ESCAPADAS



Página Principal

Inicio
Prólogo
Astorga
Rabanal
Ponferrada
Villafranca
O Cebreiro
Calvor
Portomarín
Palas de Rei
Arzúa
Monte do Gozo
Santiago

Contactos

Mi Primer Camino


macardiel@terra.es

Viernes, 14 de de Mayo de 2004
Etapa 9: DE ARZÚA A MONTE DO GOZO


Muy temprano se escuchan ruidos de cremalleras y mochilas. Michel recoge la botellita de "aqua velva" tumbada en el suelo. Alguien, durante la noche, ha debido darla algún "chupito" pensando equivocadamente que se trataba de agua. Ángel, ya levantado, busca su toalla. Ayer se la había dejado a Michel y no aparecía por parte alguna. Cuando Michel ha salido a los servicios, desplazados a unos treinta metros del albergue, la ha encontrado justo en el tendedero donde la había dejado a secar la tarde anterior. Se había caído seguramente debido al aire.

Una vez listas las mochilas, han bajado al remanso del río. Primi ya se encontraba allí echando un cigarrillo. Había madrugado para "enviar un correo electrónico con encriptación cifrada" y después, al regresar de los servicios, se había topado con las "katianas" que ya realizaban sus ejercicios habituales de estiramiento. Las madrileñas le han preguntado sobre quién había hecho tanto ruido la noche pasada. Aunque Primi lo sabía, no quiso decirles nada.

Después de ayudar a Reyes a echar su mochila al taxi junto a la de Luís Martín, desaparecido en aquellos momentos, y quedar con el taxista en que las dejaría en la gasolinera existente a la derecha de la carretera antes de llegar al Monte do Gozo (después comprobarían que esa gasolinera no existe) han salido con dirección Arzúa con el propósito de desayunar allí.

De nuevo el día es espléndido y el sol y el largo ascenso les hace sudar copiosamente. La etapa será larga y seguramente muy calurosa. Cuando, ya en Arzúa, paran a desayunar llevan las camisetas completamente empapadas de sudor. Se las cambian y las sujetan a las mochilas. El sol se encargaría de secarlas muy pronto.

En el Mesón ya se encuentran desayunando las dos Beni's, a las que saludan afectuosamente.

Ángel, después de revisar minuciosamente con la camarera la cuenta de los desayunos, con la que no estaba de acuerdo, una vez convencida ella de que él llevaba razón, les ha puesto en camino bajo un sol ya elevado en el claro cielo.

Como ya era habitual, Luís Barrio se adelanta con Ángel, a continuación les siguen Luís Martín y las sevillanas y, algo rezagados, Michel y Primi. Cuando pasan por el albergue de Arzúa, conocido de otros años, ven de nuevo a las Beni's que están en un bar próximo seguramente esperando a sus compañeras.

Una vez encarrilado Primi, que se desviaba del Camino al igual que le sucedió el pasado año, divisan a las "katianas" que marchan por delante a buen ritmo mientras unos ciclistas charlan con ellas. Cuando las alcanzan caminan juntos un rato mientras charlan amigablemente, hasta que poco a poco van quedando atrás.

Pronto Primi también deja atrás a Michel, que va renqueando, con un pie dolorido seguramente por mala posición del calcetín, pero que no le apetece pararse a solucionarlo.

Michel, muy rezagado, divisa a Luís en la lejanía y supone que los demás le han dejado atrás. Poco después le alcanza y, después de charlar un rato con él, le deja atrás y continúa solo. Algunos ciclistas le adelantan y saludan. El camino hasta A Calle se le hace interminable.


Hacia A Calle

Cuando ha llegado al Carro ya estaban todos allí, excepto Luís. Sentados con sus cervezas han disfrutado de una agradable mañana soleada. La excelente terraza del bar, ahora muy bien acondicionado, estaba completa. Todos los grupos conocidos de peregrinos se han ido reuniendo allí. El grupo de caballistas les ha saludado e invitado, desde lejos, a su famoso jamón y vino más adelante. Esta vez procurarían llegar a tiempo o bien, no pasarse antes de tiempo.


En "El Carro"


Terraza de "El Carro"

En Santa Irene, juntos otra vez Luís, Primi y Michel, efectúan un descanso. Ángel les avisa a través del móvil que, un poquito más adelante, están los caballistas comiendo el famoso jamón. Cuando han llegado, los caballistas habían continuado ya la marcha pero aún quedaba queso, chorizo, jamón, empanada y vino, a lo que amablemente les han invitado. Luis ha cortado varias lonchas de jamón con un gran cuchillo que más bien parecía una espada turca.

Cinco minutos después han continuado el camino hasta O Pino, donde les esperaban para comer sentados en una agradable terraza. Primi, después de buscar un enchufe donde poner los móviles a cargar con su famoso ladrón, en previsión de la posible llamada de atención de Michel, pide permiso antes de quitarse la camiseta a un par de peregrinas que comían en la mesa de al lado. Sin hambre a causa del reciente queso, chorizo y jamón piden un par de raciones, con las que se conforman. Muchos peregrinos les saludan al pasar, desde lejos. Algunos entran en el recinto a charlar un rato con ellos. Las Beni's les comentan que Yolanda, la madrileña, al final ha tenido que abandonar, con el consiguiente disgusto. Jose Ernesto se acerca a tomar una coca-cola con ellos.

Después de una pequeña I.T.V. (a Michel le molestaba una ridícula ampolla y sabía que era debido al calcetín), han continuado hacia Arca con intención de saludar en "El Compás" a su amigo Guillermo y preguntar por su hija. Había tenido un accidente dos años antes y aún se encontraba en rehabilitación. El restaurante estaba muy cambiado. Había ampliado la zona del comedor a costa de reducir un poco la cafetería. Tomando unas cañas, sin encontrar a Guillermo ni a su hija, deciden continuar el camino.


Bosque de eucaliptos en Arca

Poco después han salido hacia Lavacolla. El camino, sin un lugar donde refrescarse, se les hace interminable. Yolanda, Michel y Luis el Negro se dirigen a un bar ya conocido de Sampaio. Estaba cerrado por reformas por lo que han tenido que continuar.


Luís el Negro



Jose Ernesto y Ángel

Ya en Lavacolla dejan el camino por acercarse a un bar que divisaban a lo lejos, sedientos y muy cansados. Lo único que encuentran es una máquina que despacha botellines de agua y a Jose Ernesto, sentado a su lado, descansando. Mientras saciaban la sed ha llamado Ángel. Estaba junto a "los sabandeños" en una terraza, ya conocida de años anteriores, trescientos metros antes. Han retrocedido hasta encontrarlos.


"Los sabandeños"

Mientras tanto, Reyes, Luís Martín y Primi, igualmente sedientos y agotados, habían parado en otro restaurante también desviándose del camino. Ante la llamada de Michel indicándoles que se encontraban con "los sabandeños" vuelven a ponerse en marcha hasta que, guiados por las canciones, les localizan.


Marcelino y las sevillanas

El grupo de peregrinos canarios es realmente bueno. Michel, admirado, les comenta que deberían cantar algo en la Catedral de Santiago. Ellos estarían encantados si pudieran hacerlo. Ángel les cuenta cómo habían conocido el año anterior a uno de los sacerdotes de la Catedral (D. Jose María Díaz), quien había pasado largo tiempo en Segovia. Finalizada la misa, había llamado al grupo segoviano a la Sacristía para saludarles. Irían a verle y se lo propondrían. "Los sabandeños" deciden ir preparando la canción del "palmero" modificando su letra, por si acaso.


En plena interpretación

Después de muchas canciones oriundas de las Islas y otras muchas de otros lugares, Marcelino cambia el estilo y comienza a interpretar algunas rancheras. Los amigos segovianos les acompañan en lo que pueden. El rato es realmente agradable.


¡¡¡ Bravo !!!


No volveré

"Cuando lejos me encuentre de ti
cuando quieras que este yo contigo
no hallarás un recuerdo de mi
ni tendrás mas amores conmigo

Yo te juro que no volveré
aunque me haga pedazos la vida
si una vez con locura te amé
ya de mi alma estarás despedida

No volveré
te lo juro por dios que me mira
te lo digo llorando de rabia
no volveré

No pararé hasta ver
que mi llanto ha formado
un arroyo de olvido abnegado
donde yo su recuerdo ahogaré

Fuimos nubes que el viento apartó
fuimos piedras que siempre chocamos
gotas de agua que el sol resecó
borracheras que no terminamos

En el tren de la ausencia me voy
mi boleto no tiene regreso
lo que tengas de mi te lo doy
pero no te devuelvo tus besos

No volveré
te lo juro por dios que me mira
te lo digo llorando de rabia
no volveré

No pararé hasta ver
que mi llanto ha formado
un arroyo de olvido abnegado
donde yo su recuerdo ahogaré"



Chencho, Yoly y Ángel

Ángel, preocupado por la hora, ha dado la orden de continuar y así lo hacen sin rechistar. "Los sabandeños" regresarían en el coche a Arzúa donde iban a pasar la noche. El grupo de sevillanas y segovianos continúan hacia las largas cuestas que ascienden empinadas hasta que aparecen las antenas de televisión gallega y luego hacia San Marcos, pueblo ya cercano al Monte do Gozo. Sin parar en San Marcos continúan subiendo ya con el Monumento a Juan Pablo II a la vista.


Iglesia de Lavacolla

Michel pregunta a un hombre vendedor de un quiosco por la gasolinera. Después de interminables explicaciones del hombre que hacían sonreir a Yoly, ha llegado a la conclusión de que dicha gasolinera no existe. Luís ha llamado por el móvil al taxista y éste le confirma que ha dejado las mochilas en la gasolinera de Arca, 20 kilómetros antes.


Monte do Gozo


Luís

Informado por Ángel sobre el estado de mal humor del "satélite", Michel, algo inquieto, entra en la recepción del albergue. Éste le mira fijamente, como si le recordara de años anteriores, aunque no dice nada y, por supuesto, Michel tampoco. Su compañero protesta pues, según él, no deberían asignar una habitación para todo el grupo porque aún no habían llegado todos. Yoly, Reyes y Luís, andaban rezagados ocupados en recuperar sus mochilas que, por fín, les acerca el taxista.

Por fín les asignan una habitación de ocho literas y allí se dirigen. Michel decide esta vez subirse a una de las literas altas aunque nunca le han gustado por la dificultad que tienen para subir, moverse en ellas y, sobre todo, bajar. Pero no estaba mal del todo.

Esta vez es Yolanda quien le presta a Michel la toalla mientras él corresponde con su champú.

Una vez duchados y perfumados con el dichoso "aqua velva" se van juntando en la cafetería en espera del autobús que les llevaría a Santiago donde a Ángel y a Michel les esperaban sus mujeres y amigos segovianos que se habían desplazado a Santiago para pasar un par de días con ellos. Cerca de la Catedral, en el parque donde eternamente esperan, fieles como ellas solas, las "novias" gallegas de Primi y Michel (de metal), se bajan del autobús las sevillanas, Luís el Negro y Primi. Luís Martín se ha quedado descansando en el albergue pues se encuentra destrozado. Ángel y Michel continúan en el autobús hasta la Plaza de Galicia donde se encuentran con sus respectivas mujeres y amigos. Michel aprovecha para ponerse una camisa de manga larga que le había traído su mujer pues hacía fresco e iba en manga corta. Poco después se dirigen hacia la Calle do Franco a tomar unos vinos y cenar algo en el, ya muy conocido, O42.

Después de la cena, mientras tomaban una copa en el "Modus Vivendi", Ángel muestra síntomas de cansancio y casi se queda dormido allí mismo. Se hace tarde y después de acompañar a sus mujeres y amigos al hostal, Ángel y Michel toman un taxi que les acerca rápidamente al albergue. Cuando entran Luís Martín está completamente dormido con las luces encendidas. Muy cansados se acoplan en sus literas y se duermen rápidamente.

Entretanto Reyes, Yoly, Luís el Negro y Primi, después de apretarse empanadas, queso, quisquillas y algunas otras cosas para cenar, se dirigen al "Modus Vivendi", lugar que a Primi le costó encontrar pues no recordaba el nombre y preguntaba por "una antigua cuadra de caballos". Allí coinciden con Katy y Ana, Alfonso, Quico, Chess y Chisu, con quienes toman alguna copa mientras charlan.

Katy y Ana se despiden y se marchan hacia el Monte do Gozo y Alfonso se lleva al resto del grupo a una macro discoteca, abarrotada de gente, donde no estaba permitido entrar con playeras. Entre Alfonso y Quico, seguramente utilizando su oficio y experiencia como alcalde, negocian la entrada logrando incluso entrar sin tener que abonar el importe.

A las 05:30 de la mañana regresan en sendos taxis. Primi entra enredando hasta lograr despertar a alguno de los que duermen plácidamente. Una vez en su litera comienza a roncar al igual que lo hace Luís el Negro, aunque esta vez no les escuchan demasiado. El día ha sido muy largo y el cansancio les hace dormir profundamente.