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Sábado, 14 de Mayo de 2005
Etapa 10: DE MONTE DO GOZO A SANTIAGO DE COMPOSTELA

A la mañana siguiente, tras un desayuno en el autoservicio del Monte do Gozo en el que hubo varios comentarios muy divertidos sobre los formidables ronquidos de Dioni, bajabamos esta vez algo más agrupados hacia la ciudad de Santiago en la que sería nuestra última etapa.

Piedras labradas

Aunque la lluvia es muy tenue, llueve durante pequeños intervalos. Mientras nos acercamos al centro nos vamos poco a poco otra vez dispersando. A pesar de ser aún muy temprano, la ciudad ya se ve animada por un tráfico intenso y por muchos peregrinos que caminan con dirección a la Catedral. Mucha gente de diversas procedencias recorren en distintos sentidos las calles de la ciudad curioseando por multitud de bonitas tiendas de recuerdos.

Llegando a Santiago de Compostela

Cerca de la Catedral hacemos un alto para que Mauri y Dioni pidan un deseo en una de las muchas fuentes que existen en la ciudad. Mientras Michel les explica sonriente cómo deben pedirlo, tirando una moneda de espaldas a la fuente y con los ojos cerrados mientras piensan en su deseo, Ángel se acerca con rapidez y metiendo el brazo en el agua les pone completamente perdidos. Muy divertidos continuamos hacia la Oficina del Peregrino donde nos darían "la compostelana".

Mauri y Dioni piden un deseo

Mientras guardamos nuestro turno van llegando otros muchos peregrinos ilusionados con su "credencial" repleta de sellos de diferentes lugares del Camino. Muchos vienen desde Roncesvalles y otros muchos desde más lejos aún. Agotados algunos, con grandes y dolorosas ampollas otros, algunos sin poder caminar, otros con sus uñas destrozadas, los más quemados por el sol, pero, en definitiva, todos alegres, orgullosos y completamente satisfechos por haber logrado su objetivo.

Esperando la Compostelana

Una vez con "la compostelana" cumplimentada con nuestros nombres en latín bajamos a plastificarla en la tienda anexa al edificio donde nos vamos juntando todos.

La Compostelana

Gracias a la inestimable diligencia de Ángel este año ya llevamos con nosotros el billete de avión para el regreso por lo que no tenemos necesidad de desplazarnos hasta las oficinas de las líneas aéreas. Tampoco necesitamos buscar alojamiento pues también nos ha contratado un hostal donde dormir. Sin nada que hacer hasta la hora de la misa, Ángel decide acercarse al hostal para dejar su mochila. Michel y yo continuamos con ellas pues nos gusta llevarlas cuando entramos en la Catedral.

Oficina del Peregrino

Cuando Ángel se marcha, Michel y yo vamos tras él aunque pronto le perdemos. El resto del grupo se queda plastificando sus compostelanas y haciendo algunas fotos en la puerta de la Oficina del Peregrino. Hacemos algunas compras y nos metemos en un bar a tomar unas cañas mientras se hace la hora de la misa.

Encuentro casual con Joseph, peregrino austriaco que conocimos en 2002

Poco después Ángel, que ya ha dejado su mochila en el hostal, nos llama para saber dónde estamos. Nos sorprende gratamente cuando se presenta en el bar con Joseph, peregrino austriaco que habíamos conocido en nuestro Camino de hacía dos años y con el que habíamos compartido cena en el O Tangueiro. Angel había acertado a reconocerle a pesar de lo difícil que a nosotros nos parecía. Después de saludarle y hacernos alguna foto con él nos dirigimos hacia la Catedral.

Misa del peregrino

Más vacía que en años anteriores pronto sospechamos que no habría "botafumeiro". No veíamos por ningún lado a los frailes que otros años tiran de las cuerdas ni había tantos sacerdotes como otras veces. Así fue cómo nuestro gozo se quedó en el Monte do Gozo. Ni la misa fue tan solemne ni hubo "botafumeiro" por lado alguno. Aunque, como siempre, sí que nos emocionó escuchar la lista de procedencia de los peregrinos que leyó el sacerdote.

Primi

Cuando vamos a dar el abrazo al Santo, Michel, como es habitual en él en estos casos, le deja su paquete de tabaco junto con el mechero. Lo ha hecho a lo largo de seis años. Al principio decía que era con intención de dejar de fumar pero ahora, sin haber podido lograrlo, dice que lo hace como un regalo a Santiago. El caso es que continúa fumando tanto o más que antes. Yo le dejo mi concha de vieira que también tengo por costumbre.

Michel

Durante la misa hemos estado separados en diversos grupos y a la salida nos vamos agrupando de nuevo. La lluvia cae ahora intensamente evitando las acostumbradas aglomeraciones en la puerta de la Catedral. La gente corre a resguardarse bajo los soportales y son pocos los que se quedan en la plaza para fotografiarse, saludarse y despedirse.

Salida de la Misa del peregrino

Un poco decepcionados por la intensa lluvia decidimos acercarnos a nuestros hostales a dejar las mochilas y asearnos un poco para después buscar un lugar donde comer.

"Compostelanas"

Después de la comida nos retiramos la mayoría hacia nuestros hostales a descansar no sin antes despedirnos de Reyes, Angustias, Paloma y Ramón, que se van de Santiago esta misma tarde.

LLueve en Santiago

Al día siguiente, tremendamente divertidos en el taxi que nos llevaba al aeropuerto, gracias a los comentarios de Marino sobre las “ascuas del botafumeiro”, hemos facturado pronto las mochilas mientras charlábamos alegremente con la azafata Sonia María que, muy amable, nos ha permitido tomarle una foto, aún advirtiéndonos que, en situaciones normales, esto estaba prohibido.

Aeropuerto: Sonia María

Pilar y Santiago, nuestros nuevos amigos peregrinos de Tenerife, compartirían el mismo avión con nosotros. Después de hacer escala en Madrid, continuarían hasta las preciosas Islas Canarias. Charlamos un rato con ellos antes del vuelo. Se van encantados con su nueva experiencia y, como es normal y como tantas veces Ángel nos ha comentado, con el propósito de repetirla en ocasiones futuras.

El regreso ha sido rápido. El avión, iluminado bajo el espléndido sol del atardecer, proporcionaba sensación de seguridad. Vencidos por el cansancio, algunos pronto nos hemos quedado profundamente dormidos. No han faltado ronquidos espectaculares durante el trayecto.

Una hora después de abandonar Santiago de Compostela pisamos tierra en Madrid. Recogidas las mochilas, ahora menos pesadas, hemos caminado rápido hacia el Metro que nos ha trasladado a la Estación de Autobuses de Príncipe Pío desde donde, tras una espera de diez minutos, hemos continuado en autobús, adormecidos, dirección Segovia.

Hora y media después, abandonada ya la mochila, tumbado en el sofá, un poco despistado y sin saber qué hacer, he repasado mentalmente, con nostalgia, algunos de los recientes acontecimientos de este último “Camino”, desde la perspectiva de algo ya pasado.

Recuerdos del Camino
Segovia, Junio de 2005
Primi