Lunes, 7 de Mayo de 2001
Rezagados de nuevo después del desayuno, Primi y Michel caminaban despacio.
Aunque Michel muchas veces se adelantaba, luego esperaba a Primi sentado en algún lugar
del Camino.
Esperando a Primi
El estrecho camino, flanqueado y cubierto por rugosos carballos,
acoge pequeños regatos que descienden zigzagueantes por entre las piedras,
redondeadas por el secular paso de los peregrinos.
Un par de kilómetros adelante les situan en la aldea de San Xil. Desde aquí hasta
Fontearcuda sólo resta disfrutar con uno de esos largos descensos que uno siempre
espera encontrar al otro lado de cualquier loma. Laderas de hierba combinadas con
grandes losas de granito conforman una entretenida pista.
Sudorosos y sedientos, buscaban una fuente o un bar donde poder refrescarse.
A unos seis kilómetros de Sarria, divisando ya la población, encontraron por fín un
lugar donde descansar.
En el refugio
de Calvor, vacío pero abierto, pudieron beber agua
y descansar al tiempo que Primi se efectuaba una nueva cura. Sus ampollas íban a más.
Poco antes le había comentado a Michel su intención de desplazarse en taxi al día
siguiente hasta el próximo destino y descansar así un día. Michel le había respondido
que debería hacerlo pero que, después, seguramente se arrepentiría.
Un grupo de catalanas, a quienes habían adelantado poco antes, entraron en el
albergue,
mientras Michel tocaba su armónica tumbado en un cómodo sofá.
Ángel, acompañado por Jesús, desde Sarria,
les envió un mensaje preguntando cuánto iban a tardar en llegar. Ante las pésimas
condiciones de Primi, les dijeron que continuaran, que no les esperaran. Ellos comerían
en Sarria.
La Respingona
Despacio, poco a poco, se acercaron a la ciudad. De parada obligada es la villa de
Sarria, la mayor población del Camino en Galicia (exceptuando Santiago). En la calle
Mayor se encuentran la Iglesia de Santa Marina, de estilo moderno y con una bonita
torre chapitelada, la Iglesia gótica del Salvador, de planta rectangular con un
ábside románico, el antiguo hospital de San Antonio (hoy sede de los juzgados), en el
que se daba a los peregrinos agua, luz, cama y cirujano, y la gran fortaleza, asolada
durante la revuelta de los Irmandiños y de la que sólo se conserva un torreón.
Cerca de esta calle destaca el Convento de la Magdalena.
En Sarria
Una vez en la ciudad, buscaron un lugar donde comer. Pocas horas antes habían estado
en aquel mismo restaurante Jesús y Ángel. Un rico caldo gallego y un filete con
patatas, acompañados de un espléndido vino de Albariño, les repuso pronto las fuerzas.
En Sarria
Después de hacerse algunas fotos y haber entablado conversación con una muchacha
peregrina que parecía brasileña pero que resultó ser de Noruega, continuaron el
Camino.
Primi, que parecía haber recobrado fuerzas se adelantó. mientras, Michel, curioseando
por un precioso cementerio tomaba algunas fotos. Rezagado y sin prisas, sabiendo que
Primi no le sacaría mucho tiempo, Michel se tomaba su tiempo para hacer algunas fotos.
Decidido a juntarse con su amigo, Michel, muy rezagado, apretó el paso.
La subida al refugio de Barbadelo se le hizo larga y costosa. ya allí le esperaba
Primi junto al matrimonio mallorquí. Ella estaba destrozada de los piés, al igual
que Primi.
Después de un breve descanso continuaron el camino. Mientras Primi continuaba
avanzando, Michel se desvió unos cuarenta metros del Camino con intención de comprar
algunos sobres y postales. El pequeño bar donde vendían las postales, muy acogedor,
estaba vacío exceptuando a la familia de los propietarios. Mientras tomaba un botellín
después de comprar las postales y los sobres, Michel escuchaba la conversación que,
en gallego más parecido al portugués según a él se le antojaba, le resultaba difícil
entender.
Una joven muchacha, cuya boda estaba muy próxima, se quejaba de que, según había
convenido con su novio, habían comprado a medias un piso y ahora él parecía negarse a
abonar parte de lo convenido. Como la joven pretendiera hablar con un abogado, Michel,
sin dudarlo, se ofreció a ayudarles en lo que pudiera. Después de explicarles
cuidadosamente temas sobre la importancia de los contratos, herencias, bienes
ganaciales y otros que fueron saliendo, agradecidos le invitaron a varios botellines,
hasta que le insinuaron que se le haría de noche para llegar a Ferreiros si no
partía inmediatamente.
Una vez que se despidió de la simpática familia, apretó el paso decidido a encontrar
a Primi. Un mensaje por el móvil le indicó que Primi le esperaba en un Mesón apartado
unos metros del Camino.
Mientras tanto, Jesús y Ángel ya debían estar en el refugio de Ferreiros. Michel
recordaba la subida por el camino convertido en río donde el pasado año había
empapado sus botas.
Algunos kilómetros antes de llegar a Morgade, escuchó la voz de Primi que le llamaba: "¡¡¡ peregrinooo !!! ".
Se encontraba charlando con Carmen, una preciosa mujer que, con sus dos hijos y un
gran perro lobo, llevaba el Mesón O'Xestelo.
Leiman: Cristian, Naomí y el perro
Mientras tomaban alguna cerveza jugaron al futbolín. Cristian, de 7
años ganó a Michel, después a Primi y luego, Cristian y Carmen, juntos, ganaron a
Michel y a Primi, juntos.
Cristian, Naomí y Carmen
MESON O'XESTELO
Carmen Rendós Páramo
Leimán, 7 - Belante
Teléf. 982 53 38 90
(26700) SARRIA (Lugo)
Ya era casi de noche cuando decidieron continuar. Carmen, a
sabiendas de que podían perderse en la oscuridad se ofreció a llevarles en coche, a
lo que los dos amigos se negaron amablemente. Cuando poco después se les hizo
completamente oscuro, no sabían por dónde tenían que ir. Intentando alumbrar las
piedras para ver las flechas amarillas con un mechero pronto se dieron cuenta de su
inutilidad. Dejaron atrás Morgade y ya, en plena oscuridad, sin encontrar flecha
alguna, comenzaron a plantearse dormir allí mismo, en el campo. Michel sabía que
debían subir un río pero no estaba seguro de por dónde y no se veía nada.
Puestos en contacto por el móvil con Ángel, este se ofreció a buscarles. Equipado
con su flamante linterna pronto le vieron a lo lejos en la noche. Siguiendo la luz,
mientras Ángel bajaba, los amigos subían metidos totalmente los pies en el río. Poco tiempo
después se juntaban y ascendían hasta el refugio de Ferreiros donde les esperaba Jesús. Unos buenos bocadillos preparados
al efecto y un par de "elixires" les hicieron olvidar pronto el susto.
Aquella noche dormirían como cestos debido al cansancio.
Refugio de Ferreiros
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