Dispuestos a comenzar la andadura, desayunamos en el mismo albergue, pues encontramos una mesa preparada para ello, y en marcha. El tiempo amenaza lluvia, pero, de momento, se queda en eso. No hay apenas peregrinos.

Adelantamos a los valencianos, pues han salido antes que nosotros. Uno de ellos se llama Ramón. Pasamos algunas fincas con animales pastando que nos recuerdan a las llamas del Perú. Son "alpacas", animales desconocidos en España apreciados por sus fibras de alta calidad y que están introduciendo en algunas granjas de Cantabria. Poco después, dejamos atrás El Arroyo, pequeña población cántabra.

Pronto nos vamos separando. Luís y Ángel se han adelantado, mientras Michel espera sentado en la escalinata de la iglesia de San Pedro de Oreña a Primi, que se ha quedado bastante rezagado. Se toman alguna foto, y poco después Primi, continúa solo, dejando a Michel atrás.

Continuamos el Camino en una mañana apacible, soleada y espléndida. Exceptuando a los valencianos, no se ven a otros peregrinos. Tomamos algunas fotos mientras nos acercamos a Cigüenza.

Dejamos atrás Caborredondo y en un recodo, tras cruzar un pequeño puente, nos encontramos con la impresionante Iglesia de San Martín de Tours, en la pequeña localidad de Cigüenza. La Iglesia es una sólida y sobria construcción barroca del siglo XVIII.

Mientras Luís, Ángel y Michel descansan en un restaurante de Cóbreces, Primi alcanza a Adele, peregrina australiana, que le acompaña durante un buen tramo. Le comenta que su ruta era de una o dos etapas andando y luego tomaba cualquier medio para adelantar etapas, puesto que le faltaban pocos días para marcharse y quería llegar a Santiago.

Comentando sobre la exportación a sudamérica de eucaliptos, dado que habían visto algunos, llegaron a Cóbreces, donde se despidieron deseándose suerte mutuamente. Primi se queda esperando a sus compañeros pero, tras esperar unos quince minutos, visto que no aparecían, decidió ponerse en marcha.

A la salida de Cobreces por carretera, Primi comienza a notar la perdida de las famosas 'flechitas' amarillas, con lo que vuelve atrás y pregunta en un bar, donde le informan que va en dirección contraria. Al llegar de nuevo a la iglesia y ver una pequeña capilla en la carretera, en lugar de tomarla a la derecha, atraviesa la carretera metiéndose en una especie de urbanización, que cuando quiso dar marcha atrás no encontró a nadie a quien preguntar, asi que optó por volver a la carretera y buscar las flechitas, asi llegó a Concha, muy cerca ya de Comillas.

Mientras tanto Luís, Ángel y yo, hemos continuado el Camino bordeando la costa. El día se ha ido nublando amenazando lluvia. Dejando atrás algunas preciosas playas nos vamos acercando a Comillas.

Pasamos junto a un camping, cruzamos la pequeña localidad de La Iglesia, nos detenemos a fotografiar la Iglesia de San Roque, cruzamos la localidad de Concha, y entramos por fin en Comillas, donde nos dirigimos directamente a la oficina de Turismo.

Después de pedir en la Oficina de Turismo algunos mapas de la zona nos dirigimos a la plaza de la población y nos sentamos en una terraza a tomar unas cervezas donde, poco después, nos encuentra Primi, quien se sorprende porque aún no hemos ido al albergue. Nos comenta que se ha despistado algo en su camino, y que si no hemos visto dos mercedes deportivos con las puertas abiertas que al pasar a su lado se imaginó que serían producto de algún robo pues estaban destrozados por dentro.

Los valencianos nos informan que sólo hay seis mochilas esperando la apertura del albergue por lo que Luís y Primi se acercan para comprobar la situación y dejar sus mochilas en la puerta. Ángel les ha dado una camiseta a los valencianos para que le guarden una litera baja. Después de picar algo, Primi y Ángel se van al albergue a ver si hay sitio y, al comprobar que se había llenado, vuelven con la camiseta y la mochila.

Poco después nos damos una vuelta buscando alojamiento, que encontramos, tras un buen paseo, en la Posada Rural La Solana Montañesa.

Después de acoplarnos en la Posada volvemos a bajar a la plaza pues teníamos intención de ver el partido de futbol en televisión durante la cena. Aun nos dio tiempo de dar una vuelta por Comillas, acercándonos a las puertas del Capricho de Gaudi, al que no llegamos a entrar. Tomamos a sus puertas un par de cervezas y volvimos al mismo bar de la plaza pensando que allí podríamos ver el futbol y cenar.

Mientras haciamos tiempo para la cena se sentaron en una mesa cercana a la nuestra un par de peregrinas a las que no habíamos visto antes y que resultaron ser madre e hija holandesas.

Entablamos conversación con ellas y nos comentaron que estaban haciendo turismo en parte por el Camino, aguardando a que el día 15 llegara el marido para caminar desde Bilbao (el matrimonio, pues la hija no caminaba).

Cuando nos confirmaron que allí no nos darían de cenar, el dueño del bar nos indicó otro restaurante que si lo haría y además ponían el partido en televisión. Después de despedirnos de nuestras amigas, nos dirigimos al otro restaurante donde nos encontramos a los valencianos, que tuvieron que recogerse pronto al estar en el albergue. Nosotros, finalizada la cena y el encuentro, nos retiramos a la Posada.