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Mi Primer Camino


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Jueves, 6 de Mayo de 2004
Etapa 1: DE ASTORGA A RABANAL DEL CAMINO


A las 07:00 de la mañana se escucha por algunos altavoces instalados en el albergue una música muy agradable. Aunque el albergue debe encontrarse lleno, no se ve mucho movimiento. Despejados por la música, preparan sus mochilas decididos a efectuar su primera etapa.


Michel y Primi saliendo del albergue

Mientras desayunan en la cercana cafetería Jucar, entran algunos peregrinos. Después sabrían que se trataba de David, con su boina negra, procedente de Plasencia y a quien Michel le pide que les haga una foto, y Alfonso, con su elegante sombrero blanco, procedente de Reinosa.


Desayunando en Astorga

A las 08:15 salen hacia Rabanal. El día es soleado aunque frío. A los lejos se divisan negras nubes. No muy lejos de Astorga, amenazados por la inminente lluvia, Ángel se retrasa con el fín de proteger la mochila con la funda y preparar el paraguas, mientras Primi y Michel, algo más adelantados, observan el gran “arco iris” que se divisa en el cielo. Poco después también ellos paran y preparan la funda de la mochila y sus paraguas. Michel no logra poner la funda en su mochila, por lo que la intercambia con la de Primi, ya que parece más grande. Una vez acoplados, continúan a marcha rápida.


Arco Iris

A las 09:00 llegan a Murias. La lluvia, aún amenazante, no ha comenzado a caer. El día parece aclararse por completo y la mañana ahora es espléndida.


Hacia Murias


Iglesia de Murias de Richivaldo

Después de hacerse algunas fotos en la Iglesia de Murias, continúan hacia Castrillo de Polvazares, precioso pueblo típico maragato, de alguna manera parecido al pueblo segoviano de Pedraza, que, aunque hay que salirse un poco del Camino, merece la pena visitar.


Iglesia de Castrillo de Polvazares


Castrillo de Polvazares


Hacia Santa Catalina

Una vez fuera del pueblo, bromeando sobre si subirse o no en una vieja motocicleta que encontraron tirada en la cuneta de la senda y desistiendo de ello gracias a los comentarios de Ángel, basados en alguna experiencia de su juventud, de que apenas resistiría la moto unos 200 metros, continuaron hacia Santa Catalina.

Michel pierde el paraguas mientras intenta sorprender fotográficamente a una cigüeña posada en el campo no muy lejos del camino. Cuando se da cuenta, deshace el camino andado hasta que lo encuentra exactamente en el lugar donde había intentado tomar la foto de la cigüeña, foto que nunca verían ya que mientras se preparaba, la cigüeña había volado.

Primi y Angel han continuado, aunque poco después le esperan en el cruce que les incorporaba de nuevo al “Camino”, donde han conocido a Poli y Sophie, inglesas peregrinas que ahora se las ve delante, lejos.

El camino es llano, de olorosa tierra mojada, blanda. La andadura, a pesar del buen ritmo, les resulta muy agradable.

Ya en Santa Catalina, tropiezan con una escalera de caracol y de hierro que por el exterior de la iglesia sube hasta el campanario. Sin dudarlo, dejando las mochilas en el suelo, suben con intención de fotografiarse en lo alto junto a las campanas.


Iglesia de Santa Catalina


Campanario


Campanario

Con los paraguas en la mano, aún sin llover, llegan a El Ganso. Primi se había adelantado con ánimo de efectuar una parada y tomar algo y, cuando llegan Ángel y Michel, sale del pintoresco Mesón “Cow-Boy”, un tanto excitado y sonriente a recibirles.


El Ganso

Mientras pedía una cerveza, alguien le había reconocido en el mesón aunque jamás se habían encontrado antes. Le había preguntado: ¿Tú eres Primi?. Se trataba de Jose Ernesto, venezolano que hacía tiempo había visitado la página web de Michel y le había preguntado por correo electrónico algunos aspectos del “Camino”. Había leído los textos de la página y revisado las fotos. Ahora, al encontrarse con Primi, le había reconocido y saludado de inmediato. Primi, gratamente sorprendido, había salido rápido a comentárselo a Ángel y Michel.

Ramiro, el regente del mesón, antiguo legionario incansable de hablar y de bromear, mientras les servía algo de salchichón y chorizo junto a unas cervezas, contaba algunos chistes a los que Primi respondía con los suyos. Ángel tampoco se quedaba atrás contando el de “borrachos y mamaos”.


Con Jose Ernesto


Con Ramiro

Mientras se tomaban las cervezas apareció Alfonso, acompañado por una mujer de aspecto nórdico con un pañuelo a la cabeza. Después sabrían que era alemana, de Berlín, y la conocerían como Ute, “the fast_woman”, por su rapidez en desplazarse por los caminos.

Después de darle un cigarrillo a Alfonso, quien no compraba para no fumar, continuaron hacia Rabanal del Camino. Eran las 12:15 de la mañana, que seguía siendo espléndida.

A las 13:30, sudorosos por el calor y el esfuerzo, llegan a Rabanal del Camino, precioso pueblo con bonitas casas de piedra, donde deciden tomar unas cervezas ya en el centro del pueblo. Sentados en una mesa en el Mesón “El Refugio”, mientras comentan las incidencias de la etapa, deciden quedarse allí a comer para después, dada la temprana hora, continuar hasta Foncebadón, rompiendo así el esquema de su primera etapa. La alargarían unos seis kilómetros que ya no tendrían que hacer el día siguiente.

Mientras esperan la comida, llegan al mesón de nuevo Ute y Alfonso, con quienes toman unas nuevas cervezas mientras charlan con Ute sobre la pronunciación de la frase en alemán que Primi había aprendido en el “Camino” del año anterior (“Du Bist Sehr Schön”, que debe significar algo como “qué preciosa eres”) y les enseñan las fotos del libro que llevaban como regalo para Carmen, de Ribadiso.


Con Ute y Alfonso


Con Ute y Alfonso


Mostrando a Ute el libro del Camino 2003

Ute y Alfonso se van al albergue no sin antes pedir un nuevo cigarrillo a Primi.

Después de una reconfortante comida compuesta de sopa de pescado y filete de ternera acompañada de unas buenas cervezas y finalizada con un par de fresquitos “elixires del Santo”, visitan el refugio con la intención de sellar la “papela”, donde un inglés les atiende de forma algo desconsiderada y unas peregrinas están lavando la ropa en unos artefactos un tanto antiguos que con su humareda más parecía que estaban destilando que haciendo la colada. Poco después comenzarían la ascensión al Monte Irago que les llevaría hasta Foncebadón.


Ángel y su fuerte ritmo

Poco a poco se van acercando a la nieve. La niebla se va cerrando y el frío es intenso. Comienza a nevar aunque se alterna con la lluvia. Michel se va quedando atrás mientras toma algunas fotos hasta que se da cuenta que no se ven las indicaciones del camino y teme perderse debido a la niebla cerrada. Preocupado acelera el paso, aunque la subida es fuerte.


Michel, retrasado

Mientras continúa la ascensión en la niebla, con un gélido viento, congelado de frío aunque ahora más seguro pues ha salido a una carretera asfaltada, le adelanta una caravana de lujosos vehículos, en su mayoría Mercedes y algunos Rolls Royces que hacían propaganda del Jacobeo. Uno de ellos para y el conductor amablemente se ofrece a subirle hasta Foncebadón. Michel le da las gracias pero rechaza el ofrecimiento. Prefiere continuar la subida a pie.


Palloza en Foncebadon

Ya en las cercanías del pueblo, aparentemente abandonado, Ángel le llama por el móvil indicándole que debe desviarse hacia la izquierda ya que el camino está completamente nevado y no se ven las indicaciones.Poco tiempo después atraviesa el pueblo.


Cae la noche en Foncebadon

Aunque fue en el medievo un lugar muy famoso en la ruta, ahora es un cúmulo de casas desvencijadas, abandonadas, con su iglesia en ruinas, en la ladera del Monte Irago.

Ángel y Primi se habían acercado hasta un albergue donde una extranjera con pocos ánimos de que se quedara la gente allí les indicó otro alternativo donde por 15 euros tendrían cena, alojamiento y desayuno. Decidieron quedarse allí. Mientras tomaban las consabidas cervezas esperaban a Michel, pendientes de que no fuera a pasarse dada la espesa niebla, la mínima cobertura de móviles y las bajas temperaturas.

Pronto llega Michel y, una vez acoplados en las literas del sótano, lugar en obras aún no habilitado del todo para los peregrinos, después de una reconfortante ducha, suben de nuevo a cenar.

Aunque el salón es grande, sólo hay tres mesas ocupadas. Además de la suya, otra por un grupo de peregrinos valencianos jubilados de Bancaja y otra por dos peregrinas desconocidas. Primi y Ángel aseguran a Michel que Ute ha subido por fin hasta allí y se encuentra en el otro albergue, cosa que Michel no acaba de creerse. Mientras intentan convencerle de que es cierto, llega un grupo de músicos que, decididos, se sientan en una de las mesas vacías y comienzan a cantar preciosas isas canarias. Después sabrían, por explicaciones de Chencho, que eran un grupo de peregrinos del Puerto de la Cruz, de Tenerife, y que iban haciendo el “Camino” con un coche de apoyo. Aquella noche volverían a dormir a Rabanal para continuar el camino a la mañana siguiente desde el punto donde lo habían dejado. A partir de ahora les llamarían “Los Sabandeños”.


Músicos de Tenerife

Después de la cena, mientras tomaban algún “elixir”, charlaron animadamente con Luis, jubilado de Bancaja, sobre temas de trabajo.


Ángel y el "Elixir del Santo"

A las 10:30, una vez que “Los Sabandeños” se habían ido, cansados, bajaron a las literas y no tardaron en quedarse profundamente dormidos.