CAMINO DE SANTIAGO 2012
Viernes, 11 de Mayo de 2012
Etapa 9 - De Torres del Rio a Logroño (20 kms)

Las peregrinas italianas se han marchado muy temprano. Despiertos, hemos aguantado algún tiempo más en nuestras literas hasta que nos hemos decidido a salir después de las duchas. Hemos desayunado en el bar del albergue donde ya casi no vemos peregrinos y comenzado el Camino hacia la localidad de Viana de la que nos separan unos 11 kilómetros.

Camino de Viana

Caminamos por extensos viñedos muy bien cuidados y que, no tardando mucho, darán sus buenos frutos. El día es caluroso y en la senda hay pocas sombras por lo que, de vez en cuando, efectuamos alguna parada.

Un descanso en el Camino

Después de hora y media divisamos Viana a lo lejos. Avanzamos hacia el centro de la población hasta la calle Mayor, que conduce hasta la plaza de los Fueros. Aquí se dan cita, frente a frente, el Ayuntamiento y la iglesia de Santa María de Viana, gótica de soberbias dimensiones y orgullosa de su original portada renacentista.

Iglesia de Santa María de Viana

Iglesia de Santa María de Viana

Viana, ciudad fortificada, fundada por el rey Sancho el Fuerte en el siglo XIII con finalidad defensiva, dada su condición fronteriza. Aquí vivió César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, muerto durante la batalla de Mendavia (1507). Sus restos descansan dentro de la iglesia de Santa María, gótica y renacentista, iniciada en el siglo XIII, pero con importantes reformas posteriores. En la misma plaza donde se encuentra la iglesia está el edificio del Ayuntamiento (siglo XVII), de fachada barroca. En el núcleo antiguo se conservan bellos palacetes y casonas, la mayor parte de las cuales todavía muestran el escudo nobiliario medieval.

Casa consistorial

En un bar, frente a la iglesia, comemos un bocadillo con cervezas mientras descansamos. Poco después continuamos, bajo el sofocante calor, por una pista hasta la ermita de la Virgen de las Cuevas donde tomamos unas fotos y continuamos sin detenernos.

Ermita de la Virgen de las Cuevas

Entre Viana y Logroño abandonamos Navarra para entrar en La Rioja, región de fama internacional por la calidad de sus vinos (entre otros motivos).

La Rioja

Pasamos por debajo de diferentes viales y rondas de circunvalación, y subimos por la ladera oeste del Monte Cantabria. En el descenso a la capital ya no nos recibe Doña Felisa, desaparecida a finales del 2002, entrañable señora que ofrecía "agua, higos y amor" a todos los peregrinos. Ahora la tradición la continúa su hija, que también sella la credencial.

Puente de piedra sobre el Ebro

Al final de la larga bajada del monte, entramos en Logroño por el Puente de Piedra sobre el río Ebro.

Logroño, es la capital de la Rioja y primera ciudad del Camino de esta comunidad autónoma. El actual Puente de Piedra data de 1884, y sustituyó el antiguo puente de piedra del siglo XI que mandó construir Alfonso VI, rey de León y Castilla. En la Rúa Vieja, por donde entramos, se encuentra la iglesia románica de Santa María del Palacio (siglo XII), la Fuente de los Peregrinos (siglo XVII) y la iglesia de Santiago el Real (siglo XVI), esta última con una estatua de Santiago Apóstol (siglo XV) en la fachada que evoca la batalla de Clavijo. En el núcleo urbano cabe mencionar la catedral de Santa María la Redonda (siglo XV), gótica, con dos torres gemelas barrocas. Cerca de la catedral, está la iglesia de San Bartolomé (siglo XI), la más antigua de la ciudad, con una bonita fachada gótica.

Catedral de Santa María la Redonda (siglo XV)

Llegados al centro pasamos frente al Albergue Santiago Apostol que aparenta estar repleto de peregrinos y nos dirigimos directamente al Hotel Carlton Rioja, donde Ángel nos había contratado una habitación por 65 euros. Una vez acoplados, dejando esta vez nuestras mochilas en el Hotel, salimos en busca del entorno de la famosa calle Laurel, donde tenemos previsto "ir de tapas" durante la tarde.

De tapas

Cuando llegamos aún hay poco ambiente aunque, poco a poco, los bares se van llenando de visitantes. Tomamos varios chatos en distintos establecimientos, con sus buenos pinchos, hasta que, bastante cansados, volvemos al hotel a dormir.

Las calles se van animando