Seis de la tarde. El tiempo es excelente, primaveral. Un sol
agradable ilumina las extensas praderas que se abren ante nosotros y
que nos conducirán hasta las montañas de Valsaín. El olor a tierra
mojada nos recuerda las últimas y recientes lluvias. El invierno ha
sido largo y muy lluvioso, aunque ya, por fin, concluído. El calor
es agradable y la humedad de la pradera invita a caminar.
Aparco el coche al tiempo que llega Paco. Ángel y Primi esperan,
mientras Luís toma algunas fotos con su nueva cámara digital.
Sin demora y según lo previsto, comenzamos la andadura con
dirección Sur, hacia el famoso Cerro Matabueyes. Ángel evita que nos
desviemos, pues algunos, despistados, ya no recordamos el camino
desde el año anterior. Aunque hemos efectuado esta marcha en
numerosas ocasiones, esta es la primera vez que la hacemos este
año.
A buen paso conectamos con el Camino de los Tanques. Su nombre
proviene de la utilización que se le ha dado a lo largo de muchos
años por parte de la Academia Militar de Artillería. En infinidad de
ocasiones han efectuado prácticas de tiro con sus baterías de largo
alcance haciendo blanco en el Cerro Matabueyes. Las prácticas con
tanques han dado nombre popular a este camino.
Nos acercamos a las imponentes obras de los túneles requeridos
por el AVE. Han construído una cinta kilométrica para transporte de
escombros desechados por el túnel, aunque en estos momentos no está
funcionando. Comentamos que las grandes bocas de los túneles no
pueden verse. El tren rompedor debe estar dentro, pues ni se le ve,
ni se le oye.
Bromeamos con algunos charcos cercanos al camino tirando piedras
con el propósito de mojar al compañero de turno.
Al fondo, en las montañas, se divisa el famoso "cortafuegos".
Comentamos, bromeando, que una vez ascendido, uno aprueba el carnet
de caminante. Frente a nosotros se levanta el Cerro Matabueyes, más
allá, al fondo, el imponente Peñalara, un poco a la izquierda se
divisan las "Peñas Buitreras" y un poco más a nuestra izquierda el
Atalaya, montaña que solía subir a menudo con otros amigos hace ya
muchos años.
A nuestra derecha se divisan, imponentes, la "Mujer Muerta", el
Montón de Paja, el Montón de Trigo, Siete Picos, Navacerrada.
Preciosas montañas que conforman la sierra segoviana y que en tantas
ocasiones hemos ascendido decididos hasta sus cumbres.
Atravesamos un riachuelo que conecta con el acuífero desde donde
se nutría el Acueducto romano de agua y donde, inevitablemente,
sentimos de nuevo la tentación de mojarnos unos a otros.
Dejamos a nuestra derecha el Rancho del Feo y cruzamos por fín la
carretera asfaltada que une la carretera de Madrid con la de La
Granja de San Ildefonso. Se acaba el llano. Después de dejar atrás,
a nuestra derecha, las ruinas del Convento de Santillana, comienza
una ascensión suave que se eleva poco a poco. Paco viene retrasado.
Aún no ha digerido por completo la comida. Prendo un petardo que he
encontrado olvidado en uno de mis bolsillos y que había adquirido
poco tiempo antes, en mi visita a las Fallas de Valencia. Comentamos
que los arbustos, que ya el pasado año habían rodeado con alambradas
para su cuidado, habían crecido muy poco.
La ascención se me hace larga y dura. (Recuerdo sonriente, ante
este pensamiento, que, según mi amigo Jose María, personalmente aún
no conozco lo que es "larga y dura"). El sudor empapa mi cuerpo.
La senda nos conduce hasta la Fuente de San Pedro (1.250 mts de
altura), que data de 1.985 según puede leerse allí mismo. Efectuamos
un descanso para reagruparnos y aprovechamos para beber su agua
limpia y fresca.
Son las 19:00 horas. Ha transcurrido una hora desde nuestra
salida.
Ángel bromea con su vaso rojo de plástico repleto de agua. Un día
cambió el vaso blanco de metal de porcelana porque le iba golpeando
en su mochila al caminar, haciendo mucho ruído. Luis toma algunas
fotos. Enciendo un cigarrillo y aprovecho para prender otro petardo.
Esta vez, después de un siseo y humo, se apaga sin explotar. Luis lo
coge, sin temor, y lo abre. Debía estar flojo o medio vacío.
Paco comenta que se está animando para acompañarnos al Camino de
Santiago, por lo que planteamos a Luís que le haga una foto para el
carnet de peregrino y ponerla en nuestra página web. Paco pide un
peine, pues quiere salir favorecido, y yo se lo dejo. Una vez bien
acondicionado, Luis le toma varias fotos.
Antes de comenzar de nuevo la marcha, Paco vierte un vaso repleto
de agua sobre Ángel, quien, después de cambiarse la camiseta mojada,
la llevaría ya casi todo el resto del camino en la mano, moviéndola
con el fin de secarla.
Después de una ascensión algo más dura, rodeando el Cerro
Matabueyes con dirección Suroeste, conectamos, a través de restos de
la calzada romana, con la carretera de Fuenfría y, a través de ella,
coronamos la Cruz de la Gallega.
El tiempo es excelente y el sol nos ha hecho sudar copiosamente a
lo largo de la ascensión. Sin pausa, comenzamos el descenso, ahora
dirección Nordeste, hacia el Cementerio de Valsaín. Encontramos
algunos restos, bastante bien conservados, de Trincheras de la
guerra civil española.
Ángel, al igual que anteriormente, nos dirige por algunos atajos
hasta llegar al llano.
Junto a Primi, dejamos a nuestra izquierda el Cementerio de
Valsaín, donde saludamos a los allí presentes (en realidad,
ausentes) con un tímido "hasta pronto".
Las fábricas de maderas, repletas de troncos y tocones de pinos
inmensos y de leña bien cortada, que muchos quisiéramos para casa,
van quedando atrás. A nuestra derecha se extienden las grandes
praderas de Valsaín repletas de preciosos caballos.
Ya en las inmediaciones de Robledo comienzo a sentir un dolor
agudo en mi pie derecho. Seguramente la bota me está fabricando
alguna ampolla.
Torcemos levemente hacia el Norte y atravesamos el entorno de la
Venta de San Isidro. Algunos perros nos ladran sin enfurecerse
demasiado. Por si acaso, llevo listo en mi mano el último petardo.
No necesitamos utilizarlo por lo que lo devuelvo al bolsillo donde
algún día aparecerá seguramente ya desecho.
Conectamos con la carretera de La Granja a la altura de
Quitapesares. La cruzamos con el fín de continuar por el caminillo
de tierra que hace un par de años prepararon para los caminantes. La
pista contraria está acondicionada para bicilcetas.
Parte de los restos de la tapia de Quitapesares se encuentra
apuntalada con grandes tablones evitando así su desplome definitivo.
Gran parte de ella, se desplomó hace tiempo.
Mediante los mojones kilométricos de la carretera controlamos el
tiempo que nos lleva caminar 1 Km. De los dos controlados, uno hemos
tardado 9 minutos y 10 el siguiente, por lo que deducimos, sin temor
a equívocos, que llevamos una velocidad de seis km. a la hora, lo
que no está nada mal.
Aún cojeando, acompañado por Primi, nos hemos ido adelantando.
Estos últimos kilómetros, rectos, se hacen largos. Anochece a las
21:20 y, 15 minutos después llegamos a los coches, después de
cruzar, como podemos, al margen opuesto de la carretera en uno de
los puntos de su nueva circunvalación.
Sentados en un bordillo, esperamos al resto del equipo. Me he
quitado la bota y, libre el pie de su presión, me siento en la
Gloria.
Pocos minutos después llegan Luis y Ángel, y un poco más
retrasado, Paco.
Sin demora, ya en los coches, nos dirigimos a nuestro
acostumbrado Pabellón, agradable Bar donde Valentín nos reanima con
unas buenas cañas de cerveza y sabrosos pinchos. Tomamos varias
cervezas comentando las incidencias del día, proyectos futuros y,
sobre todo, anécdotas de viajes y de nuestras anteriores andaduras
por El Camino de Santiago.
Quedamos para el próximo domingo a las 09:00 de la mañana en la
Estación de Trenes, desde donde nos desplazaremos a Cercedilla con
el fín de hacer el camino de vuelta andando. Son, aproximadamente,
30 kilómetros. En dos ocasiones algunos de mis compañeros han
realizado ya esta marcha. En las dos ocasiones, aunque lo intenté,
llegué tarde al tren y no pude realizarla. Tengo intención de no
pederlo esta vez.
Poco después, nos despedimos y, contentos, cada uno en su
vehículo, regresamos a nuestros respectivos hogares. El día ha
resultado espléndido y muy agradable la andadura.
Segovia, 10 de Abril de 2003.
Michel.
P.D. La marcha desde Cercedilla emplazada para el próximo
domingo, mientras escribía estas notas ha quedado anulada debido a
la previsión de mal tiempo.
Datos que pueden resultar interesantes
LA CALZADA ROMANA EN SU PASO POR LA SIERRA DE
GUADARRAMA
Panorámica
La Calzada Romana parte de Baterías, al sur de la ciudad de
Segovia. Siguiendo la cañada del Cordel de Santillana atraviesa el
piedemonte de la sierra (pasando por el canal subterráneo del
Acueducto de Segovia). Remonta la sierra por el camino más favorable
posible hasta el Puerto de la Fuenfría (1.796 m.) y desciende por la
vertiente sur hasta el pueblo madrileño de Cercedilla.
Un poco de historia
La red de calzadas fue un importante pilar de cohesión del
Imperio Romano, facilitando los desplazamientos y avance de las
tropas entre las provincias, permitiendo la ocupación, el control
administrativo y económico del territorio y romanizando los
territorios conquistados.
La antigua calzada romana que pasa por el Puerto de la Fuenfría,
fue construida en el siglo I a C. para comunicar Segovia con las
poblaciones al sur de la Sierra de Guadarrama y Segovia. Forma parte
de la Vía nº XXIV del ITINERARIO DE ANTONINO que unía las ciudades
de Mérida y Caesar Augusta (Zaragoza). Muy utilizada hasta la
construcción de los nuevos puertos de Navacerrada y Guadarrama en el
siglo XVIII, fue paso obligado de los cortejos reales hacia los
palacios de Valsaín, La Granja y Riofrío, lo que motivó obras de
mantenimiento.
Construcción de una calzada romana
Las calzadas eran vías pavimentadas de piedra, cuya construcción
fue una gran obra de ingeniería. Primero la ruta trazada por los
topógrafos se limpiaba de vegetación. Después se cavaba el surco o
caja de la calzada cuyo relleno ideal se realizaba colocando una
capa inferior de bloques de piedra (statumen) y otra capa de
guijarros y grava (rudus), constituyendo la cimentación de la obra
sobre la que se asienta una capa de mortero (nucleus) que recibe las
losas de piedra talladas a medida (pavimento o summa crusta) y que
forma la superficie enlosada de la calzada.
Ficha técnica de La Calzada Romana
Inicio y finalización: km. 6 Carretera de La Granja al
Palacio de Riofrío.
Longitud: 29,6 km. (subida y bajada al Puerto de la
Fuenfría).
Duración aproximada: 8-10 h.
Cota mínima: 1.140m. (Carretera al palacio de
Riofrío).
Cota máxima: 1.796m. (Puerto de la Fuenfría).
Tipo de camino: por Calzada y pista forestal.
Interés: cultural, histórico, natural y paisajístico.
Época: primavera, verano y otoño (en invierno se requiere
equipo y vestimenta para la nieve y el frío).
Dificultad: imprescindible estar preparado/a para largos
recorridos de montaña.
Nota:
Datos sobre la calzada extraídos de www.a-segovia.com/rutas-2/calzada-romana.htm |