el mar está en calma. Caminando como podemos por una senda de cabras llegamos hasta Pendueles, al Bar Castiellu, donde Luís nos había dicho que nos esperaba. Cuando llegamos, Luís ya no estaba. De todas formas nos tomamos allí un pequeño tente en pie.

Nos extraña no haber visto a Primi, pues iba algo adelantado, por lo que le llamamos por el móvil. Parece que él no ha visto el desvío y ha continuado la senda del camino. Dando marcha atrás y otra vez hacia adelante, ha logrado llegar a Pendueles y unirse a nosotros. Después nos contaría que un ciclista "al que había adelantado en una cuesta" le había regalado un bastón que estaba entre los matorrales. Visitamos el estupendo albergue de peregrinos Santa Marina.

Después de unos cuatro kilómetros, un cartel nos indica que estamos ante los famosos Bufones de Arenillas. Se trata de grietas o chimeneas abiertas en la costa, y conectadas con simas marinas, por las que el agua salada penetra a presión, formando surtidores de agua pulverizada que pueden alcanzar más de 20 metros de altura.

Nos desviamos para verlos de cerca, al igual que muchos otros peregrinos.

Continuamos hacia Llanes cruzando el puende de madera del río Purón. Dos kilómetros después nos detenemos en el Mesón La Fuente, en Andrín, donde Luís y Ángel nos están esperando. Pasamos un buen rato mientras comemos los cinco.

Finalizada la comida, retomamos el camino hacia Llanes. Nos detenemos un momento en el mirador de la Boriza, desde donde podemos divisar espléndidas vistas sobre acantilados y playas. Ya vemos, al fondo, la ciudad de Llanes.

Muy cerca de Llanes nos detenemos un momento en la Ermita del Cristo del Camino donde nos hacemos alguna foto.

Ya en Llanes, nos dirigimos directamente al albergue La Estación, donde encontramos literas libres para todos. Ángel y Luís se cambian de habitación pues prefieren literas bajas.

Después de ducharnos nos preparamos para dar una vuelta por la preciosa población asturiana. Aquí podremos degustar su sidra autóctona y dar un paseo por el puerto, donde emerge el original trabajo del artista vasco Agustín Ibarrola, que pintó los cubos de hormigón del rompeolas del puerto. La obra se conoce con el nombre de "Los cubos de la memoria" (2001-2006).

Llaman nuestra atención muchas de las nobles construcciones financiadas por los indianos que regresaban de América.

Primi se queda en el albergue mientras termina la lavadora de la colada mientras nosotros nos vamos a dar una vuelta. Luís va a hacerle el relevo y se toman unas cañas.

Visitamos el Torreón o castillo de Llanes. Se trata de una torre defensiva ubicada en la muralla medieval cuya fundación se remonta al siglo XIII. Esta torre sirvió como torre defensiva y más tarde de cárcel. La torre está edificada en piedra caliza con planta circular. En la actualidad alberga la oficina de turismo. En 1876 se declaró Monumento Nacional.

Mientras damos un paseo por el puerto nos sorprende encontrarnos con Pietje y Doiren, las peregrinas holandesas que habíamos conocido en Comillas. Nos comentan que ellas van de hostales, no de albergues-

Después de darnos una vuelta por la población decidimos sentarnos en una terraza a tomar unas sidras. Pronto se nos unen Luís y Primi. A Primi, sin tiempo a sentarse, le aconsejamos se de una vuelta por "los cubos de la memoria", pues él no los ha visto.

Desde nuestra terraza, vemos a las holandesas sentadas al otro lado de la ría. Las saludamos con el brazo, a lo que ellas nos contestan, divertidas.

Después de tomarnos las sidras decidimos entrar en el restaurante a tomar unos pinchos y ver el partido de futbol dentro. Las bebidas venían de oferta acompañadas de tapas por lo que cenamos de tapas bastante buenas.

Finalizada la cena y el partido volvimos al albergue a descansar.